En el Bar Saturno Noemí Pérez, setenta y tres años haciendo empanadas

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El Bar Saturno existe desde 1936, y su nombre se debe al avión Saturno que voló por la región al mando del piloto Franco Bianco.

Por: Constanza Poblete

Se ha convertido en parada obligada para quienes transitan por Avenida Colón a la altura del número 700. El Bar Saturno se ha mantenido como picada local que atrae a generaciones que aprovechan de deleitarse con comidas caseras, pero sobre todo, con las clásicas empanadas fritas y de horno.
La responsable de mantener contenta a la tradicional clientela y a los nuevos comensales es Noemí Pérez, oriunda de Castro, que llegó de pequeña a Punta Arenas y que ha dedicado su vida a este negocio. Actualmente tiene 97 años, y de ellos, más de setenta estuvo a cargo de cocinar las comidas.
La señora “Mimi” siempre se encargó de preparar las comidas y cocinar sola, sin embargo en la década del ’90, recibe el apoyo de “Maruja” y, posteriormente, llega Margarita Quintul, quien hace 17 años trabaja en el Saturno y conoce a la perfección la receta de las empanadas.
“Mimi” goza de buena salud, lo que aún le permite estar “supervisando” la preparación de las empanadas e, incluso, en nuestra visita la encontramos cocinando.

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Un poco de historia
El Bar Saturno existe desde 1936 y su nombre se debe al avión Saturno que voló por la región al mando del piloto Franco Bianco. Según cuentan algunos clientes, el local que se ubicaba en calle Errázuriz (cerca al Club Croata) era bastante grande y principalmente se ofrecía schop y mucho hot-dog, al estilo alemán.
Manuel Lorca compra el local en 1943 manteniendo el nombre, pero incorpora las clásicas empanadas. El edificio donde se ubicaba el Saturno fue vendido en 1977 y Manuel decide habilitar un local más pequeño en su casa. Así mantienen el nombre y la decoración del local anterior.
Noemí y Manuel fueron matrimonio y, al fallecer Manuel en el año ’92, su hija Mirta se hace cargo del local.
Algo que llama la atención es que el local de Avenida Colón no tiene un letrero que lo identifique, pero Mirta explica que su padre quería que fuera un local más íntimo, que fuese una picada escondida y hasta el día de hoy eso se ha mantenido.

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Generaciones de familias
Mirta nos cuenta que la clientela se ha mantenido con el paso de los años y que, incluso, hay personas que iban al otro local y que sagradamente llegan a comerse sus empanadas los sábados.
“Este es un local que recibe a generaciones de familias. Llegan los abuelos, papás, nietos, y hasta bisnietos, todos se reúnen en torno a una buena mesa y buena conversación”, relata Mirta.
Y en eso coinciden los clientes. Don “Panchito” viaja desde Villa Tehuelches para comer sus empanadas. “Para mí son años viniendo a este local e, incluso, conocí el de calle Errázuriz, es una costumbre, lo vengo a pasar bien y a comer rico”.
Pero, ¿dónde está el secreto del local?: “La receta siempre ha sido la misma. Lo importante es no perder la calidad, por eso siempre buscamos los mejores productos e ingredientes para elaborar nuestras empanadas”, comenta la hija de Noemí, Mirta Lorca.