«Nada» de Editorial Planeta presenta la historia de un joven estudiante que un día descubre que la vida no tiene sentido, por lo cual decide abandonar el colegio, dejando desconcertados a sus compañeros.
Nada es un libro que resulta inquietante si se piensa en la edad de sus jóvenes protagonistas, quienes cursan el séptimo grado, sin embargo, es también la edad en la cual muchos preadolescentes comienzan con sus primeros cuestionamientos respecto de la existencia humana y por tanto de la propia.
La obra de Janne Teller parte señalando al lector que «Pierre Anthon dejó la escuela el día que descubrió que no vale la pena hacer nada puesto que nada tenía sentido». Posteriormente contextualiza la obra descubriendo el lugar donde se desarrolla la historia, lo que cobrará completo sentido durante el desarrollo de ésta.
Pierre Anthon un día decide subirse a un ciruelo sin hacer nada más que lanzar ciruelas y frases al viento a sus compañeros y transeúntes en general, argumentando por qué la vida no tiene sentido. En primera instancia sus camaradas de curso no imaginan que esta acción calará tan profundamente en ellos, pero a medida que Pierre sostiene su decisión de no hacer nada, porque finalmente toda vida acabará en la muerte y por tanto cualquier cosa que se haga dentro de ese lapso de tiempo será estéril, se van dando cuenta de que las frases que escuchan van influyendo en su ánimo y por cierto, van poniendo en duda el sentido de sus propias vidas. De esta forma pasan de ser niños que vivían su infancia sin el peso de la consciencia respecto de la vida y que tenían expectativas, a cuestionarse si los argumentos del sin sentido de la vida de su compañero de curso también son válidos y replicables en su propia existencia.
A medida que transcurren los días, los estudiantes deciden demostrar a Pierre que está equivocado en su reflexión e idean una estrategia para demostrárselo. A lo largo de toda la historia irán avanzando en su objetivo de revertir la decisión de su amigo, a la vez que ellos mismos irán enfrentándose a sus propias existencias e identificando aquellas cosas que le dan el sentido a su vivir. En esta parte es interesante reflexionar sobre qué mueve a los niños a demostrar a su compañero sobre el sentido de la vida, si persuadir a su compañero y lograr que baje del árbol, o convencerse a sí mismos que la vida no es un sin sentido.
Con un desenlace inesperado, este libro dejará a todos los lectores pensando sobre qué aspectos sostienen su propio vivir y cuán conscientes son de la certeza de la muerte. La obra nos obligará a cuestionarnos si cada uno de nosotros está dispuesto a mirar la vida como ese lapso de tiempo indefinido y breve donde transcurren circunstancias que nos pueden llenar de alegría y pasión, pero también de profundo dolor y desánimo y si a pesar de esto, logramos encontrar sentido a la vida.
Al finalizar la obra, nos encontramos con una nota de la autora quien nos señala que ella misma llevó a «Pierre Anthon» dentro de sí por mucho tiempo, y quizás sea eso lo que le permite escribir una obra tan profunda y tan sensible, pero a su vez tan llena de realismo y crudeza. Es sin duda un libro que vale la pena leer para permitirse entrar en el desván existencial de cada uno y ver qué encontramos dentro de él.