“Para realizar ‘El Pacto de Adriana’ tuve muchos desafíos y conflictos internos, emocionales que enfrentar”

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La realizadora del documental debió internarse en la obscuridad de su propia familia, al ser sobrina de Adriana Rivas, quien fuera secretaria de Manual Contreras, uno de los hombres más temidos de la dictadura militar chilena.

 

En toda familia hay secretos, algunos más terribles que otros. Pero, no todos sus integrantes están en condiciones de desenterrarlos cuando estos no son agradables o implican reabrir heridas o replantearse completamente la existencia.

Es, por ello, que el documental “El Pacto de Adriana” ha tenido una excelente acogida, ya que su realizadora, Lissette Orozco, actuó con extrema valentía y, como ella misma reconoce en entrevista con Fem Patagonia, tuvo “muchos desafíos y conflictos internos, emocionales”.

Pero, además de aquello, el documental tiene el mérito de ser más que la historia de Liss, es, en suma, parte de la historia de Chile, retrotrayéndonos a uno de los momentos más obscuros: la dictadura militar.

Liss, en compañía de Benjamín Band, realizó este trabajo que cuenta la historia de su tía Channy: Adriana. Allí relata la cosmopolita vida de ella y cómo ilusionaba a su sobrina con sus historias, hasta que un día la dejan detenida en el aeropuerto de Santiago acusándola de participar en sesiones de torturas durante el régimen castrense.

Adriana lo niega todo, pero se abre para Liss una verdadera caja de Pandora: Channy había sido la secretaria de uno de los hombres más temidos de la dictadura: el general Manuel Contreras, quien fue director de la Dina durante 1973 y 1977.

“El Pacto de Adriana” fue una de las obras exhibidas en el último Festival de Cine Polo Sur Latinoamericano y en él recibió el reconocimiento del Jurado del público, llevándose la escultura “Ñirre, bandera de la Patagonia”.

La curadora y productora de dicho festival, Caroline Pavéz, realizó a Liss una breve entrevista para Fem Patagonia:

– ¿Por qué animarse a contar esta historia?

– “Me animé a contar esta historia porque intuía que era especial lo que le ocurría a mi familia. Al inicio, no dimensionaba el terreno donde estaba involucrándome, pero decidí terminarla cuando comprendí que los secretos de mi familia eran los secretos de mi país, cuando entendí lo importante que es mantener la memoria y lo particular que era escuchar a un victimario; era algo no muy explorado en nuestro país. Quise ser responsable con el discurso que estaba armando, con respecto a todo lo que supe haciendo la película y espero que así se haya sentido”.

– ¿Cuáles fueron los procesos internos que, como realizadora, tuviste que enfrentar? Dado que estamos hablando de un documental, pero, en tu caso, en primera persona, ¿resultó más exigente, un desafío?

“Tuve muchos desafíos y conflictos internos, emocionales. Estuve cinco años haciendo una película donde me sentí en una lavadora de emociones. Para los fondos públicos, era sospechosa, también lo era para los de derecha y los de izquierda. Todos desconfiaban de mí, temían de lo que haría con mi trabajo y mi familia… Fue un tema emocional complejo, hasta el día de hoy mi familia “oscura”, los pinochetistas, no me hablan. Sabía que iba a arriesgar algunos personajes de mi historia, pero a la larga siento que estuvo bien haber estado del lado de la verdad. No me arrepiento ya que comprendí que con ellos no solamente tengo diferencias políticas, si no que también tenemos diferencias éticas, morales y humanas y, por muy familia que sean, aprendí a quedarme con los que valóricamente compartimos una ideología y una forma de ver el mundo. Mi núcleo familiar más cercano que está todo conmigo”.

– ¿Qué significa para ti y como realizadora el haber recibido el premio del jurado, pero en este caso, del público de Punta Arenas, un jurado que no es técnico ni cineastas, si no, más bien, gente común y corriente, que decide inscribirse y comprometerse para ver todos los films durante el Festival de Cine?

“Haber ganado este premio fue maravilloso. Me alegra que se haya valorado mi forma de hacer cine. Me preocupé de hacer una película que estuviera bien contada para cualquier público. Por supuesto, no es una obra para mis colegas cineastas por su realización ni para mi familia, por su puesto. Es una película donde la historia es lo más importante y toqué temas universales para que el público de cualquier tipo y de cualquier parte del mundo se sienta identificado con mi viaje. Me siento honrada de este premio, mi objetivo era mover mi película fuera de la capital y llegar a todos los rincones de mi país y, que en Punta Arenas hayan valorado mi trabajo, lo encuentro genial.

Y, ¿por qué es tan importante Punta Arenas para ti?

“Quiero mucho esa ciudad, cuando estaba en el colegio tuve la fortuna de conocer Punta Arenas, recuerdo que fui a jugar volleyball con mi colegio y me quedé enamorada de esa región. Me habría encantado haber vuelto, pero, si mi trabajo estuvo allá y fue tan bien valorado, me llena el corazón de igual forma. ¡Gracias!”