Un regalo

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Mona-2da-edicionLa rutina -la cotidianidad que se vuelve odiosa- es uno de los peores lastres para el alma.

Pero la vida, que de suyo es maravillosa, siempre nos depara algo sorprendente.

Fue así como llegué a mi oficina y encontré un regalo. Inesperado. Lo abrí y era un libro voluminoso, de portada sobria y páginas de contornos dorados. Sí, como esos documentos de antaño, que sólo se pueden hoy encontrar bajo el polvo de alguna vieja biblioteca.

Y así como este obsequio resultó inesperado –esa es la gracia de los regalos -, mucho más lo fue saber quién lo había enviado: una persona que tuvo la sensibilidad de reconocer la genuina emoción que me embargó cuando encontré este ejemplar en una librería de la ciudad.

Días antes, viví la misma grata sorpresa cuando otra persona desconocida se presentó en la oficina y me dijo: “Vengo porque salió una revista para nosotras, las mujeres magallánicas…”, y me dio una serie de ideas sobre notas, reportajes e historias a las que se podría dar vida en estas páginas.

Esto había sido precedido por correos y comentarios de otras mujeres que, al igual que yo respecto de mi hermosa Biblia, recibieron a Fem Patagonia como un regalo, algo que las sorprendió y del cual se sienten, desde ya, parte.

Y, a la vez, esa recepción que también constituyó un regalo.

Sólo resta decir: ¡Muchas gracias!

Elia Simeone Ruiz