“Mi mayor logro es que Otaibo se hizo de la fama de ser una empresa honesta y transparente”

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Corredora de propiedades y la primera mujer martillero judicial y concursal de Magallanes incursionó exitosamente hace más de dos décadas en este mundo más propio de los hombres.

 

 

Estricta y controladora, pero comprensiva y consciente de sus debilidades. Mujer fuerte que, sin embargo, ha debido aferrarse a la fe para superar los malos momentos. Aunque un poco solitaria, asegura que es amiga  incluso de sus enemigos. Apasionada de su trabajo y, más que nada, ¡del golf!

Así se describe Myriam Ortiz Taibo, quien remarca que su mayor fortaleza es amar sin condición. “Soy leal y, si te quiero, te quiero en las buenas y en las malas. Si necesitas ayuda, te la voy a dar; pero, eso sí, jamás voy a apoyar una mala conducta o a una mala persona, que a conciencia le haga daño a otra”, sentencia.

Con más de veinticinco años en el mundo del corretaje, en el cual incursionó primero en Temuco y luego en Punta Arenas, siendo pionera en este campo, también tiene como logro el ser la primera mujer martillero concursal y judicial de Magallanes.

 

“El principio de mi empresa siempre fue trabajar con alturas de mira, siendo honesta y sincera  sin discriminar a nadie, pues para mi merece respeto y total atención quien tiene una propiedad de veinte millones de pesos como una de mil millones. Para ambas personas, esa propiedad tiene un gran valor porque es un bien que han adquirido con esfuerzo”.

 

Pese a que hoy está consolidada, recuerda episodios dramáticos que debió enfrentar –como el haber perdido todo cuando su casa se incendió a puertas cerradas en Temuco-, experiencia que le permitió aprender que lo material no es importante y generar un desapego.

“Ahí te das cuenta lo que es realmente valioso en tu vida. Me quedé con lo puesto y con cuatro hijos”, acota.  Añadió:  “Viví en carne propia lo que es la solidaridad y también de cómo existe gente que da lo que le sobra por no tirarlo a la basura. Vi las dos caras de la moneda de la gente. Empecé de cero, como dice el buen chileno: ‘Con una mano atrás y otra adelante…’  y lo digo con mucho orgullo. Lo pasé muy mal, pero salí fortalecida de esta gran odisea, una gran lección que la vida me dio. Aprendí el verdadero valor de todo, la vida de mis  hijos que se salvaron del incendio y eso no tiene precio. Una mujer me dijo: ‘¿Sabes? Yo me muero si me pasara lo que te sucedió’, suspiré y le dije: ‘¡No! No te mueres. Te fortalece y, por amor a tus hijos, te haces gigante’”, sostiene.

La enfermedad de su marido, Jorge Luis Britos, fue otro episodio doloroso que la desestabilizó, precisamente cuando pensó que lo había alcanzado todo y que era plenamente feliz. “Me agarré con dientes y muelas de mi fe. Todas las noches con mis hijos orábamos por él y dejamos su dolencia en las manos de Dios”, remarca.

Padre estricto

Nacida en Santiago, a los 5 años sus padres se trasladaron a Paine, localidad en la cual se crió. Su madre se llamaba Mercedes Taibo y su padre, Felidor Ortiz. De este matrimonio nacieron nueve hijos. “Él (su padre) quería formar un equipo de fútbol”, comenta en broma, pero rápidamente agrega: “En esos años, mientras más hijos era mejor”.

“Mi viejo fue muy, muy estricto. Un hombre que pensaba, primero, que la letra con sangre entra. Así de drástico. En casa, él iba caminando y si veía una astilla en el suelo decía: ‘¡No puedo pasar por acá porque hay un tronco!’. Así de rígido”, rememora.

Su madre trataba de compensar tanta estrictez. “Ella ponía la ternura, el cariño, el ser comprensiva. Trataba de enseñarnos que la vida era así: el hombre mandaba y la mujer obedecía”, acota. “Tiempos antiguos, ¡gracias a Dios!”, añade entre risas.

 

“(La ética) está muy manoseada: lamentablemente debo reconocer que por la necesidad económica de algunos señores ‘de celulares’ o ‘artistas’-así les llamo- han perdido el horizonte y hacen o dicen cualquier cosa  con tal de ganar dinero”.

 

Pese a esta infancia, comprendió que lo que ocurriera de ahí para adelante dependía sólo de ella. “Me dije: ‘Mi futuro no depende de cómo fui criada, depende de lo que yo decido hacer’. Tomé, entonces, lo mejor de mi papá y de mi mamá, combiné lo estricto de mi viejo y lo suavicé con la ternura de mi madre, y cuando formé un hogar fue lo que le entregué a mis hijos, que ahora son mi mayor orgullo como madre”, comenta.

– ¿Cómo se define hoy Myriam Ortiz?

– “Estricta, pero comprensiva. Trato de equilibrar un poco las cosas. Soy, más bien, solitaria. Soy de pocas amigas. Si no me gusta algo, me cuesta una enormidad que no se me note. Hablo con mi cara. No puedo disimular, no podría jugar póker, aunque me encanta jugar truco, pero siempre me pillan –se ríe de buena gana-. Aún así tengo la honestidad de admitir cuando me equivoco y se lo digo a la persona con las disculpas respectivas, por lo mismo soy de pocas amigas porque a no todas las personas les cae bien alguien que no puede disimular si algo le molesta o si me aburre, peor todavía. No es que sea fome o pesada, sólo soy sincera”.

– ¿Cómo enfrenta las deslealtades? Porque hay muchas en la vida.

– “Ah, ¡demasiadas, demasiadas! Lamentablemente, estamos en un mundo que cada vez está peor, pero, quizás por el hecho de tener tanta gente mala, se valora más la buena. Cuando ves un jardín lleno de espinas, de cardos y maleza, con dos o tres rosas que veas te alivias. Para mí, eso es valioso y esperanzador”.

– ¿Cuál es su mayor defecto?

– “Mi carácter. Cuando algo me molesta llego y la largo, debo trabajar en eso, Mi marido –se larga a reír- me dice: ‘Tenés un carácter reputo, piba’. Pero, somos los dos iguales. Él es argentino. Él pensó encontrarse con una chilena dócil, suavecita –se ríe-, pero, creo, que se equivocó”.

Agradecimiento a Caupolicán Sanhueza

Myriam tiene cuatro hijos: Marjorie de 37 años, quien es agente de seguros acá en Punta Arenas; Bárbara (32), médico que ejerce en Argentina; Franco (30), ingeniero en transporte marítimo de Ultramar; y Carla (26), quien estudiando Geología hace dos años  se casó con un joven alemán y decidió ir a vivir a Alemania, y acaba de hacerla abuela por segunda vez, pues ya tiene un nieto muy guapo de 15 años, hijo de Marjorie, que se llama Michiat.

Myriam está agradecida de Punta Arenas, hermosa ciudad que le ha adoptado y dado grandes satisfacciones en todo sentido. “Le estoy muy agradecida por todas las oportunidades que me ha dado y creo haberlas sabido aprovechar, entre ellas conocer a mi segundo marido, Jorge Luis Britos Barrocas, luego de que éste enviudara hace  unos trece años”, apunta.

Al igual que ella, Jorge Luis Britos entraba en el mundo del corretaje y remates. “La vida se encargó de darnos una segunda oportunidad, como pareja y como profesionales, pues hasta el día de hoy trabajamos juntos en esto”, señaló.

“Yo trabajaba en un banco y estaba a cargo de un convenio con los profesores… En ese tiempo conocí a una mujer que me dijo: ‘Myriam, tú tienes harto carácter, conoces a mucha gente, ¿te gustaría trabajar en corretaje de propiedades?’. Le respondí que para mí era algo desconocido. ‘Yo sé de corretaje. Trabajé con un corredor y me gustaría que fueras mi socia’, me instó. Ella veía toda la parte administrativa y yo, de las ventas. Luego por motivos personales, decidimos seguir cada una por su lado, fue cuando opté por hacer las cosas como deben ser e hice un curso de corretaje de propiedades, tasación y ética de negocios en Santiago, y me hice miembro de la Cámara Inmobiliaria y me lancé con todo y me fue muy bien, hasta que, en ese tiempo, a mi ex marido le tocó venir a Punta Arenas”.

Al llegar a Magallanes, se separó definitivamente de su marido y se quedó sola con cuatro hijos. “Me dije: ‘¿Qué hago? Estoy en Punta Arenas y no conozco a nadie. ¿Qué puedo hacer? Corretaje, soy buena en eso’. Vi un par de inmobiliarias y aprecié falencias y me decidí. Conocí a un señor que nunca me voy a olvidar de él, que es Caupolicán Sanhueza. Él tenía el Canal 4 y llegué donde él para poder vender mi auto y poder instalarme con una oficina y me propuso que él se ponía con una oficina y  la publicidad y yo con  el corretaje. Para mí fue una sorpresa y jamás pensé que alguien me fuera a tender la mano tan rápido y que confiara en mí porque yo venía de afuera”, recalca. Pues él confió en mí y me dijo textual: ‘Cuando te sientas preparada y segura si quieres seguir sola, hazlo y yo seguiré haciendo tu publicidad’. Claro está, que debía esta vez pagarla”, apunta entre risas.

El negocio prosperó y, en un momento, Myriam decidió independizarse. “Fue un hombre muy generoso conmigo. A él le debo mucho y gracias a él vi el gran potencial de esta tremenda región”.

“Todos creían al principio que Otaibo era un hombre”

– El corretaje es un mundo muy masculino. ¿Le costó mucho ser aceptada en esta sociedad magallánica que es híper machista?

“Sí, Magallanes en ese tiempo era tremendamente machista y me encontré con la sorpresa que me dio risa, pero que, a la vez, me hizo pensar que, si no me mantenía firme, iba a claudicar. Todos creían que Otaibo era un hombre, un corredor. Una vez, llegó una señora que me hizo este comentario: ‘Llegó un señor corredor a Punta Arenas que es un tal Otaibo y hay que tener cuidado con él porque es un sinvergüenza’. Yo le repliqué: ‘¿Usted lo conoce?’ ‘¡No, pero sé que es un señor y me advirtieron que hay que tener cuidado con él’, me contestó. Le retruqué: ‘¿Esa persona que le contó lo conoce?’. Ella me comentó que le habían dicho que sí, que lo conocía. Pero, ella no tenía idea que Otaibo era yo y que era una mujer. Es decir, ni siquiera se habían dado el trabajo de averiguar quién era. Me causó risa y curiosidad, a la vez, ver cómo trabajaban acá y cómo se buscaba bajar a alguien que recién estaba comenzando hablando de esa manera, justifiqué el hecho porque entendí que yo era una potencial competencia .“El principio de mi empresa siempre fue trabajar con alturas de mira, siendo honesta y sincera, sin discriminar a nadie, pues para mí merece respeto y total atención quien tiene una propiedad de veinte millones de pesos como una de mil millones. Para ambas personas, esa propiedad tiene un gran valor porque es un bien que han adquirido con esfuerzo”.

– El mundo del corretaje también tiene mala fama. No son los buenos del cuento.

-“Y sí, no es para menos después de que han aparecido muchos comisionistas que creen que es una manera fácil de ganar dinero llamándose corredores de propiedades y dejando mal parados a los que estamos establecidos, pagamos impuestos y damos la cara ante cualquier problema, porque un buen corredor eso hace: da la cara, soluciona los problemas, sabe llevar una buena administración aun sabiendo que existen clientes un poco difícil, que cuando les tocan el bolsillo la cargan contra el corredor y ahí uno debe explicarles que si quieren recibir un arriendo por su propiedad, ésta debe estar en condiciones para ser usada, cuidando los intereses de ambos clientes. Al comisionista le interesa sólo cobrar una comisión y si hay problemas cambia el celular o no responde el teléfono y chao. Nosotros hemos logrado que Otaibo tenga la fama de ser honesto, transparente y de dar la cara”.

-¿Ese puede ser su mayor logro y/o satisfacción?

-“¡Sí!, y es mi mayor logro. Es algo que hemos mantenido en todos estos años, es una trayectoria limpia en ese sentido.

“También  mi mayor satisfacción es poder tener  independencia económica, manejar y gastar mi propio dinero. Y si hay algo que detesto es que un hombre le pregunte a una mujer : ‘¿Cuánto te costó?’ o le recriminen: ‘¿Por qué vas a gastar en eso?’ o que en una tienda o supermercado tenga ella que preguntar: ‘¿Puedo comprar esto o aquello?’. Ya pasé por eso cuando joven y no se lo doy a ninguna mujer. He aprendido que con trabajo y valentía se logra una independencia económica con que me puedo dar el gusto, entre otras cosas, de consultar a un amigo: ‘¿Necesitas algo?’ y decir: ‘No te preocupes, yo te ayudo’, sin tener que darle explicaciones a nadie. Cuando he podido ayudar, lo he hecho en forma desinteresada”.

– ¿Y qué pasa cuando hay procesos penosos en que debe actuar cuando a una persona le han embargado su casa?

– “Me ha tocado y es muy triste. Partamos de la base, cuando uno adquiere un compromiso y se mete en un crédito sabe perfectamente que tiene que pagar, pero hay gente que no toma eso con seriedad. Pero, también hay gente que ha perdido sus bienes porque ha perdido su  trabajo o  por enfermedad. No sólo por deuda se puede perder una casa. Por ejemplo, a mí, estando en Temuco, se me quemó la casa a puerta cerrada y lo perdí todo y debí partir de cero”.

Myriam Ortiz plantea que, cuando se enfrenta a casos en que por enfermedad o pérdida de trabajo alguien corre el riesgo de perder sus bienes, ella busca entregar un apoyo profesional que permita actuar a tiempo y elegir alternativas. “Le damos, por ejemplo, la opción de vender y le decimos: ‘¡Vendámosla!, aunque sea al precio que permita pagar su deuda y deje su sistema limpio para que, más adelante cuando esté bien, pueda ir al banco y solicitar algún crédito’. Pero, hay gente que no entiende, porque quiere vender la casa, pagar la deuda y que le alcance para comprar otra. Ahí es dónde aparecen corredores ‘estrella’, corredores ‘artistas’ que, una casa que vale 80 millones de pesos le dicen que la puedan vender en 120 millones o 150 millones y ahí tienen a la persona sin vender nada por tratar de captar el cliente y soñando con ganarse una comisión grande”.

– ¿Está presente o muy ausente la ética en el mundo del corretaje?

– “Lamentablemente debo reconocer que por la necesidad económica de algunos señores ‘de celulares’ o ‘artistas’ –así  les llamo- han perdido el horizonte y hacen o dicen cualquier cosa con tal de ganar dinero, buscan aprovecharse de la gente que poco sabe del tema inmobiliario, dando falsa información, ilusionarla con una venta rápida y con precios irrisorios. Señores comisionistas -que eso son para mí-, no corredores de propiedades,  pues no se han dado el trabajo de hacer cursos de ética y de conocimiento inmobiliario real y tasación,  para estar al día y hablar con veracidad y decir: ‘Señor, su propiedad vale tanto’, con conocimiento de causa y no mentir dando sumas elevadísimas con la intención de atrapar a un cliente y con suerte ganar una buena comisión y, por último, hacen perder el tiempo y, más encima, le cobran por unas supuestas publicaciones ”.

“Una mujer rabiosa”

– ¿Es feliz? Se lo pregunto porque observo un halo de tristeza.

– “Para mí la felicidad y la vida son momentos. Hay más tranquilidad en mi vida, resignación en muchas cosas, más que nada por enfermedades. A mi esposo lo operaron de cáncer y él se recuperó, pero es una enfermedad que puede volver. Entonces, dejo eso en las manos de Dios. Cuando nos enteramos, con mis hijos nos pusimos a orar y dijimos: ‘¡Que sea lo que Dios quiera!’. Todo eso empañó un poco esa sensación de felicidad que tenía entonces”.

Myriam Ortiz añade que hubo un momento en su vida con sus hijos y al conocer a  Jorge Luis Britos que se sintió plena. “Fuimos muy felices porque lo tuve todo. Después de que lo conocí a él, lo tuve todo y era muy feliz, pero Dios permite muchas cosas para que no te creas el cuento que todo es para siempre y te ensoberbezcas”, reflexiona. Fue como un tsunami grado 9, tuvimos que reacomodar nuestras vidas y decir después de muchos episodios esto es lo que nos queda, lo tomamos o lo dejamos, y decidimos seguir adelante. Pero ahora, somos más fuertes, somos nuevas personas dispuestas a tomar lo mejor de la vida, porque esta vida es una sola. Este eres tú, ésta soy yo, amigos, amigos en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad. Llegamos a la conclusión de que no vale la pena seguir luchando a esta edad por alguien que no está dispuesto a luchar contigo las grandes batallas en paz”, argumenta.

“Esa tristeza que crees observar es saber que algo está ahí latente y me lleva a que todas las noches tenga que orar por él, por mis hijos, por los que necesitan”, agrega.

– Cuando Myriam Ortiz ya no esté con nosotros, ¿qué quiere que diga su epitafio?

– “Aquí yace una mujer rabiosa”.

Si tú me invitaras a caminar siete u ocho kilómetros, no lo haría. Sin embargo, jugando golf lo hago feliz ”, comenta. Su principal enemigo es el viento. “Juego con lluvia, frio, pero me carga el viento de sobre 35 km por horas ese Te bota el carro, la pelota se sale del stand, tú te mueves. ¡Es un desastre para cualquier golfista!” pero la pasión es tanta que igual jugamos con viento, lluvia o nieve, señala.

 

“El golf es mi pasión y moldeó mi carácter”

Además de la pasión que siente por su trabajo, Myriam Ortiz Taibo se declara totalmente apasionada por el golf, actividad que abrazó luego de que a su esposo lo invitaran a integrarse al Magallanes Golf Club. Cuenta que la primera invitación fue rechazada por Jorge Luis Britos, quien replicó: “¡Ese deporte es para viejos!” y recibió como contrapregunta: “¿Y vos qué sos?”.

En una segunda invitación, recordó esa frase y se dijo: “¡Qué boludo! Si soy viejo”. Así fue como se animó, lo presentaron al club e ingresó como novicio y saltó a senior enseguida. “En todo caso era su apreciación respecto a este deporte, lo que está lejos de la realidad, es una disciplina para todas las edades y sexo eso es lo bonito”, puntualiza.

“Y se volvió una pasión en 2010. Nos encantó. Me volví fashion con el golf. Compré tenidas de todos los colores. Me encanta. Aunque, de repente, lo encuentro un derroche y me arrepiento un poco y ahí me digo: ‘¡Vanidosa!’. Pero, me entró la locura”, comenta en tono de broma.

Su progreso en la cancha ha sido ostensible y Myriam Ortiz ha ganado varios campeonatos. Además, auspicia  su propio campeonato, la Copa Otaibo.

Myriam ha jugado en diversas canchas en Chile, como Granadillas, Puerto Varas, Osorno, Frutillar, Concepción, Viña del mar y Santiago. En Argentina, ha estado en Buenos Aires, Ushuaia, Concordia y Palihue. También ha viajado a Cuba,  Brasil, Uruguay, República Dominicana y Colombia. Muy lejos de ser una profesional del golf, juega y comparte esta disciplina con toda su pasión y no puede negar ser competitiva.

Myriam, junto a sus compañeros de Golf de los fines de semana.

Admite que el golf ha moldeado su carácter. “Soy muy explosiva, impaciente, enojona y el golf doblega eso. Te enseña que no vas a avanzar mientras no tengas la herramienta de la paciencia. El golf es paciencia, concentración y yo ahora -este año- pegué un buen salto en cuanto al nivel golfístico, porque he aprendido a dominar un poco más ese carácter donde, si daba un mal golpe, me quedaba pegada por cinco hoyos y seguía pateando la perra con cara de enojada hasta que entendí que no, hoyo jugado, hoyo olvidado”. Estoy aún trabajando en eso. Hago mi invitación a que prueben esta disciplina, tenemos una cancha maravillosa, de la que cualquier magallánico puede sentirse orgulloso. En lo personal, la adoro. Además de realizar abiertos y campeonatos internacionales, se realizan campeonatos internos para reunir a los grupos familiares, por ejemplo, campeonato Padre e Hijo, campeonatos de dobles, que son parejas de amigos, matrimonios, etc.; campeonato Magallanes contra el resto del mundo. Es muy variado, tenemos campeonatos todo el año. ¡Así es que anímense y participen! No se van a arrepentir”, invita Myriam.