Paula Chávez y María Luisa Chamorro, Mujeres Runners

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Para enfrentar procesos difíciles, Paula Chávez y María Luisa Chamorro comenzaron a correr hasta que sus vidas se cruzaron cuando ambas se unieron al Trail Patagonia.

 

Elia Simeone R./ revista@fempatagonia.cl

Menudas. Su aspecto físico no da cuenta, a un simple vistazo, de la enorme fuerza, resistencia y tenacidad que las caracteriza.

Sus historias son diametralmente distintas, pero la vida las unió en una disciplina que abrazaron como una suerte de terapia y que derivó en una tremenda pasión: correr en cerros y montañas.

Compartir con ellas un café fue una agradable experiencia, pues, al igual que cuando arrancan a los pies de un cerro para emprender una carrera digna de grandes fondistas, no dejaron de hablar sobre cuán refrescante y alucinante les resulta conquistar las cumbres. Fue necesario pedir una segunda taza del morocho brebaje.

“De pronto no decimos ni pensamos en nada. Sólo oímos nuestros propios pasos sobre las hojas caídas o a lo lejos, en medio de los bosques, el ruido de los animales”, comenta la psicóloga Paula Chávez Cortés (35 años).

Con un gran sentido de pertenencia, ella y María Luisa Chamorro (53) se definen como “un grupo de gente que nos gusta correr en cerros y montañas”.

Aluden así al “Trail Patagonia”, integrado, más o menos, por quince personas. Ambas destacan los vínculos generados, más allá de sus inclinaciones ideológicas o políticas. “Aquí mismo tienes a dos exponentes de la extrema izquierda y de la extrema derecha”, acota riendo María Luisa.

“Nos conocimos corriendo hace dos años”, apunta Paula en relación a su compañera de running.

 

“De pronto no decimos ni pensamos en nada. Sólo oímos nuestros propios pasos sobre las hojas caídas o a lo lejos, en medio de los bosques, el ruido de los animales”, comenta la psicóloga Paula Chávez Cortés.

 

 

Síndrome de Behcet

Quizás, fue la adversidad la que empujó a estas mujeres a salir a la calle a correr y la que, en definitiva, cruzó sus caminos en Magallanes.

A Paula le diagnosticaron una enfermedad autoinmune que es conocida como Síndrome de Behcet y que se caracteriza por la inflamación de los vasos sanguíneos. Esta causa problemas en muchas partes del cuerpo, provocando llagas en diversas zonas, hinchazón en los ojos, dolor y rigidez de las articulaciones.

Los problemas más serios pueden incluir meningitis, coágulos sanguíneos, inflamación del sistema digestivo y ceguera.

Como no tiene cura definitiva, los tratamientos se enfocan en disminuir el dolor.

“Ello me obligó a tomar muchos medicamentos y corticoides. Bajé muchísimo de peso, como diez kilos en sólo un mes. Un día, un profesor en el gimnasio me vio y me advirtió: ‘Paula, ¡vas a desaparecer!’. Comenzó con ello, un tremendo problema de autoestima. Fue, entonces, que decidí salir a correr en las calles. Primero me fijé como meta los 10 kilómetros y, cuando la logré, fui colocándome distancias mayores”, relata.

Paula añade que fue así que comenzó a recuperarse anímicamente porque, más allá del sufrimiento de su cuerpo producto del Síndrome de Behcet y de su apariencia enflaquecida, se dio cuenta de lo que era capaz. “Tengo una enfermedad bien rara, pero, cuando salía a correr, nada importaba y mi cuerpo era capaz de todo”, recuerda.

“Y ahora tuve una guagua hace un año y dos meses, se llama Vinka –acota- y en febrero realicé el Cruce de Los Andes, una carrera de cien kilómetros que se corre en tres días. Este año, además, quiero ir a correr a Pucón”.

 

Separación

María Luisa Chamorro tiene cuatro hijos: Carolina (27 años), Ignacia (22), y los gemelos Paula y Guillermo (21).

“Era casada y me separé en el año 2010. Era súper gorda, pesaba como 78 kilos y con la pena bajé mucho de peso. Entre 2011 y 2012, fui con una amiga a una competencia de natación de nuestros hijos a Viña del Mar y Ximena Nass me invitó a correr abajo en la pista de los marinos y corrimos por la playa Salinas. Le agarré gusto al bichito y comencé a correr 5 kilómetros, luego 8 y, de repente, ya estaba corriendo 10. Pero, entonces, ya lo hacía sola porque mi amiga se quedó en los 5k”, refiere.

Por ese entonces, María Luisa conoció a Leo Hernández –profesor de educación física-, quien la invitó a unirse a un grupo que subía al Andino. En éste, estaba Carlos Millán, al cual ellas se refieren cariñosamente como ‘Carlitos’.

“El primer día que fui estaba lloviendo a chuzo. Creo que era 2015 ó 2016. Me gustó tanto que fue así como dejé la calle por el monte”, indica.

María Luisa ha desarrollado gran resistencia y esto la ha llevado a poder participar en competencias muy desafiantes y extenuantes que superan los 42 kilómetros. Una de ellas fue el Ultra Fiord en dupla con su hija en la cual debieron cumplir 50 kilómetros. Otros recorridos han sido los 42k del Patagonia Camp, y los respectivos 50k en el Ultra Trail Torres del Paine y en el Volcano Marathon, en San Pedro, y ahora se está preparando para igual kilometraje en el UTTP en septiembre.

“Yo también quiero ir a competir allá”, se apresura en comentar Paula Chávez.

 

De aproblemadas a súper corredoras

Haciendo así un recuento de sus vidas, Paula Chávez señala que las dos estaban en sus hogares “súper aproblemadas”, pero, en un momento, salieron a la calle a ‘ventilar’ sus problemas y a tomar nuevos aires.

“Cuando me sentía mal, iba a la Costanera a correr”, señala Paula y, luego, comenzó a subir a la Reserva Forestal Magallanes.

Pero, todo cambió cuando en el Ultra Trail Torres del Paine fue invitada a variar su ruta. “¿Has ido a correr al Andino”, le preguntó Carlos Millán.

Al unirse al Trail Patagonia, los hábitos fueron modificándose. Paula comenta que ella salía a correr, pero pasadas las 10 de la mañana. Ahora, las citas son a las 7 de la mañana e, incluso, antes, como cuando hace unas semanas se reunieron para correr en el monte Tarn.

“Correr en el cerro es duro. En esta época, hay pura nieve y debes tener cuidado. De pronto, subir es menos riesgoso, porque cuando bajas tus músculos ya están cansados y, de pronto, tropiezas con un tronco y, ¡zas!, terminas de trompa en el suelo”, refiere María Luisa.

 

 

“Correr en el cerro es duro. En esta época, hay pura nieve y debes tener cuidado. Subir es menos riesgoso, porque cuando bajas tus músculos ya están cansados y, de pronto, tropiezas con un tronco y, ¡zas!, terminas de trompa en el suelo”, refiere María Luisa.

 

 

 

Calidez humana

Ambas concuerdan en que, además del gran desgaste físico, la descarga de adrenalina deriva en sensaciones de absoluto agrado y que la calidez del grupo humano tiene mucho, muchísimo que ver con aquello.   

Por ejemplo, Paula comenta que la geóloga Javiera Vidal forma parte del equipo y que se caracteriza por ser, más bien, reservada. Hasta que en algún recorrido subiendo un cerro llegó a su lado, se dijeron: “Hola” y, desde entonces, han mantenido una excelente relación.

Todos son respetuosos de su entorno. No sólo suben con bolsas para hacerse cargo de sus desperdicios, sino que aprovechan a recoger la basura que muchas, mejor dicho, demasiadas personas dejan botada en forma irrespetuosa con el medioambiente.

Palabras especiales tienen las dos para Tomás Buvinic y Carlos Millán. Al primero le reconocen su eterna preocupación. “Muchas veces cuando son carreras largas y obscurece, vemos una lucecita frontal bajando y es Tommy que se devuelve para asegurarse que estemos bien”, puntualiza María Luisa.

“Tommy termina corriendo el doble por todos nosotros”, señala Paula.

“Carlitos, Carlitos se dispara y él mismo nos dice: ‘Yo, sólo corro!’, pero destacan su tremenda calidez. “Es una tremenda persona”, concuerdan.

María Luisa Chamorro en dos competencias de máxima exigencia física. En la primera foto superior, corriendo los 50K en dupla con su hija en el Ultra Fiord; y en la segunda, cruzando un río del trayecto del Patagonia Camp.

 

María Luisa Chamorro compitiendo en los 50k del Ultra Trail Torres del Paine.

 

Paula Chávez corriendo con su hija Vinka