“Las letras se convirtieron en mi pasión”

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Elia Simeone R.
esimeone@laprensaaustral.cl

María Antonieta Barrientos Bahamóndez
Siempre tuvo problemas médicos. Sin embargo y pese a su fragilidad debido a una  trombofilia hereditaria, mantenía una vida cotidiana bastante normal, hasta que, al sobrevenirle su tercer accidente vascular, un día despertó de una operación sin poder ver. “La visión del ojo izquierdo la tengo totalmente perdida desde esa fecha y la del ojo derecho sólo atisba algo de luz”.
Así, María Antonieta Barrientos Bahamóndez quedó ciega a los 40 años. “Fue muy difícil inicialmente. Pasé tres meses llorando”, recuerda.
“No veo rostros ni colores. No distingo hoyos en la calle. Sólo logro percibir un poco de luz”, comenta.
Sin embargo, está consciente de que estar ciega es una secuela menor, pensando que pudo haber quedado hemipléjica o tetrapléjica, con graves problemas de comunicación.

 

Nunca había ido a un taller literario, pero había escrito desde pequeña. Cuentos, narrativas y poemas figuraban en cuadernos y hojas que fue guardando por años hasta que, al quedarse ciega, botó todo a la basura presa de una profunda depresión. Serían las propias letras que tiró las que, más adelante, le devolvieran un sentido para vivir.

 

De los cuentos de su madre a escribir
“Mi acercamiento a la lectura se lo debo a mi madre, que siempre nos leyó cuentos”. Así comienza a explicar María Antonieta cómo se inició su temprana introducción al mundo de las letras, quien, a los 50 años  -“Cambié de folio en enero”, comenta con gracia- recién puede decir con orgullo que se siente una escritora.
Ello, porque a mediados de diciembre recién pasado lanzó su primer libro que tituló “Luciana, la ovejita magallánica”, cuento ambientado en la comuna de Río Verde que busca, a través de un relato sencillo y breve, estimular en los niños el amor por la lectura y vincularlos con la historia y costumbres de las estancias patagónicas, así como hacerlos soñar con la gran variedad de animales que son característicos de Magallanes.
Pero, más allá de que haya logrado su propósito a los 50 años, lo sorprendente es que lo haya hecho luego de quedarse ciega.
Soltera y sin hijos, recuerda con especial cariño a su padre fallecido (Hermógenes Barrientos) y a su madre (María Nelly Bahamóndez).
Al sobrevenir su actual condición de no vidente, valora el apoyo recibido de su familia, sobre todo de su hermana Mónica y de sus sobrinos mayores (Diana y Felipe).
“Tuve que aprender cómo vivir estando ciega. Fue un re-aprendizaje de todas las cosas”, comenta.
En este proceso y tras la gran depresión en la que se sumió, fueron determinantes su excelente memoria y otros conocimientos como los de contadora y dactilógrafa. Memorizar números, nombres y la posición de las letras en un teclado… Todo ello le permitió reacomodar su existencia y volver a reencontrarse con las letras.
Pero, ello no fue sencillo.
En medio de su angustia, un día resolvió tirar a la basura todos los escritos que tenía, cuando desde niña a la adultez fue componiendo poemas y relatos, ya que siempre estuvo inmersa en el mundo de la lectura. “Siempre fui una lectora ávida desde que mi madre nos contaba cuentos todas las noches y, cuando digo cuentos, es que para mí eran lo mismo el relato del arca de Noé al combate naval de Iquique. Como era niña, para mí eran cuentos… Luego, en el colegio, leía con gusto las lecturas básicas y releía en mi casa los textos que más me gustaban como las obras de Francisco Coloane”, recuerda.
Los libros sobre la Patagonia y la literatura clásica fueron sus pasiones. Luego agregó a los autores contemporáneos chilenos. Pero, sobre todo, se expresa enamorada de los escritos de Gabriel García Márquez.

MARIA ANTONIETA BARRIENTOS-LIBRO DE CIEGA GL02

Su primer libro
Pero, cuando su mundo se derrumbó debido a la ceguera que le sobrevino, el enojo consumió y botó todo lo que le recordaba su vida pasada.
“Tenía mucha rabia, frustración e impotencia”, dice.
Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, trató de volver a escribir poemas y relatos botados, pero no fue lo mismo, porque “ya el sentimiento no era el mismo que inspiró la escritura original”.
Ello hasta que, paradojalmente, comenzó a alumbrarse su camino…
Una amiga le comentó que en la Casa Azul del Arte se estaba dictando un taller de letras y María Antonieta se comunicó con la maestra Rosario Chavol a fines de 2008, quien la incluyó pese a que era ciega.
“Cuando llegué, mi presencia fue de alto impacto, no era Rosario Chavol, sino para los otros participantes, que se preguntaban: ‘¿Qué hace una persona ciega en un taller de escritura?’ Pues, era un taller para ‘gente normal’, pero Rosario adaptó su metodología y me integró al grupo”, indica.
En esto, fue importante lograr obtener un programa de computador que lee los textos que se colocan en la pantalla.
Así, lo que siempre fue un hobby de su niñez y juventud se convirtió en un refugio y terapia. No sólo comenzó a escribir de nuevo, sino que fue alentada a participar en concursos, mientras iba adquiriendo más técnica y conocimientos.
Ahora y tras el lanzamiento de su primer libro “Luciana, la ovejita magallánica”, guarda el anhelo de que la puedan invitar a la Feria Infantil del Libro. “Serían palabras mayores poder asistir allí”, comenta.
Agrega que ahora también está participando en un concurso internacional lanzado en España y declara con plena convicción: “Las letras se convirtieron en una pasión. Son, por así decirlo, un vicio, quizás el más inocuo que se puede adquirir”.
Quienes deseen adquirir su primer cuento pueden contactarla al correo electrónico marian.bardez@gmail.com o al celular 9-8290140.

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