La ciencia llegó a la vida de Priscilla (22), una joven amante del campo, cuando atravesaba un duro momento familiar: “Mi papá falleció cuando yo iba como en cuarto básico (en el Liceo Contardi) y mi mamá me inscribió en todos los Acles habidos y por haber”. Estuvo en básquetbol, música, reciclaje. Fue en este último donde una profesora notó su gusto por la naturaleza y la derivó al taller medioambiental, a cargo de Cecilia Montenegro -una mujer muy motivada-, quien también tenía un taller de investigación científica, y para formar parte de éste, se requería de personalidad, habilidades para comunicar y ser buen lector, “Era como un grupo selecto. Ahí me empezó a gustar la ciencia. Mi grupo se llamaba Explora con Lupa y participábamos de las actividades de Explora -del MinCiencia-”.

Las visitas a la Reserva Forestal, los trabajos de investigación en las turberas y la buena relación con los otros participantes hicieron que su interés por la investigación creciera cada día. Pero pasado algunos años hubo un quiebre, la profesora Cecilia se jubiló y muchos de sus compañeros se cambiaron de colegio. “Durante dos años no participé en nada, pero a la profe se le ocurrió abrir un club en su casa y juntó a los chicos que formábamos parte de su grupo y sumó a estudiantes de otros colegios. Sacó personalidad jurídica y patentó el Explora con Lupa. Éramos el primer club científico escolar en Magallanes y, si no me equivoco, a nivel nacional”.

Ir al club era su hobby; todos los días después del liceo pasaba a la casa de su profesora a leer libros y usar los microscopios que, si bien al principio eran prestados, servían para hacer investigación. “El colegio (Contardi) nos pasó microscopios, también nos dejó utilizar los laboratorios. Con el tiempo la profe gestionó el poder utilizar los laboratorios del Sag y, gracias a un proyecto que se ganó, pudimos comprar nuestro primer microscopio, una impresora, un computador y una lupa”.

Su foco principal de investigación eran los árboles nativos, el musgo y los líquenes, y uno de los grandes logros junto a su grupo fue determinar la dieta de una planta carnívora que sólo crece en las turberas de Magallanes. Con ese estudio descubrió que le gustaban las plantas, pero no tanto.

Los frutos de participar en Explora

A pesar de que las bases indicaban que sólo los establecimientos educacionales podían participar en las iniciativas del Par Explora, se hizo una excepción con Priscilla y sus compañeros, ya que durante años habían presentado trabajos en las ferias y congresos. El esfuerzo y dedicación en sus investigaciones se vieron reflejados el 2022 cuando obtuvo el cupo Explora-Unesco (iniciativa del MinCiencia que busca garantizar el acceso inclusivo a la educación superior a jóvenes con trayectoria científica), y decidió trasladarse a Chillán a estudiar Medicina Veterinaria en la Universidad de Concepción.

Pero esa no fue la primera postulación al beneficio, ni su primera opción universitaria. “Me gustaba explorar, pero más como un hobby… Pensé en estudiar algo relacionado con las plantas, con los insectos, pero descubrí que no me gustaba tanto como el área de la medicina. En un momento quise estudiar obstetricia, pero no quedé. Postulé al cupo Explora-Unesco, pero tampoco me lo dieron. Entonces tomé un año libre. Lo pensé bien, me pregunté si quería realmente estar encerrada toda mi vida en un hospital o Cesfam, sin poder salir al campo que es lo que me gusta”.

Ese año decidió que quería estudiar Medicina Veterinaria, uniendo así el trabajo en terreno y la fauna silvestre -que es lo que más le gusta ahora-, y en su segunda postulación quedó en la universidad y obtuvo el cupo, un beneficio que para ella es “súper bacán” no sólo porque le permitió estudiar lo que deseaba, sino porque también fue un reconocimiento a su trabajo. “Si bien no tenía malas notas, el conocer sobre el cupo me permitió tomar las cosas con más calma, porque el prepararse para una prueba que te va a dar cierta cantidad de puntos, que te va a permitir o no estudiar en una universidad reconocida, es un proceso estresante y mi carrera pedía harto puntaje. Además, es un reconocimiento a todo lo que hice de cuarto básico a cuarto medio. Es como dejar una huella, saber que el investigar, juntarme con mis amigos y participar en congresos no fue en vano, y este cupo abrió una puerta para mi futuro”.

Priscilla admite que no fue fácil dejar a su familia, amigos y adaptarse a una nueva ciudad, pero no se arrepiente de su decisión, la que se afianzó gracias al cupo, “obligadamente tuve que salir de Magallanes, dejé la comodidad de mi casa y me arriesgué. El haber participado de Explora me abrió otro mundo y me ha permitido conocer a personas que, al igual que a mí, les gusta la ciencia”.

Aún le quedan algunos años para terminar sus estudios y muchas decisiones por tomar, pero hay algo que a sus 22 años tiene claro, quiere abrir junto a sus amigos del Explora con Lupa -Ignacio y Camilo- un club científico en Punta Arenas, similar al que tenía la profesora Cecilia en su casa y, al igual que ella, entregar herramientas y motivación a las nuevas generaciones, para que se sorprendan y disfruten haciendo investigación.

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