Cecilia Rocamora, la primera aventurera de los cielos magallánicos

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– Esta mujer de alto vuelo fue la primera piloto civil en graduarse en la región en 1962.

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El mundo de la aviación dejó de ser exclusivamente masculino hace varios años. Las mujeres han y siguen marcando pauta en la aviación civil y militar, abriéndose paso en una profesión plagada de hombres. Inquietud, tenacidad, pasión y convicción son algunas de las cualidades que caracterizan a las mujeres que deciden ponerse a los mandos de un avión. No olvidemos valentía, amor por el riesgo y adrenalina.

Lo cierto es que para surcar el cielo hay que estar hecho de una pasta especial, definitivamente no son mujeres comunes. Cecilia Rocamora, hoy a sus 61 años y en la tranquilidad de su hogar, recuerda lo que a su juicio fueron años “extraordinarios”.

En esa época, era impensada una mujer piloto. En las Fuerzas Armadas aún no se hablaba de la incorporación de féminas a sus filas y debieron pasar varias décadas antes de que aquello ocurriera. Sin embargo, las ansias y anhelos de muchas ya era una realidad. Siendo el caso de Cecilia  una casualidad, como bien dice ella, “una afortunada casualidad”.

Su día a día no estaba tan alejado de los aviones, comenta. A sus 21 años, era parte del equipo contable de la Agencia Comercial de Lan y su gusto por esos pájaros de fierro siempre existió. “Era maravilloso ver volar los aviones de esa época, muy diferentes a los de ahora, su estructura era mucho más frágil, sinceramente no sé cómo nunca sentí temor” y agrega: “Yo venía de una familia con historia en vuelos, tanto en el área comercial como en la Fuerza Aérea, siempre estuvimos vinculados al Club Aéreo y a la Fach”.

“Si hoy fuera joven elegiría entrar a la Fuerza Aérea y, si pudiera elegir qué avión volar, sería sin duda una más de los Halcones para hacer acrobacias”.

Fue así como en un momento especial para la región de Magallanes, dado que se reactivó el Club Aéreo, uno de sus directores, Luciano Julio, le ofrece a Cecilia y a su actual marido, en esa época su novio, ser parte de un curso para pilotos. “Yo le dije de inmediato que no, pero él muy insistente me dice: ‘Cecilita, ¿cómo tú no lo vas a hacer? Tienes que seguir la tradición de la familia’ y, como siempre fui bien osada y decidida, acepté una invitación al Club”. Fue ahí, dice ella, que la historia cambió. “Nos invitaron cuando llegaron los aviones, que eran de esos forrados en lona, y ahí el teniente (A) Jorge Barrenechea, quien después fue mi instructor, me invita a volar y durante el sobrevuelo me pasa los comandos. Yo, convencida de que es él quien va al mando del avión, tomé los comandos para sentir el vuelo. Una vez que aterrizamos me dijo que lo había hecho estupendo y que había aterrizado sola… Fue sólo eso lo que bastó para saber que quería volver a hacerlo”.

Junto a su marido, deciden ingresar al curso para pilotos civiles, donde los instructores lo componía una agrupación exclusiva de pilotos de la Fach, quienes eran también parte del Club Aéreo.

Fueron 19 personas inscritas y no todas lograron graduarse. Cecilia cumplió íntegramente con el programa teórico y de vuelo constituyéndose en la primera mujer de Magallanes en ostentar el honor de ser piloto civil.

rocamora 2 Avión utilizado en su primer vuelo.

Instruidos por Pilotos Fach

Cecilia cuenta que fue un curso muy agradable, pero de gran exigencia. “Fue un grupo de instructores realmente de lujo. Recuerdo con mucho cariño a nuestro jefe del área de vuelo, capitán de bandada (A) Mario Jiménez; el jefe del área teórica, teniente (A) Renato del Campo; el teniente (A) Jorge Barrenechea; y el comandante de grupo (A) Mario Aguilera. Nos exigían igual como a los cadetes o pilotos novatos de la Escuela de Aviación, siempre con mucho respeto porque yo era la única mujer, pero con un sentido familiar y de mucha responsabilidad”, recuerda Cecilia.

Al hacer memoria, no deja de emocionarse ante el hecho de ser parte de la historia de la aviación de Magallanes.

“Creo que fue una linda época, no habían más mujeres y lo disfrutamos mucho. Salir a volar a las 3 ó 5 de la mañana en esta región con buen tiempo, es maravilloso. Con mi marido nos compramos con el tiempo un avión que disfrutamos en familia con nuestros hijos, pero también recuerdo con afecto a la Brigada ubicada en Bahía Catalina, que luego fue el Ala 3 y, posteriormente, se cambió a la actual Base en Chabunco. Sinceramente, le tengo mucho cariño a la Fuerza Aérea”.

Sin lugar a dudas si algo tiene en común Cecilia Rocamora con otras mujeres pilotos, incluso con las actuales, es su pasión por el vuelo, su espíritu aventurero y, principalmente, la vocación: “Para mí, volar es algo natural; no sé andar en bicicleta, pero volar es muy sencillo. Tuve instructores de lujo, me enseñaron el amor por el vuelo, la técnica y me traspasaron su pasión. Volar es realmente maravilloso y sueño con que alguna de mis nietas lo haga”.

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Tradicional bautizo por primer vuelo realizado por oficiales Fach.

A ello agrega con mucha convicción: “Si hoy fuera joven elegiría entrar a la Fuerza Aérea y, si pudiera elegir qué avión volar, sería sin duda una más de los Halcones para hacer acrobacias”.

La presencia femenina al mando de vuelos, sean éstos civiles o militares, ha ido creciendo. Son cada vez más las que incursionan en un mundo antes reservado para hombres. Son mujeres como Cecilia Rocamora las que han ido abriendo puertas. Son mujeres con historia. Mujeres de alto vuelo.