Mujeres y empleo: un buen negocio

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A nadie se le escapa que en las sociedades más patriarcales las mujeres se ven privadas de una gran cantidad de derechos y libertados sí disfrutadas por sus compañeros masculinos. Es una suerte poder decir que esta afirmación va perdiendo su fuerza poco a poco, al ritmo que las cosas cambian para nosotras.

Sin embargo, la educación, el arraigo de ideas en la sociedad y la cultura alzada sobre pilares religiosos hacen que el cambio se produzca a un ritmo realmente lento. A una buena parte de las mujeres y, por suerte, a muchos hombres, les gustaría poder decir que la igualdad está totalmente impuesta en la sociedad y no siempre por una razón de dignidad y justicia, lo cierto es que el empoderamiento económico y laboral de las mujeres se ha demostrado que supone un beneficio para el incremento de riqueza de una sociedad. Aunque solo sea pensando en este dato, la igualdad debe imponerse ya.

El empoderamiento como arma de riqueza
Está demostrado que cuando las mujeres trabajadoras van creciendo en número, la riqueza de una sociedad aumenta de forma significativa. No son datos expuestos al azar, se trata de estudios llevados a cabo por países de la OCDE en los que el aumento de las mujeres trabajadoras ha traído como consecuencia evidente un crecimiento de la economía.

Se ha demostrado, además, que la fórmula de gasto de los hogares cambia de forma notable cuando los ingresos vienen de la mano de la mujer. Si ella es la que ingresa una cantidad mayor, el incremento económico beneficia de forma más directa a los hijos que cuando es el hombre el que hace el ingreso.

Como consecuencia directa, la educación de las menores en igualdad con una proyección de futuro que se encamine hacia el crecimiento laboral es, a la larga, una inversión en la riqueza de un país. Esto va en contra de la situación hasta ahora repetida en los países más conservadores en los que ellas se ven empujadas desde pequeñas a un objetivo de cuidado familiar y servicio al hombre. Si acabamos con este peso y le abrimos la puerta a las niñas para que busquen lo mismo que ellos, se beneficiarán como mujeres, aportarán riqueza a la sociedad y transmitirán su conocimiento y valor a sus hijos e hijas para conseguir un colectivo definitivamente paritario.

El trabajo en casa
Sin duda, este ciclo educacional debe repercutir en la desproporcionada responsabilidad que las mujeres se encuentran al llegar al hogar. Sean o no trabajadoras fuera de su casa, cuando llegan tras la jornada se encuentran con el cuidado de los hijos, la limpieza y demás tareas esperando para ser atendidas. En pocas ocasiones se reparten de forma equitativa este tipo de labores no remuneradas suponiendo esto un gran lastre añadido para el crecimiento personal y laboral de las mujeres.
La desproporción es tal que, en ocasiones, es ella la responsable de todas las tareas del hogar a pesar de ser trabajadora fuera de casa incluso si su pareja masculina se encuentra fuera del mercado laboral.