COMENZAR UN ESTILO DE VIDA SALUDABLE: UNA VISIÓN REALISTA Y CONSEJOS PRÁCTICOS PARA NO DESISTIR

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Bárbara Córdoba Figueroa. Nutricionista. Universidad de Valparaíso.

Se acerca el verano a pasos agigantados y muchos empiezan a preocuparse por sus kilos demás. De pronto, aparece la motivación para al fin comenzar ™la dieta∫ e inscribirse en un gimnasio. Pero la fiebre veraniega del fitness se queda solo ahí, en la temporada, ya que el estilo de vida de antes donde predominaba el sedentarismo y la mala alimentación vuelve a tomar lugar en la vida cotidiana. øTe suena familiar?

Es momento de que abramos los ojos y seamos realistas. Las soluciones mágicas no existen. No hay dietas milagrosas, pastillas mágicas ni ejercicios especiales para bajar de peso. Cualquier cosa parecida que se anuncie puede poner en riesgo la salud y ser un gasto de dinero innecesario. Como dice el dicho ™lo que fácil llega, fácil se va∫.

Es cierto que en las circunstancias en que vivimos actualmente, el ritmo de vida es muy acelerado. Cada persona enfrenta a diario muchas tareas y obligaciones, como por ejemplo los estudios, el trabajo, los niños y las tareas del hogar. Sin embargo, hay personas que llevan un estilo de vida saludable con todo esto a cuestas, °lo que demuestra que cualquiera puede lograrlo!

A pesar de esto, la realidad de muchos se asemeja más a muchos intentos fallidos de dietas, ejercicios y cambios de hábitos, siendo todo esto abandonado a las pocas semanas de comenzar. A la mente no le gusta cambiar, se aferra a su zona de confort. Es por eso que hay que darle ese ™empujón∫ que necesita. 

Son conocidos los beneficios que brinda el mejorar el estilo de vida: sentirse y verse mejor, el aumento de energía y vitalidad, el aumento de la autoestima y la disminución de visitas al médico, lo que repercute de manera positiva en todas las áreas de la vida. Entonces, øcómo se logra comenzar un estilo de vida saludable sin desistir?

Establece metas realistas: Los cambios bruscos no son sostenibles en el tiempo, ya que la probabilidad de que vuelvas a retomarlos es muy grande. Establece solo 1 meta semanal. Por ejemplo, bajar el consumo de bebida azucarada. Si acostumbras beber 3 vasos al día, no la elimines de un día para otro, en vez de eso, disminuye el consumo a 1 vaso diario.

Alimentación real: No tienes que comprar cosas caras ni especiales. Los platos caseros y de nuestra cultura chilena son saludables y deliciosos. Lo importante es la calidad y cantidad.

Come saludable en el trabajo: Pasamos 8 horas o incluso más trabajando. Prácticamente todo el día, lo que equivale a un tercio o más de nuestra vida. Tanto tiempo alimentándonos mal hará que el cuerpo nos pase su factura. Como estrategia, puedes llevar comida preparada de la casa, y si piensas que no tienes tiempo para cocinar a diario, puedes planificar tu propio menú semanal y destinar días específicos para cocinar. Por ejemplo, el domingo cocinas para los días lunes y martes, y el miércoles cocinas para los días jueves y viernes. Lo preparado se guarda en envases de plástico y se refrigera, y así estará listo para llegar y llevar.

Aumenta la actividad física diaria: Está comprobado que el sedentarismo puede llegar a ser tan dañino para la salud como el alcohol y otros vicios. Usa más las escaleras, bájate antes de la micro, pasea a tu mascota. Puede parecer poco, pero pequeños pasos hacen una gran diferencia al final del día en el metabolismo. Si puedes inscribirte en el gimnasio o en alguna clase o deporte, hazlo. Lo importante es que sea algo que disfrutes, ya que si no te gusta lo acabarás dejando.

Dormir es sagrado: Durante el sueño se regulan las hormonas del apetito y la saciedad. La falta de sueño produce un desgate en la salud, lo que interfiere en la productividad, las emociones, las relaciones interpersonales, produce enfermedades y, además, influye en lo que comes. Duerme mínimo 7 horas diarias.

Toma responsabilidad de lo que comes: Revisa tu despensa y elimina todas las tentaciones. Lleva una alimentación saludable el 80% del tiempo, y el otro 20% restante puedes salirte un poco de la norma. Por ningún motivo hagas dietas de moda. No funcionan y ponen en riesgo tu salud.

No te enfoques en el número que indica la balanza: El peso corporal no refleja objetivamente tu progreso, ya que no distingue el peso de la masa muscular, de la masa magra, del agua y de la masa ósea. En lugar de eso, enfócate en cómo te vas sintiendo y en cómo te va quedando la ropa. También puedes sacarte fotos cada semana o cada dos semanas con la misma ropa para ver los cambios.

Revisa tus emociones: A veces los problemas del día a día pueden llevarnos a comer demás como mecanismo para calmar la ansiedad. Tratar las emociones desde la raíz del problema, en vez de ocultarlas o ignorarlas puede hacer la gran diferencia. Aprende a escucharte y podrás distinguir el hambre físico del hambre emocional.

Disciplina: Esta es la clave, ya que la motivación no es infinita como muchos creen, por lo que no se debe depender de ella. Se constante, no dejes que las excusas te ganen. Pero tampoco te obsesiones. Si no lo puedes hacer bien un día no te mortifiques, °perdónate! el día siguiente se puede volver a retomar.

Asesórate con un profesional: Si necesitas perder peso o tienes cualquier otro objetivo y no sabes por dónde empezar, hacerlo por ti mismo sin el conocimiento adecuado puede ser riesgoso para la salud. Lo mejor es siempre buscar ayuda de un nutricionista calificado, quien te brindará un plan alimentario personalizado a tu situación, resolverá tus dudas y será tu apoyo emocional. Atrévete a invertir en ti y en tu salud.