Reconociendo a los niños (as) como sujetos de derechos

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Los adultos jugamos un rol fundamental en la garantía de los derechos de la infancia. No basta con saber que existen, sino que debemos propiciar desde la práctica que estos derechos sean respetados, “reconociendo a los niños y niñas como sujetos de derechos, con características, necesidades e intereses propios”, expresa la jefa del departamento de Promoción y Protección de la Infancia de Fundación Integra, Marisol Pérez.

 

¿A qué nos referimos cuando hablamos de niño o niña? Fundación Integra, con 23 años de experiencia en educación parvularia, realizó un trabajo de construcción participativa –con los distintos actores que participan en educación- para definir la visión de niño o niña que sustenta los procesos de aprendizaje que propicia, y las políticas y estrategias institucionales a favor de la primera infancia.

Los resultados de este proceso precisaron que: “Los niños y niñas son personas co-constructoras activas de su cultura y de su identidad que, a través del juego y las interacciones afectivas y cognitivas con su entorno, crean un mundo rico de significados y posibilidades ilimitadas para su desarrollo pleno y el enriquecimiento de la sociedad a la que pertenecen”.

Entender a los niños y niñas como personas supone “reconocerlos como sujetos de derechos, como personas únicas e irrepetibles que tienen características, necesidades e intereses propios que deben ser respetados”, explica la jefa del departamento de Promoción y Protección de la Infancia de Fundación Integra, Marisol Pérez Pérez. También asume el desafío de colaborar con su desarrollo en relación a cómo conocen sus habilidades (autoconocimiento), cómo aprenden a valorarse y quererse (autoestima) y cómo aprenden a valerse por sí mismos (autonomía).

Los niños y niñas son miembros partícipes de una sociedad, capaces de aportar con sus significados, conocimientos y valores al mundo, por tanto, capaces de producir cambios.

Son concebidos “como ciudadanos, como personas que piensan y cuestionan, proponen y crean, toman decisiones y son capaces de elegir, con capacidad de soñar y con un rol protagónico en la construcción de la sociedad desde sus aprendizajes y saberes previos así como desde sus conocimientos actuales”, plantea la definición de Fundación Integra.

Asimismo son personas en crecimiento, sensibles y generosas, que desarrollan su identidad, avanzan en el descubrimiento de sus potencialidades, y se relacionan con su entorno a través del juego y de las interacciones afectivas y cognitivas. “El propiciar ambientes positivos favorece aprendizajes, más aún, cuando estos ambientes relacionados al entorno familiar, social y cultural se encuentran empapados de una cultura de buen trato, permitiendo ser un facilitador en el desarrollo pleno de la primera infancia”, destaca la jefa del Departamento Educativo de Fundación Integra, Paola Maldonado Alvarado.

 

Derecho a ser niño o niña

Los adultos jugamos un rol fundamental en la garantía de los derechos de la infancia. No basta con saber que existen, sino que debemos propiciar desde la práctica que estos derechos sean respetados, reconociendo a los niños y niñas como sujetos de derechos, con características, necesidades e intereses propios. A continuación, revelamos algunos elementos que dicen relación con el derecho fundacional de ser niño o niña, tomando como referencia el artículo “Se permite ser niño o niña” de la psicóloga del servicio Fonoinfancia (800 200 818) de Fundación Integra, Carolina Gaete.

 

Jugar: Actividad propia de la infancia que responde a la alegría de vivir el mundo. A través del juego los niños y niñas pueden disfrutar de una experiencia sensorial, vincularse con los objetos, desarrollar roles, aprender normas, trabajar en comunidad, conocer sus capacidades y relacionarse con otros. Es una herramienta natural de aprendizaje que los adultos deben posibilitar.

 

Explorar: Descubrir el mundo a través de la experiencia de explorar. Para esto se requiere de un contexto favorable, libre de amenazas y coerción, que permita desplegar toda su creatividad.

 

Derecho a “equivocarse”: La conceptualización adulta espera respuestas “correctas”. El niño (a) tiene derecho a entregar respuestas distintas a las esperadas y también a ser acompañado en este proceso de autorregulación, lo cual es diferente a ser enjuiciado.

 

Acompañar su desarrollo a través de normas: Las normas nos muestran límites y ayudan a reconocer las necesidades propias y las de los otros. Los niños tienen derecho a crecer en un ambiente normado, donde normas no son sinónimo de obediencia, sino la posibilidad de recrear la propia voluntad dentro de un espacio en que se cautele la integridad.

 

Ser diferente a otro niño (a): Proteger de las comparaciones, la competencia y las descalificaciones, respetando las individualidades de cada uno. Los niños presentan intereses, habilidades, necesidades, opiniones y contextos que posibilitan la diferenciación del otro.