“Muchas de las cosas que hemos menester tienen espera: el Niño, no”
“Derecho a la salud plena, al vigor y a la alegría, lo cual significa derecho a la casa, no solamente salubre, sino hermosa y completa…”, exponía Gabriela Mistral.
La infancia fue para Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura, una fuente de inspiración, pero, sobre todo, una causa humana, estética, ética y política. Un mandato urgente y extremo para su pluma. Aquí una muestra de lo que planteaba, nada edulcorado por lo demás, en 1927, mucho antes incluso de la Convención de los Derechos de las Niñas y Niños (que entró en vigor recién el 2 de septiembre de 1990):
“Derecho a la salud plena, al vigor y a la alegría, lo cual significa derecho a la casa, no solamente salubre, sino hermosa y completa…”.
“Derecho a la tierra de todo niño que será campesino, derecho natural, sobre todo en nuestra América de territorio generoso”.
“Derecho a la libertad, derecho que el niño tiene desde antes de nacer a las instituciones libres e igualitarias”.
“Derecho del niño sudamericano a nacer bajo legislaciones decorosas”.
“Derecho a los oficios y a las profesiones”.
La infancia servida abundante y hasta excesivamente por el Estado debería ser la única forma de lujo – vale decir de derroche- que una comunidad honesta se diera, para su propia honra y su propio goce. Muchas de las cosas que hemos menester tienen espera: el Niño, no. Él está haciendo ahora mismo sus huesos, criando su sangre y ensayando sus sentidos. A él no se le puede responder “Mañana”. Él se llama “Ahora”.
“La infancia servida abundante y hasta excesivamente por el Estado debería ser la única forma de lujo – vale decir de derroche- que una comunidad honesta se diera, para su propia honra y su propio goce”, propuso la Premio Nobel de Literatura.
“Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños”
“Día tras día, se niega a los niños el derecho a ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados al televisor, para que muy temprano acepten como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños”.
Eduardo Galeano. Patas arriba.
La escuela del mundo al revés.