Camila Mancilla Vera habla de su proyecto «Dawson, Isla de Paz, Memorial de lo Extremo»

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Nació en Punta Arenas, es arquitecta y culminó sus estudios de grado en la Universidad Técnica de Munich, Alemania (Technische Universität München). Allí desarrolló su proyecto de título “Dawson, Isla de Paz, Memorial de lo Extremo”, en paralelo con la Universidad Austral de Chile. Cuando regresó al país en agosto del año pasado, continuó su investigación junto a un equipo transdisciplinario para presentar la propuesta a la gobernación de Magallanes y luego, a través del Congreso, a la Presidenta Bachelet.

Camila tiene tan sólo 24 años y comenzó su carrera profesional con un horizonte bien claro y a paso firme. “Estamos armando una fundación con un grupo de antropólogos, arquitectos e historiadores. Queremos estudiar estos espacios con sentido, aquellos que tienen una carga histórica, para reparar socialmente el país a través de proyectos de arquitectura”, explica en una conversación telefónica desde Santiago.

Estos espacios con sentido albergan temas indígenas y otros sitios que fueron de detección y tortura, así como también sitios paleontológicos. “Nos olvidamos de toda la carga histórica que tenemos. Hay obras magníficas literarias pero no nos anclan con un espacio y el espacio es el vínculo real entre el pasado, el presente y el futuro. El entendimiento de lo más tangible junto con lo que nos cuentan y lo que vamos aprendiendo”, afirma la arquitecta.

– ¿Cómo surgió la motivación por desarrollar tu proyecto de titulación con un tema como el Memorial de lo Extremo en Isla Dawson?

– “Me considero un poco hija de la censura. En toda mi educación no me informaron realmente de todo lo que había pasado en Chile del año ‘73 en adelante. Siempre fue una intriga y, cuando tenía 15 años, fui a Alemania por un intercambio que justo coincidió con la muerte de Pinochet. Entonces, la familia que me alojaba me empezó a decir: ‘Oye, murió el dictador de tu país’. Y yo, de verdad, no entendía. Lo asimilaban mucho a Hitler y a una figura bastante negativa. Cuando volví a Chile, empecé a averiguar un poco más, entré a la universidad y tuve la opción de elegir el proyecto de título. Así es que, siguiendo el ejemplo de Alemania que se ha trabajado el tema de la memoria por años, pensé por qué no hacerlo en Chile para contribuir a la reparación nacional y ayudar también a otros hijos de la censura. Cuando estaba en quinto año de la universidad, viajé a Alemania a hacer mi proyecto de título a la Universidad Técnica Munich, así es que postulé en paralelo en la Universidad de Chile y en la de Alemania y me aceptaron el proyecto. En Alemania, tienen bastante información de Dawson”.

– En relación al trabajo de la memoria que se ha hecho en la Alemania Post Nazi, ¿qué recorrido has podido hacer en cuanto a visitas a museos o campos de concentración para trasladar esa experiencia a Chile?

– “Yo creo que lo que más me sorprendió del trabajo de investigación de Alemania fue lo que hizo el país 10 años después que terminara la Segunda Guerra Mundial. Alemania abrió las puertas de todos los campos de concentración y todos los espacios que atentaron contra los derechos humanos. Eso generó que los alemanes reconozcan su error pero también advertir que no son losmismos y el mensaje es: ‘Aprendan de esto para que no vuelva a ocurrir’. Eso, en Chile, a los 41 años de la dictadura no ha ocurrido. Seguimos dando vueltas en lo mismo”.

– Y en ese sentido, ¿cuál es tu perspectiva sobre la conciencia colectiva en Chile?

– “El diagnóstico de todo esto es que se sabe, han hecho un trabajo impresionante ex presos políticos y familiares. Sin embargo, los centros de tortura siguen perteneciendo o albergando programas que no tienen que ver con la memoria. Los museos que hablan de la memoria no están en los sitios de carga histórica. Sabemos que ocurrió todo esto, pero no podemos decir: ‘En este lugar fue’ y con esa desorientación el usuario pierde un poco la línea real de construcción de memoria. Ese es el diagnóstico urbano- arquitectónico de trabajo”.

– El proyecto ya fue presentado a las autoridades de la Región de Magallanes y Antártica Chilena, así como a las agrupaciones de Derechos Humanos y ex presos políticos de Isla Dawson. ¿Cuáles son los próximos pasos?

– “Contamos con el apoyo del museo de la Memoria y el Consejo de la Cultura. Así como de varios personajes ex – presos políticos que ahora están encargados de varias áreas importantes a nivel nacional y están colaborando para poder enviar esta solicitud a través de parlamentarios al Congreso y luego presentarlo a la Presidenta Bachelet, para que realmente se pueda abrir la Isla Dawson al turismo. Mi idea es que, una vez que se abran estos lugares conmemorativos, nuestra sociedad va a empezar a cambiar”.

– Aparte del trabajo arquitectónico propiamente dicho, ¿trabajas de manera interdisciplinaria con otros profesionales?

– “Estuve trabajando en paralelo con un profesor de historia que se llama Rodrigo González, quien me está apoyando con el proyecto en este momento; él trabaja en el Instituto de la Patagonia en Punta Arenas. También junto a un antropólogo, en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Austral. Él estuvo colaborando en todo el proceso, para entender cómo debía abordarlo, él también fue un testigo de todo lo que ocurrió en su época y me ha ayudado bastante”.

– Imagino que el proyecto implica un gran esfuerzo de construcción, tanto de llevar los materiales a la isla como la mano de obra.

– “La construcción del memorial debe ser en barcazas que puedan llevar estos perfiles metálicos, se necesitan trabajadores submarinos que anclen los pilotos. El proceso constructivo es bastante complejo. La idea es que sea construido por nosotros mismos, involucrar a la sociedad en el proceso. No puedo hablar de valores, pero la inversión final no es superior a la que se ha realizado en otros memoriales de Chile”.

– ¿Se contempla también la construcción de hotelería para albergar a los turistas?

– “Parte del proyecto es remodelar casas de la ex misión salesiana. La idea principal es intervenir lo menos posible, construir este memorial pero la isla no tocarla, dejarla ojalá, tal cual como está. Las únicas intervenciones se van a hacer de los inmuebles ya construidos. El memorial ocupa 390 metros cuadrados en total. Son nodos de experiencia ligados a relatos y dibujos de Miguel Launer. Hay muchos puntos en donde necesitamos que los ex presos políticos formen parte, ya que esto es por ellos y para ellos”.