Lengua Kawésqar, un tesoro cultural

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La importancia del estudio de la lengua de un pueblo radica en el conocimiento que se devela a través de ella, sobre la cultura, las ideas, el arte, los paisajes, el territorio, así como también la flora y fauna.

Como explica el historiador Enzo Abbagliati Boils en un número de la Revista Patrimonio dedicado al estudio del lenguaje, toda lengua es una manera de interpretar la realidad. Sus palabras, sus construcciones gramaticales, los conceptos, son mecanismos para codificar nuestro mundo. Y todo ejercicio de interpretación es un ejercicio de reducción de la realidad a aquellos elementos más significativos. Asimismo el etnolingüista Oscar Aguilera, advierte que cada lengua tiene sus particularidades y sus encantos. La pérdida de una significa la desaparición de todo un universo de ideas y visiones del mundo irrecuperable. “Es como si borráramos toda una región en un mapa, porque desaparece todo el conocimiento que de ella tienen quienes allí habitan”.

Por eso es necesario no sólo rescatar la lengua para exhibirla a modo de museo, sino que continúe viva entre sus propios hablantes y en las futuras generaciones, descendientes de los pueblos originarios que la han creado.

 

Trabajo etnográfico

En el año 1975 el etnolingüista Oscar Aguilera y el antropólogo Alberto Medina, junto a un equipo conformado por un dibujante y un fotógrafo, viajaron a Puerto Edén para convivir con un grupo reducido, últimos hablantes de la etnia Kawésqar y desarrollar el proyecto de rescate de su lengua. Desde aquella época hasta la fecha junto al antropólogo Kawésqar José Tonko Paterito han escrito libros, investigaciones científicas y diccionarios que dan a conocer el rico universo cultural, entre ellos “Relatos de viaje Kawésqar, nómadas canoeros de la Patagonia Occidental”.

En el artículo titulado “¿Lenguas ricas y lenguas pobres?”, Oscar Aguilera desmitifica la idea de que las lenguas ágrafas son más pobres que las escritas. Expone como ejemplo las 32 maneras de decir “aquí” que tienen los Kawésqar para precisar los lugares geográficos que debían conocer con exactitud en sus viajes de supervivencia por los canales patagónicos.

“Tanto el yagán como el Kawésqar son lenguas polisintéticas y aglutinantes, por lo cual el número de palabras con construcciones complejas es muy abundante y muchas veces las palabras tienen significados que requieren de toda una frase o una oración para traducirlo”, describe Aguilera.

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Un ejemplo en Kawésqar

Setép asá-k’ejétal-qei-sekuóna-ar-hójok = siempre había ido al sur.

En la oración de arriba, el verbo lleva una serie de sufijos, que ilustra el carácter aglutinante de la lengua. Cada uno de los sufijos proporciona al oyente información sobre el enunciado: -k’éje indica que la acción de embarcarse es frecuente y se repite muchas veces, de allí que va con [a]tal; se indica también que embarcarse tiene una finalidad (-qei), pero se agrega un presuntivo (-sekuóna) que informa que el hablante no puede asegurar que haya sido testigo presencial de todas las veces que se ha embarcado la persona de quien se habla; embarcarse en todas las ocasiones implica un proceso, una duración, por ello se agrega el sufijo durativo (-ar); por último el hablante sitúa su enunciado en el tiempo, aquí un tiempo pasado indefinido, pero como está narrando algo que es una anécdota o recuerdo, utiliza el sufijo de pasado narrativo –hójok.

 

Tonka, una mujer Kawésqar

Su nombre es Carolina Quintul Coliboro y por sus venas corre sangre Kawésqar y mapuche. En el largo camino de búsqueda por recuperar sus raíces e identidad se fue reapropiando de las costumbres, valores y cultura de su pueblo para transmitirlos al mundo. Es así que desde hace algunos años da clases de idioma Kawésqar en el Colegio Francés de Punta Arenas; también ha realizado un documental titulado “Tonka, una mujer Kawésqar” que participó en distintos festivales de cine de Chile y México.

“Toqué muchas puertas de establecimientos educativos municipales, pero no me dieron lugar, hasta que la directora del Colegio Francés me dijo: ‘Probemos’ y aquí estoy desde hace más de dos años, dando clases no sólo del idioma Kawésqar sino también de todos los valores, costumbres y cultura de nuestros pueblos”. Carolina comenta que empezó a dictar sus clases en segundo básico y como la directora quedó tan conforme ahora también tiene a su cargo un 3º y un 4º básico.

Según su relato, son muchas las experiencias que quedan en su memoria a partir de la rica tarea de enseñar, una de ellas es la presentación teatral que elaboró con sus alumnos el año pasado para el día de la tradición inspirada en el Cuento de la Ballena. Los niños en lugar de ir con el uniforme a la presentación llegaron decididamente caracterizados con los personajes, con collares de caracoles, plumas y caritas pintadas. “Llegaron hablando en Kawésqar y cantaron todos juntos una canción… Para mí fue muy emocionante”, cuenta Carolina Quintul.

En base a su experiencia dando clases, ¿qué valores y experiencias de los pueblos originarios considera que es necesario transmitir y reforzar en los más pequeños?

“Me he dado cuenta que a los niños le hacen falta muchos valores desde el hogar y la familia, los papás muchas veces no se detienen a escuchar a los chicos, el respeto, saber guardar silencio cuando los adultos hablan, el respeto a los animales, a la naturaleza. Cuidar el medio ambiente, el hábitat donde vivimos. Escuchar los sonidos de los pájaros, el valor de la amistad. Mi trabajo no es sólo enseñar un idioma sino divulgar la cultura, así es que les enseño a realizar pequeños instrumentos, canoas en miniatura, canastos, les traigo cuentos y poesías”.

En idioma Kawésqar Cas (Chas) significa regalar, dar, donar, entregar. “Antiguamente eso se practicaba en nuestro pueblo, casi como una forma de vida, por ejemplo cuando se varaba una ballena en la costa, (ella explica que nunca cazaban ballenas sino que las mismas quedaban varadas a orillas del mar) se avisaban unas familias a otras para aprovechar su carne y repartirla entre todos, por eso yo pienso que en la sociedad actual el sentido de la palabra ‘Cas’ no significa un regalo con moño, uno puede dar muchas cosas en la vida”.

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Historia de vida

Carolina parece estar marcada a fuego por el significado de su doble apellido: Quintul quiere decir “el que mira, el que observa” y Coliboro “hueso rojizo duro de roer”. Porque aunque con tristeza relata cómo los nativos fueron arrancados de su ambiente, de su cultura, también está claro en ella que hay que seguir adelante y mantener viva la verdadera historia de su pueblo.

“A muchos nativos los llevaron a Francia o Inglaterra y los trataron como un verdadero zoológico humano. Los llevaron también a otros a colegios de Punta Arenas o Santiago con el propósito de ‘civilizar’, pero una vez que estuvieron suficientemente educados se dieron cuenta de la barbarie que se estaba cometiendo con su pueblo. El abuso”, explica Quintul.

El uso de pieles por parte de los pueblos nativos era una sana convivencia con el medio ambiente, porque cuando se cazaba un lobo marino, se usaba la piel para el abrigo y la carne para comer, así como el aceite para efectos medicinales y para protegerse del frío, pero siglos más tarde “vino el blanco codicioso y comenzó a comercializar todo, lo que se hizo con las pieles de los animales fue una barbarie”, reflexiona Carolina.

“En mi caso fui arrancada de mis padres cuando yo era muy chica, resulta que en los Kawésqar persiste la enfermedad de pulmón (TBC o Tuberculosis pulmonar)”. Según relata el contagio y uno de los motivos del exterminio de su pueblo, se dio por las ropas que les traían los europeos y que “truequeaban” por pieles. Desde el otro lado del Atlántico traían enfermedades que los nativos no conocían. “Incluso el alcoholismo, les daban aguardiente o whisky a cambio de oro y pieles y lamentablemente eso se fue instalando y es un mal que perdura hasta hoy”.

Su padre de sangre mapuche, llegó desde Osorno en un barco de la Armada y en Punta Arenas conoció a su madre. Se casaron y tuvieron hijos, pero una vez que su mamá cayó enferma a raíz de una tuberculosis pulmonar, el servicio de asistencia social de la Armada separó a la familia y llevó a los niños a un internado en Villa Alemana en la región de Valparaíso. “Yo fui arrancada de mi madre, no pude disfrutarla y cuando tenía ocho años ella falleció”, se lamenta.

¿Cuál es la mejor forma según su perspectiva para crear lazos de hermandad, de convivencia, a pesar de toda la historia dolorosa y trágica que han vivido los pueblos originarios?

“Es difícil, yo he trabajado durante muchos años como dirigente, y conocí a muchos políticos, participé en mesas de trabajo y todos se mostraban muy abiertos, pero en el momento que uno toca sus puertas, dicen vaya para allá para acá, y no se resuelve nada. Las puertas quedan cerradas. Entonces hasta el día de hoy persiste eso. Sin ir más lejos ahora hay una consulta indígena pero no se está haciendo bien acá, hay muchos pueblos que no participaron. El gobierno promete un ministerio de los pueblos originarios, para distribuir recursos. Pero la realidad es que no nos han dicho la propuesta, en qué consiste realmente. Sería muy lindo que esta sociedad cambiara su pensamiento y se ponga por un momento del lado del indígena. Hay pocos dueños de toda la Patagonia, a los que desde el siglo XIX les dieron tierras, nosotros no tenemos ni siquiera un pedazo, y tenemos que postularnos a un proyecto con un montón de papeles burocráticos que nunca alcanzan para tener nuestro propio lugar. Además para postular hay que tener algo de plata y nosotros no la tenemos, somos de condición humilde. Pero si viene alguien de afuera le venden hectáreas por dos mil o tres mil pesos. Los privilegios son para unos pocos. Y eso genera mucha impotencia”.

¿Qué piensa usted que hubiera pasado si la historia hubiese sido otra?

“No estaríamos hablando de exterminio de pueblos, tendríamos la historia viva, aunque mientras nosotros sigamos vivos y podamos divulgar nuestras costumbres, la historia va a seguir. Tenemos una identidad, nuestra región, y Punta Arenas no se podría sentir más orgullosa de tener sobrevivientes de un pueblo milenario”.

 

MINISTERIO

Proyecto: Conociendo a nuestros antepasados: cinco mujeres indígenas que marcaron la historia regional

FONDO DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN, REGIÓN DE MAGALLANES

PROYECTO FINANCIADO POR EL MINISTERIO SECRETARÍA NACIONAL DE GOBIERNO