“Es un viaje imperdible, difícil, pero el paisaje lo compensa todo”

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Estas hermanas santiaguinas se aventuraron como mochileras en el Parque Nacional Torres del Paine, para hacer la W, viviendo situaciones extremas debido a un frente de mal tiempo. Aquí su relato de este paso por Magallanes, que puede ser similar al de los miles de jóvenes que cada año se animan a vivir la misma experiencia.

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Su hermana se cayó dos veces producto de las fuertes rachas de viento. La primera noche sus espaldas ya estaban resentidas por el caminar con tanto peso. Otro día con mucho calor y una cuesta que se hacía interminable, pero que tuvo como compensación ver las puntas de las Torres del Paine en todo su esplendor. Luego, una cerrazón total con nieve incluida y otros tantos días nublados y fríos.

A ratos, no sólo la espalda, sino que las rodillas adoloridas. Pero, aun aminorando el ritmo, lograron cumplir con su circuito y realizar la W al interior del Parque Nacional Torres del Paine.

“Es un viaje imperdible. Fue precioso, difícil, pero el paisaje lo compensa todo”, es el resumen que realizaba Clara Trigo Rocca luego de regresar con su hermana Fernanda, a Santiago.

Aquí el breve relato de la experiencia que vivieron ambas en nuestra maravillosa reserva natural hoy reconocida como la Octava Maravilla del Mundo:

“Llegamos el día 6 de enero a las Torres. Hicimos el circuito de la W. Partimos por Pudeto y tomamos el catamarán hacia Paine Grande. Ese día, llovía mucho. Entonces, nos quedamos ahí.

“Al día siguiente, subimos al Grey y estaba nublado. Igual se veía precioso pero llegamos sólo un poco más allá del primer mirador; volvimos a Paine Grande y nos fuimos al Campamento Italiano. Ese camino fue precioso, pero corría demasiado viento, la Feña se cayó dos veces con la mochila.

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“Llegamos al Campamento Italiano y la espalda ya no daba más con el peso de las mochilas. Estábamos muy adoloridas. Ahí estuvimos una noche y, al día siguiente, subimos al Valle Francés. También estaba nublado, pero se veía preciosa la montaña con hielo y se escuchaba cómo se iban rompiendo y caían los pedazos del glaciar.

“Después, nos fuimos al Campamento Los Cuernos. Ese camino fue lejos el más lindo. Íbamos caminando por al lado del lago hasta que llegamos a la orilla. Ahí tiramos las mochilas y nos acostamos a descansar con una vista preciosa al lago y a los Cuernos. Los niños se tiraron al lago que estaba congelado. Luego llegamos al Campamento Los Cuernos y también estuvimos una noche. Fue el lugar que más nos gustó.

“Al día siguiente, partimos el recorrido más esperado hacia el Campamento Chileno en las Torres. Fue muy duro, hacía mucho calor y eran seis horas de caminata en subida. El grupo se dividió: los niños se fueron rápido a su ritmo, nuestra amiga también se fue a su ritmo un poco más lento que ellos, pero más rápido que nosotras y la Feña y yo íbamos con calma, muy cansadas, nos dolía mucho la espalda. A mí me empezó a doler mucho la rodilla, pero llegamos y el día estaba precioso. Del campamento se veían las puntas de Las Torres.

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“Al otro día, partimos temprano a la base Las Torres, pero estaba muy nublado y llovía. Íbamos subiendo y empezó a nevar, llegamos arriba y se veía la mitad de Las Torres. Esperamos unos 40 minutos a que se despejara y cada vez se nublaba más. Nos congelamos y ahí decidimos bajar. Llegamos y empezó a nevar más fuerte. Era precioso. Aunque no vimos Las Torres, que nevara compensó todo. Lo único malo es que no pudimos bajar a tomar el bus de vuelta ese día y tuvimos que quedarnos una noche más”.