Diputada Sandra Amar Una parlamentaria social

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Pasos cortos y rápidos. Algo distraída y con la sonrisa siempre a flor de piel. Así es como comúnmente se ve a la diputada Sandra Amar circulando por el Congreso Nacional en Valparaíso.

Desde el 11 de marzo de 2018 a la fecha, la diputada representante de Magallanes, Sandra Amar Mancilla, vive vertiginosas y ajetreadas jornadas en donde distribuye su tiempo entre viajes, prensa, llamadas, audiencias, reuniones, comisiones y conversaciones con otros diputados y ministros de Estado. En la mente -y sin duda en el corazón- su querida región.

Dicen que muchas veces la realidad supera a la ficción, y así lo piensa también Amar, quien hace un par de años jamás hubiera imaginado ser la diputada de la denominada República Independiente. Sobre todo, en momentos en donde su carrera política pareció desfallecer, como fue la derrota que enfrentó en las elecciones parlamentarias de 2013. Aquel fue un duro golpe, y entonces hizo una promesa a su familia: no volver jamás a la política.

Con un lenguaje llano y sencillo, siempre honesta y mesurada, la diputada Amar cuenta a FEM, cómo y por qué no cumplió esta promesa. Repasa sus 40 años al servicio de la comunidad, y su corto, pero intenso tiempo siendo parlamentaria, trazando a la vez las líneas futuras de su mandato. Con tono apocalíptico y entre risas cuenta lo difícil que ha sido congeniar a Sandrita, la asistente social, con Sandra Amar, la diputada.

¿Pensó alguna vez que llegaría a ser representante de la Región de Magallanes en el parlamento?

Si me remonto 20 años atrás, veo a una asistente social enamorada de su trabajo. Si nos adelantamos en el tiempo, la sigo viendo. Una Sandra que trabaja con y por los más desprotegidos. El bienestar de mi familia y ayudar a la gente ha sido siempre algo primordial en mi vida profesional y personal, y desde ese punto de vista, me sentía completa, no necesitaba nada más. Sin embargo, con el paso de los años, la gente ve cosas que uno no ve, y algunos vieron en mí a una mujer más fuerte de lo que yo jamás vi, una inspiración, una líder.

¿Fue por eso que no cumplió su promesa de dejar la política?

Mi primera campaña fue dura. Yo había sido recientemente operada por lo que salía a la calle a hacer campaña con muletas. Este episodio de mi vida fue agotador y, además, perdí las elecciones. Entonces mi madre, quien ha estado siempre a mi lado, y mis hijos, me vieron tan deteriorada que me hicieron prometerles que nunca más me presentaría a otra campaña. Accedí. Y bueno, no pude cumplir. Aquí estoy (ríe).

Mientras trabajaba en la DIDECO, la vida puso en mi camino a personas fantásticas. Personas que vieron en mí un potencial distinto. Fue duro, y me negué en reiteradas oportunidades, pero tras insistir mucho, y tras un llamado del entonces candidato a la Presidencia Sebastián Piñera, accedí a presentarme como candidata a diputada.

¿Cómo han sido sus primeros meses como parlamentaria?

Intensos. El trabajo es titánico. Ser representante de la gente te enviste inmediatamente de una responsabilidad enorme. La confianza que miles de personas depositaron en mí para transmitir su voz y sus necesidades en el Congreso es algo que tomo con mucho compromiso y seriedad. Tal como lo hice durante 40 años siendo asistente social, mi músculo político y mi inspiración a diario es la gente, sobre todo quienes más lo necesitan: personas en situación de discapacidad, adultos mayores y niños. El trabajo social sigue siendo mi pasión; a veces, cuando estamos en terreno, mi jefe de gabinete dice que cuesta que yo cumpla con los horarios porque me quedo conversando mucho con la gente. No lo puedo evitar, me cuesta congeniar a la asistente social con la diputada que tiene los minutos contados… pero trabajo en ello, quiero ser un mix permanente de las dos: una parlamentaria social.

¿Cuáles son las medidas que ejecutará a corto plazo en su rol como parlamentaria?

Siempre lo he dicho, mi prioridad son quienes han sido constantemente invisibilizados por la sociedad y vulnerados en sus derechos. Teniendo esto como pilar en mi accionar, a corto plazo quiero mejorar el sistema de salud de nuestra región y legislar para mejorar las condiciones de vida de las personas en situación de discapacidad y de sus familias, y de los adultos mayores.

La lucha por el poder muchas veces lleva a exagerar promesas y yo no quiero hacer eso. Quiero ejercer liderazgo por vía del ejemplo, de las acciones. Lo mío es el actuar constante desde la genuina vocación de servicio. Si soy diputada es por la gente y gracias a la gente. En ese sentido creo que la política implica convicciones profundas, que no se transan por votos, no se venden por influencias, no se negocian por poder. Mi objetivo de hacer política, de ser representante de Magallanes, es combatir la suprema injusticia, con ímpetu un tanto soñador, pero a la vez con pleno convencimiento de que con voluntad de crear políticas que se condigan con las reales urgencias y necesidades de la gente, y buscando la concordancia en vez de la división, puede haber un mejoramiento en la forma en que hacemos política tanto en Chile como en nuestra región. Como políticos, es vital ensamblar todos nuestros esfuerzos porque así sea, y en esa línea, los magallánicos tienen mi férreo compromiso.