ATREVIDA

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Se arregló el vestido y avanzó rápidamente. Sentía que le pesaba la tela gastada
que se asomaba sin gracia. Una brisa entró suave por la puerta. Entonces, el
vestido danzó como si fuera sedoso y su cuerpo dibujó un baile que dejó ver una
silueta insinuante. A su mediana edad era imposible pensar en citas a ciegas. Su
cuerpo esperaba con ansiedad, mientras que sus intenciones iban ganando
espacio al avanzar la noche. Una copa, dos copas, perdió la cuenta y se lanzó
con desesperación hacia la aventura descarada sin mediar consecuencias.