Cecilia Saa

Siempre llamaban del bar avisando que había dejado su tarjeta olvidada.Así era como me enteraba de sus andanzas. Él nunca sospechaba de que yo iba a buscarla antes de que él pudiese levantarse, y en silencio la guardaba entre sus cosas. Me costaba fingir que no me importaba y hacerme la tonta, hasta que su sentimiento de culpa lo ahogaba e intentaba compensarme. Yo me aprovechaba de la situación y obtenía regalías. Hoy desperté a las 06:05 de la mañana y no lo encontré en la cama, tampoco llamaron del bar. Apareció casi al mediodía oliendo esta vez a perfume caro. Revisé sus cosas, su tarjeta venía entre ellas. Sospecho que esta vez se convirtió en algo más que una andanza.

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