“Las mujeres migrantes han logrado hacerse un espacio en nuestra región”

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– Elena Burnás analiza desde la perspectiva de la cultura, el valor que tienen los procesos migratorios que ha tenido y tiene esta región.

Su historia es singular, pero con trazas comunes, a la vez, a la de muchos habitantes de esta tierra cuyos abuelos y padres llegaron un día de allende los mares a buscar un futuro más promisorio para ellos y formar sus familias.

Su padre llegó a América procedente de la Isla de Icaria, Grecia, que, según la mitología griega, fue bautizada así por Dédalo al ser la tierra cercana a donde murió su hijo Icaro, aquel que quiso recuperar su libertad usando alas para volar.

Mientras que el hermano de su padre se quedó en Nueva York, él siguió camino a Chile y se instaló en la VIII Región. Se casó con una chilena y tuvieron siete hijos, entre ellos a la pequeña que llamaron Elena.

Desempeñó varios empleos, entre ellos administrar un Fundo en Cañete o trabajar en los caminos de la región en el tendido eléctrico.

Aglutinó a todos los inmigrantes griegos de la zona en su “Emporio Grecia”, lugar de encuentro y acogida de los que necesitaran su apoyo, como los pasajeros de barcos que llegaban a Talcahuano.

Amaba su país y su cultura. Eso se lo transmitió a todos sus hijos e hijas. Pero también se sentía plenamente chileno. Se quedó en Chile porque el clima, el paisaje y hasta los temblores se parecían a su tierra natal.

Elena estudió en Santiago y llegó a Punta Arenas luego de casarse con un magallánico. Ella habla griego, baila bailes típicos y conoce y domina muchos aspectos de esa cultura. También se lo ha transmitido a sus hijos para los que está tramitando la doble nacionalidad.

Hace unos años se ha vinculado activamente a la comunidad griega residente y ha fortalecido aún más esa parte de su identidad.

Desde esa experiencia, cree firmemente en la coexistencia y riqueza de cada cultura y del diálogo entre ellas.

Ahora, como directora regional del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes cree que debe buscar espacios para el encuentro, intercambio y fortalecimiento de una convivencia en la diferencia que nos hace ricos en diversidad.

 

La riqueza de la migración

Elena Burnás plantea que se entiende la migración como una búsqueda de mejores oportunidades de vida que las que ofrece el país de origen.

“Eso motivó la llegada de extranjeros a Chile desde sus inicios y, por supuesto, a nuestra región. En ocasiones, ayudados por políticas de migración fomentadas desde el propio Estado chileno. Se buscaba mejores condiciones de trabajo y condiciones sociales para el sustento personal y para construir una familia, lo que, finalmente, definía la permanencia de ellos en el país”, recordó.

En las últimas décadas –recalca–, Chile se ve desde algunos otros países, como un lugar con economía estable, relativamente seguro e incluso, a pesar de algunas dificultades, con gente hospitalaria y cercana.

Específicamente sobre las mujeres migrantes, reconoce que ellas han logrado hacerse un espacio en nuestra región, en actividades comerciales, profesionales, culturales, sociales, artísticas, etc.

“Muchas se han destacado también como ciudadanas ilustres. Otras, acompañando a hijos, hermanos, padres, formando familia y criando hijos e hijas con amor a esta tierra. Una labor más silenciosa, pero fundamental en lo relativo a construir futuro y una comunidad próspera”, puntualiza.

Elena Burnás acotó que, en general, “todas ellas, las más públicas o conocidas y las más silenciosas, han sido parte fundamental del desarrollo cultural, han luchado por aumentar su nivel educacional, por integrarse, por construir espacios más amables, seguros, dignos para todas y todos”.

Frente a la reticencia y/o temor que gatillan los procesos migratorios, Elena Burnás plantea que hay que valorar la migración en cuanto nos da la posibilidad de vivir la interculturalidad que nos enriquece y fortalece como sociedad.

“Tenemos más saberes, más puntos de vista, un repertorio de conocimientos teóricos y prácticos amplio; y redes de apoyo y nexos que trascienden lo local: se tiene familia en Chile, pero también en otro lugar del mundo. Se mantienen lazos, se abren mundos”, señaló.

La llegada de personas de otras naciones genera oportunidades y desafíos desde diversos puntos de vista, pero, sobre todo, del cultural.

“Desde la cultura, tenemos el desafío de generar cada vez más espacios de encuentro, de intercambio de experiencias, de reconocimiento mutuo, de colaboración intersectorial. Debemos apuntar a socializar las particularidades culturales de cada grupo, fomentar el respeto mutuo, a eso nos comprometemos”, destacó la directora regional del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

 

“Todas ellas (mujeres inmigrantes), las más públicas o conocidas y las más silenciosas, han sido parte fundamental del desarrollo cultural, han luchado por aumentar su nivel educacional, por integrarse, por construir espacios más amables, seguros, dignos para todas y todos”.