Defensora regional penal pública Gustava Aguilar: “Me hubiera gustado ver la sección femenina del Complejo Penitenciario terminada”

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A pocos días de dejar el cargo que ocupó por 10 años, no se ven signos de mudanza en la oficina de Gustava Aguilar, quien sigue cumpliendo su agenda de defensora penal pública de Magallanes. Pero no hay plazo que no se cumpla: el 1 de marzo, la actual jefa de Estudios de la institución, Verónica Reyes, pasará a ocupar el despacho principal del edificio de la calle Carrera, en cuyo frontis lo primero que se ve es la frase “Sin defensa no hay justicia”. Un lema que para Gustava Aguilar encarna lo que se imaginó como el corazón del derecho desde sus tiempos de estudiante.

“Para mí, el interés por el derecho siempre fue innato; además, mi mamá, profesora normalista, me inculcó muchísimo que estudiara la carrera, lo que hice en la Universidad de Chile, con profesores notables”, cuenta. Eran los años 80 y la escuela de Pío Nono estaba rodeada por las obras de construcción del metro. “Como había accidentes a cada rato en Santa María, Andrés Bello y la Alameda, decíamos que para recibirse de abogado, aparte de estudiar, había que lograr cruzar la calle sin que te atropellaran”, se ríe.

Y vuelve al presente y a su salida de la Defensoría, que no significa para nada el fin de su carrera: piensa retomar su oficina privada, “cerrada por 18 años”, litigar principalmente en causas penales y de familia y dedicarse a un par de proyectos de otro ámbito que prefiere no adelantar. 

En 2012, Gustava Aguilar fue nombrada Defensora regional. En la foto es felicitada por el entonces presidente de la Corte Suprema, Luis Ballesteros

-¿Un tercer período en la Defensoría no fue tema para usted?

-«Hace un año decidí que no iba a postular por tercera vez, pero que se entienda bien: soy feliz en la Defensoría, me siento orgullosa y privilegiada de pertenecer a esta institución, del equipo del que soy parte, pero uno no puede eternizarse. Este es un cargo bien demandante, tenemos que cumplir muchos estándares en todo orden de cosas, porque nuestros usuarios lo exigen. Tengo la certeza de que hay que darle espacio a personas preparadas y profesionales, con todos los atributos y el derecho a avanzar en su carrera». 

 

 

Los temas duros

-¿Cómo es posicionar a la Defensoría frente al juicio popular, sobre todo en casos de delitos violentos?

– «Es un tema bien delicado en el que se mezclan factores como desconocimiento de los términos y procedimientos como de la manera en que estos son informados, porque en el sistema penal actual existe mayor publicidad, la comunidad se entera de lo que está pasando, pero no necesariamente conocen los pormenores de una investigación. Que una persona sea detenida no significa que automáticamente deba ir a la cárcel, porque la prisión preventiva no es una condena anticipada, sino el último recurso que permite la ley para asegurar la investigación o proteger a la víctima. También puede pasar que a un imputado se le absuelva en el juicio o que, si fue condenado, se le aplique cumplimiento de la pena en libertad. Entonces se eleva un clamor popular en el que se rechazan esas situaciones, se dice cómo es posible». 

-Desde la perspectiva del defensor, ¿correspondió otorgar la libertad condicional a Adalio Mansilla, que tenía dos condenas por delitos graves y que asesinó a otra persona cuando estuvo libre? 

– «En este caso hubo una comisión de libertad condicional que revisó los antecedentes que tuvo a la vista. Yo no participé, la verdad es que tampoco conocí el informe de Gendarmería ni los fundamentos en que se basó el otorgamiento. Tal vez Gendarmería, en su informe, dijo que este joven tenía riesgo medio de reincidir, lo que la comisión ponderó junto a otros elementos. La situación es muy lamentable y muy grave. Todos en el sistema esperamos que se creen los tribunales de ejecución de pena, que son aquellos encabezados por jueces especializados que hacen seguimiento a las personas que han sido condenados, sea que la persona cumpla en libertad o que esté privada de ella, consistente en informes periódicos de Gendarmería sobre la conducta del penado, la parte laboral, si lleva a cabo o no los planes de reinserción y si se ajusta a ellos».  

Causas de mujeres

– A principios de la Reforma, cuando tuvo la opción, ¿por qué no consideró ser fiscal?

– «Cuando se abrió la oportunidad de postular al Ministerio Público o a la Defensoría, nunca tuve dudas. Era hacer carne, llevar adelante no sé si los sueños pero sí las cosas que yo pensaba que eran el ejercicio del derecho cuando estaba estudiando. Soy una agradecida de haber pertenecido o pertenecer a una institución que nos ayuda a trabajar con las personas, con los grupos vulnerables, a entender que lo más importante es que se les trate con dignidad y que se respeten sus derechos. Por ejemplo, abrirles la puerta en cuanto pudimos durante la pandemia. No tramitarlas, buscarles un espacio, explicarles los procedimientos en términos simples y buscar la salida más favorable atendida su situación y los hechos».

– En prisión preventiva o cumpliendo pena, la representación de mujeres privadas de libertad han sido parte de su agenda.

– «Es un asunto gravísimo el que todavía las internas estén en un recinto concebido para hombres, destinado para hombres y dirigidos por hombres, que cuando se creó estaba pensado para unas cuatro mujeres y hoy hay más de 20. Es mucha la disparidad. Los hombres tienen un centro de Educación y Trabajo, al que las mujeres no acceden hasta el día de hoy, lo mismo que al centro de Tratamiento de Adicciones. Tienen muy poco tiempo de ocupación del gimnasio, por número o lo que fuera. No basta con la zumba. Tenemos que hablar de espacios donde puedan cumplir su prisión preventiva o condena de manera digna, que puedan desarrollarse pensando en su reinserción».

– ¿Qué le queda pendiente? 

-«Me hubiera gustado ver la sección femenina del Complejo Penitenciario terminada, porque ha sido una batalla que hemos dado desde hace cuatro o cinco años. Pero tenemos la buena noticia de que, a principios de enero, el Consejo Regional aprobó la destinación de fondos por 500 y tantos millones de pesos para la ampliación del recinto. Ya está adjudicado el proyecto y se están iniciando las labores, por lo que las internas fueron trasladadas a otro módulo. Y en Natales, con recursos propios y el trabajo de los internos, también se está ampliando la pequeña sección femenina que, actualmente, es de una pieza».

-¿Se considera feminista?

-«Ya lo era desde el Liceo de Niñas, donde creo fui parte de una generación bien especial, con cursos de excelencia y profesores extraordinarios. De las 36, por lo menos 32 entramos a la universidad a estudiar lo que queríamos. Nos tocó una época, entre los 70 y los 80, que no fue fácil y en la que sin hablar de feminismo ya éramos un poco precursoras y luchábamos por nuestros derechos. Luego, he peleado mucho que se nos reconozca y que vaya desapareciendo esa brecha que existe. Por mi parte, nunca me sentí en situación de discriminación o desmejorada por el hecho de ser mujer. Pero evidentemente aquí sí que existía, y existe todavía, mucha inequidad». 

Gustava Aguilar jurando como abogada.