La magia de Angkor Wat

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Texto y fotografías: Nora Valdés

 

Esto puede sonar ñoño o cliché, pero la verdad es que sí… Desde que vi a Angelina entre esos hermosos e imponentes árboles en Angkor Wat, éste se convirtió en uno de mis lugares soñados para visitar, y tenía expectativas muy altas. Pues me siento orgullosa de decir que no fue para nada una decepción.

El complejo de Templos de Angkor en Camboya abarca cerca de 400 kms cuadrados, por lo tanto existen 3 tipos de tickets que se pueden adquirir en la oficina de turismo local en la ciudad de Siem Reap, dependiendo del tiempo que quieras dedicar para recorrer los distintos templos. Personalmente, puedo decir que los 3 días que me tomé no fueron suficientes.

Primero que todo, se debe dejar claro que éste es un sitio arqueológico de divinidad hindú, por lo tanto existen estrictos códigos de vestimenta, especialmente para las mujeres. Esto significa que se deben cubrir las piernas y el torso, en señal de respeto a monjes y resto de los visitantes locales. Por lo tanto, recomiendo ropa cómoda, polera de algodón y zapatos livianos, porque hay que caminar mucho y no es fácil adecuarse al cambio de clima siendo de Magallanes.

El primer día me dediqué a recorrer el templo principal de Angkor Wat. Esta edificación se organiza alrededor de una estructura central en la que destacan cinco torres en forma de hojas de loto. En sus galerías hay distintos esculpidos que retratan las proezas de Vishnú y sus ninfas celestiales. Recorriendo sus pasillos se pueden divisar monjes con sus distintivas túnicas de tono anaranjado, quienes meditan en silencio y dan valor agregado a la magia del lugar. A los alrededores del templo se puede caminar entre una espesa selva de verde vibrante, donde ya destacan algunos árboles de gigantes raíces que emergen del suelo y se han apoderado de algunas estructuras.

El segundo día es mandatorio levantarse al alba para presenciar el amanecer junto a la laguna que se encuentra frente al templo principal de Angkor. Sin duda un panorama único, pero que no tendrás la dicha de disfrutar en soledad, porque cientos de turistas se aglomeran para fotografiar este momento, que se siente eterno y mágico con cada segundo. Luego me dirigí a Ta Prohm, templo famoso por sus majestuosos árboles de colosales raíces, pero principalmente por haber sido escenario de la película Tomb Raider. Debo decir que estar aquí fue lo mejor de este viaje, las rejas de este templo abren a las 7:30 AM y yo me he quedado inmersa en su energía hasta alrededor de las 12:00 horas. Absolutamente hechizada por las fieras raíces de las higueras que toman espacio entre los edificios, se aprecia que Ta Prohm es uno de los templos mejor conservados a pesar del constante ataque de la jungla por recuperar terreno. La energía en este lugar es grandiosa, penetrante y sobrecogedora, de hecho el sólo recordarlo me hace añorar estar allá y volver algún día.

Mi última jornada de visita me la tomé con calma y le pedí a mi conductor de Tuk Tuk que me paseara alrededor de los templos y me llevara a sus lugares favoritos, y me alegra decir que mi amigo Nasa no defraudó. Acompañada de su pequeña hija de 8 años, recorrimos las calles del parque y llegamos a Preah Khan, al norte de todo el complejo. Dejé estacionado a Nasa, quien aprovechó de tomar una reponedora siesta, y subí a lo alto del templo desde donde se aprecia la magnificencia de la jungla y la extensión del parque. Un paisaje que quedará en la retina por siempre.

Finalmente emprendimos el retorno a Siem Reap, y al admirar por última vez la fachada de Angkor con sus robustas paredes e inigualables formas en punta, mis ojos se llenaron de lágrimas al pensar que quizás no volveré a poner pie en un lugar tan maravilloso como ese.