Rosamaría Solar, entre relatos fantásticos y cuentos para niños

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– Esta joven magallánica está a punto de partir nuevamente a otras tierras. Ahora la espera un máster en Museología en la Universidad de Glasgow, Escocia, mientras recopila datos para su tesis de máster en Oxford y planea los nuevos títulos de la editorial infantil Guanaco Libre Ediciones y la publicación de una memoria fotográfica de Tierra del Fuego junto a la editorial londinense Endeavour, en alianza con Getty Images.

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Sospecha que su primer gran viaje fue al bosque donde viven los monstruos de Maurice Sendak , o a la estepa australiana donde habitaba el canguro albino que contemplaba cada recreo en la biblioteca del colegio. Rosamaría Solar tenía entonces seis años y a los cinco había escrito su primer cuento, sobre tres naranjas en Tierra del Fuego.

Desde entonces, las letras han sido para ella un amparo y su sino motivado por su afán de “buscar verdad y belleza, al mismo tiempo”.

Para conocer y explicar quién es hoy esta egresada del British School y de la Universidad Católica, ella nos remonta, como una condición sine qua non, a su infancia.

A los nueve años, vino un concurso nacional de la revista literaria del Redland School y un primer lugar con un ensayo en inglés “tedioso y existencialista”, asegura.

En 1991 fue alumna de Eugenio Mimica en el taller de narrativa que ocupaba los sábados la sala del segundo piso del Museo Regional de Magallanes, y dos de sus cuentos – nuevamente animales y Tierra del Fuego – fueron incluidos en un folletín impreso a mimeógrafo. A fines de ese año, se fue sola a Estados Unidos y vivió tres meses en un suburbio de Filadelfia, donde fue al colegio y descubrió que no todo salía en los libros que había leído. El mundo era inmensamente grande.

A los 34 años, Rosamaría Solar Robertson ha escrito, traducido y editado un fajo de cuentos, guías y libros sobre la naturaleza e historia de Patagonia y Antártica. Ha viajado por 35 países y ha vivido en España, Nueva Zelandia e Inglaterra. Entre otros oficios, ha sido tripulante, barwoman, profesora, guía de turismo, funcionaria de bibliotecas públicas e investigadora del Instituto Antártico Chileno. “Ahora soy un dinosaurio”, dice riendo, mientras visita Punta Arenas antes de volver al Reino Unido para cursar, con el programa de Becas Chile, un máster en Museología en la Universidad de Glasgow, Escocia.

También recopila datos para su tesis de máster en Oxford y planea los nuevos títulos de la editorial infantil Guanaco Libre Ediciones, además de la publicación de una memoria fotográfica de Tierra del Fuego junto a la editorial londinense Endeavour, en alianza con Getty Images.

 

– ¿Qué significa para ti la lectura? ¿Qué mundos te abrió?

– “La lectura es un viaje en el tiempo y el espacio, abre la mente y te lleva a imaginar otros mundos posibles. Los cuentos, las novelas, sobre todo en la infancia, me producían una suerte de encantamiento en el cual vivía las vidas de otros para quienes las cosas podían ser muy diferentes. Una ficción dice mentiras para contar verdades, estimula la empatía y la creatividad. A veces, andamos distraídos de lo esencial y la buena literatura nos trae de vuelta a detalles que importan en medio del ruido y las distracciones cotidianas”.

 

 – ¿Por qué escribes?

– “Supongo que me motiva un afán de verdad y de belleza al mismo tiempo. Escribo también por el placer de usar el lenguaje, tengo un interés casi científico por las palabras y por cómo se mueven solas o en grupo. Intento soñar un poco y construir narraciones entretenidas que abran contenidos ocultos a un público amplio. Pero el trabajo colaborativo es vital, todo libro necesita un equipo multidisciplinario para ver la luz. Con los textos divulgativos, busco la simpleza y propiciar la comunicación entre los miembros de una comunidad. Diría que dependiendo del texto pienso en dos lectores objetivos: los magallánicos y la niña que era yo hace treinta años”.

 

 “La lectura es un viaje en el tiempo y el espacio, abre la mente y te lleva a imaginar otros mundos posibles. Los cuentos, las novelas, sobre todo en la infancia, me producían una suerte de encantamiento en el cual vivía las vidas de otros para quienes las cosas podían ser muy diferentes”.

 

– Con tu amplitud de mundo, ¿qué opinión tienes de la sociedad chilena y, en particular, de la magallánica?

– “En ambas se respira una desigualdad cruel y un clasismo vergonzoso. Solemos citar como ejemplo estrella a Nueva Zelandia, un país con una distribución de ingresos equitativa y una sociedad tremendamente igualitaria. Como nada es perfecto, la pluralidad también genera divergencia, pero una menos agresiva, con un descontento positivo que desemboca en creatividad, cambios y mejoras. Quiero pensar que los magallánicos mantenemos la noción de comunidad y que el viento feroz nos levanta cierta locura hermanable. El aislamiento nos da un encanto provinciano y el privilegio de un gran territorio despoblado, territorio que difícilmente sabemos cómo habitar. Me preocupa que el capitalismo sea el dios de muchos y que nos demoremos tanto en aprender a usar sustentablemente los recursos naturales”.

 

– Se habla de la Reforma Educacional. ¿Qué piensas? ¿Cuáles deben ser los pilares de ésta? ¿Qué papel le cabe a la lectura, la imaginación y los libros en ella?

– “Necesaria, porque nuestro sistema educacional es despiadado y padece, como todo el país, de desigualdad crónica. Me parece que el debate se ha centrado en la gratuidad y el fin al lucro, y falta abordar por qué y cómo aprendemos. En ese sentido, la literatura y las artes despiertan las capacidades intelectuales, fortalecen la transmisión de la herencia cultural y el pensamiento creativo. Muchos países están reformando la educación pública para que los niños sean parte de la economía, pero en el proceso los van alejando de sí mismos y de sus capacidades humanas. No comulgo con la idea de estandarización, pero entiendo que de cierta forma es necesaria para establecer márgenes justos. Espero que los pilares de esta reforma sean igualdad, libertad, diversión y calidad, y le alcance un brazo para las bibliotecas escolares y públicas”.

– La educación que recibe la mayoría de los niños chilenos se basa en la jerarquización, en la sumisión y la obediencia, donde existe poco espacio para lo lúdico, la imaginación y la creatividad. ¿Te parece eso correcto? Ello es totalmente contrario al vasto y rico mundo de las letras.

– “Te cuento una anécdota de una conferencia de Neil Gaiman. Hace unos años, en China, el gobierno se preguntaba por qué los chinos eran expertos en hacer cosas si otros traían los planos, pero eran incapaces de innovar o de inventar algo. Entonces una delegación fue a Google, Apple y Microsoft y descubrió que los grandes inventores habían sido de niños lectores de ciencia ficción. El partido, que vetó por décadas la ciencia ficción, hoy fomenta la literatura fantástica. La lectura, además de placer estético y un efecto terapéutico, produce mejores sociedades, aunque parezca una exageración”.

“En ambas (sociedad chilena y magallánica) se respira una desigualdad cruel y un clasismo vergonzoso… . Quiero pensar que los magallánicos mantenemos la noción de comunidad y que el viento feroz nos levanta cierta locura hermanable”.

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– El sueño de Elvis, un cuento ilustrado sobre un dinosaurio antártico, es tu primer libro como autora y editora infantil. ¿Qué proyectas a futuro? ¿Cómo ves el panorama de los libros para niños en Magallanes?

– “Ha sido sorprendente la recepción de El sueño de Elvis entre los lectores infantiles, también por parte de los adultos. Pronto publicaremos La odisea antártica, un libro álbum de Pablo Ruiz sobre el viaje del Endurance, Shackleton y el Piloto Pardo, financiado con el Fondo del Libro del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.  Proyectamos dos libros más de animales prehistóricos y una serie de ciencia, dependiendo, claro, del interés de los lectores y las ventas. Necesitamos que la comunidad se apropie de la obra para que la obra exista. A nivel regional, Faunaficción de Silvestre Fugellie es un clásico. Quienes también han escrito para niños son Sandra Rogel, María Angélica Andrade y Ana María Martinic, además de otras publicaciones asociadas a proyectos. Nuestras dificultades están dadas por la distribución y las posibilidades de llegar a distintos mercados”.

 

– En el último año, has conocido de cerca la industria del libro en Inglaterra, una de las más influyentes a nivel mundial. ¿Qué tendencias y autores de literatura infantil destacas a nivel internacional?

– “El formato del libro álbum genera obras breves con historias interesantes. Los temas son infinitos. Me encanta el humor de Babette Cole, Isol, Oliver Jeffers y Satoshi Kitamura. ¡Hombre de color! de Ruillier y Héctor, el hombre extraordinariamente fuerte de Le Huche ofrecen una mirada muy sabia frente a la discriminación racial y de género. El ángel del abuelo de Jutta Bauer y Más allá del gran río, de Beuscher y Hass, hablan de la muerte, algo que también hacemos en El sueño de Elvis. En ese sentido, la literatura, la buena literatura, es un medio para conocer más de la vida, y los libros para niños también deben abordar temas complejos para conversar en familia”.

 

– Como mujer, ¿has tenido limitaciones para viajar sola? ¿Qué ocurre al respecto en el ámbito de la literatura?

– “Creo que las limitaciones han sido mínimas, probablemente son muchas más las autolimitaciones que uno se puede imponer sin que sean necesarias. Sólo en un par de ocasiones he decidido dar marcha atrás frente a un peligro inminente: recorté mis días en Belfast hace 15 años y hace unos siete me fui de Estambul sin visitar Ankara. Diría que en el ámbito literario las posibilidades también han mejorado. La canadiense Alice Munro recibió el último Premio Nobel de Literatura y la neocelandesa Eleanor Keatton el Man Booker Prize por The Illuminaries. Hay ciertos géneros, como la novela romántica, que privilegian a las mujeres. Por ejemplo, un veterano inglés de la segunda guerra mundial se convirtió en un exitoso autor de novelas románticas bajo el seudónimo de Jessica Blair. Antes escribía westerns y con su nombre real nadie quiso publicarlo. Vaya censura”.

“Nuestro sistema educacional es despiadado y padece, como todo el país, de desigualdad crónica. Me parece que el debate se ha centrado en la gratuidad y el fin al lucro, y falta abordar por qué y cómo aprendemos”.