Neofobia alimentaria infantil: CUANDO LA HORA DE COMER SE CONVIERTE EN UN CAMPO DE BATALLA

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Bárbara Córdoba Figueroa. Nutricionista. Universidad de Valparaíso.

 

Llega la hora del almuerzo. Pero también llega la hora de las pataletas del más pequeño de la casa. ¿La razón? Se rehúsa a comer al darse cuenta de que su plato contiene verduras. Esto es cosa de todos los días. Sus padres, cansados de la situación, se rinden ante su hijo y deciden reemplazarle la comida por “algo que le guste más” o por “lo que el niño pida”, lo que generalmente no es lo más nutritivo para él. Pero, ¿por qué los niños tienden a rechazar ciertos alimentos? 

Es totalmente normal que los niños y niñas que se exponen a un alimento nuevo lo rechacen. A esto se le denomina neofobia, que se define como el temor inicial ante lo nuevo. Esto incluye las nuevas texturas, colores, sabores y olores de los alimentos. Incluso, los lactantes al recibir sus primeras comidas, normalmente aceptarán con mayor facilidad alimentos azucarados, como los postres, y puede que rechacen los alimentos que tienden a ser más amargos, por ejemplo, las verduras verdes. La mayor prevalencia de esta condición ocurre desde la edad preescolar hasta aproximadamente los 6 años, donde debería comenzar a declinar, por lo que la neofobia se considera parte normal del desarrollo. Al ser un fenómeno esperado a esa edad, no debiera ocasionar un retiro permanente del alimento rechazado, pues lo más probable es que esto provoque que tampoco lo consuma en su vida adulta.

Según un estudio liderado por la Universidad de Chile, se corroboró que, de la amplia diversidad de ingredientes disponibles en el mercado, alrededor de 190, los niños menores de seis años apenas ingieren 70, centrando su dieta en el pan, papas fritas, pollo, fideos y unos pocos vegetales. Aprovechándose de esto, es ya tradicional que los restaurantes cuenten con el famoso “menú infantil”, que consiste en nada más y nada menos que papas fritas, tallarines, pollo y hamburguesas, debido a que son los favoritos de los niños.

De esta manera, los niños comienzan a tener una “monocomida”, es decir, la mayoría de los días comen pollo, salchichas, hamburguesas, pan, etc.  Lamentablemente, esta conducta puede llevar a la malnutrición por exceso, deficiencias nutricionales y malos hábitos alimenticios, formando niños con problemas de salud, de autoestima y hasta con bajo rendimiento escolar y, en consecuencia, adultos enfermos, de forma física o psicosocial.

¿Qué se debe hacer ante la etapa de neofobia alimentaria?

Se recomienda que, en primer lugar, los padres sean pacientes, para que la etapa de neofobia no se agrave. Se debe tener un ambiente tranquilo a la hora de comer, sin distracciones de televisión, celulares y aparatos electrónicos. Debe ofrecerse el alimento con insistencia suave, sin presiones ni retos, hasta su aceptación. Investigaciones señalan que entre 5 a 15 repeticiones de ofrecimiento son necesarias para que el niño logre aceptar un nuevo alimento. También, se debe permitir al niño que juegue y tome los alimentos con sus propias manos, para que observe sus colores, textura y aroma. Esto incrementa la posibilidad de que ingiera el alimento de buena gana. El comportamiento de los niños está influenciado por el contexto social, por lo que se aconseja comer en familia para que encuentre satisfacción en las interacciones sociales y asocie la hora de comer a una situación agradable y placentera, gracias a un ambiente amigable y afectivo, por lo que su actitud hacia probar algo nuevo resultará más positiva. Cabe destacar que los niños imitan el comportamiento de los padres, por lo que deberán verlos teniendo una dieta saludable. Por otro lado, no se debe intentar convencerlos de que coman con premios o asustándolos con castigos o menos forzándolos metiéndoles la cuchara a la boca.

La idea no es dar rienda suelta a que coman lo que quieran, si no promover en ellos el consumo de alimentos saludables, evitando así formarles traumas con ciertas comidas. Lo más adecuado es armarse de paciencia y dar un alimento nuevo por vez. Es un trabajo que requiere tiempo, pero es de vital importancia, ya que la alimentación del niño forja la salud del futuro adulto.