Luz Lemus: “Fernandito sacó lo mejor de mí como mujer y madre”

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Luz Lemus Díaz es una mujer de 43 años, con una linda familia compuesta por su marido, Sergio Romaní, su hijo mayor, Alexis y su hijo menor, Fernando Romaní Lemus. La historia de cómo llegó su segundo hijo está llena de esperanzas.

Luz llevaba tiempo buscando un hermanito o hermanita para Alexis. Ella lo esperaba con ansias y tuvo un embarazo normal, por lo que nunca se imaginó que su retoño tendría alguna dificultad de salud.

“Nació en junio del 2003. Después de una hora de llegado al mundo, los médicos me dicen que es un niño con Síndrome de Down. Mi vida en ese momento cambió en un ciento por ciento, la noticia fue como un balde de agua fría, la angustia aumentaba al pensar en lo cruel que es la sociedad, la cantidad de veces que la gente se daría vuelta a mirarlo o me preguntaría si tuve alguna dificultad durante el embarazo que causara que mi hijo fuera diferente”, detalla Luz.

 

“Hoy miro hacia atrás y me doy cuenta que mi hijo me enseño mil cosas, incluso más de lo que yo le he enseñado a él”.

 

Los primeros años de Fernandito fueron complejos, junto con el diagnóstico de su condición, al año de vida, presentó problemas cardíacos por lo que se mantuvo en controles periódicos en Santiago hasta que a los cinco años le dieron el alta.

Sin embargo, las complicaciones de salud siguieron apareciendo. “Posteriormente fue operado en varias oportunidades, primero por reflujo por aspiración, hernia en el diafragma, cirugía de amígdalas y adenoides y, por último, reconstrucción de tímpanos. Todas estas operaciones fueron realizadas en el Hospital Clínico de Magallanes. Junto con ello, mantiene tratamiento crónico por hipotiroidismo”, explica Luz.

“Veía una cima que tendría que subir con esfuerzo, pero tenía claro que no la subiría sola, tenía a mi esposo e hijo mayor y una enorme familia que cada día me empujarían para seguir adelante”, señala.

“Al salir del hospital, nos esperaba un Centro de Rehabilitación que nos entregó esperanza para nuestras vidas. Allí había niños y jóvenes con muchas más dificultades que mi hijo, que luego de un tiempo empezó a gatear, a los 3 años comenzó a caminar y, con mucha dificultad, comenzó a decir algunas palabras”, destaca Luz, que agradece la intervención temprana que recibió en el recinto y, por su puesto, a la gran labor de los profesionales.

“Fueron fundamentales para el crecimiento de Fernandito. Fuimos viendo su progreso lentamente. Con pequeñas cosas se nos llenaba el corazón de alegría y esperanza. Juntos fuimos superando cada obstáculo, siempre apoyada de mí entorno. Reconozco que pasamos momentos muy difíciles, como cirugías y constantes tratamientos en hospitales, pero al final nos acostumbramos y todo eso se convirtió en nuestra rutina de vida”.

Una vez terminada la etapa de rehabilitación de Fernando, Luz comenta que ingresó a la Escuela Especial Paul Harris, donde encontró una segunda gran familia de profesionales que lo recibieron con mucho entrega y amor. “Ahí desarrolló su talento como, actor, pintor y músico. Fueron años de mucha felicidad tanto para él, como para nosotros”.

Hace dos años Fernando egresó de la escuela e ingresó al centro de capacitación laboral. “Hoy Fernando está próximo a cumplir 18 años, es todo un joven con una personalidad única, estructurada y con ideas muy claras sobre su vida, es el alma de las reuniones familiares por su destacada personalidad. Me siento feliz y agradecida de Dios por el honor de tener un hijo como él. No es un ángel ni un enfermo, es una persona con anhelos y deseos igual que todos”, concluye Luz Lemus.

Si tuviera que mirar atrás, ella reconoce: “Me doy cuenta que mi hijo me enseñó mil cosas, incluso más de lo que yo le he enseñado a él. Fernandito saco lo mejor de mí como mujer y madre, por ello entiendo absolutamente a aquellas personas que están empezando a criar a un hijo con Síndrome de Down. El miedo y la incertidumbre a lo desconocido es normal, pero, al final de la larga lucha, sólo queda la felicidad de ver a mi hijo convertido en un hombre con mente de niño, pero un hombre al fin, no cambiaría por nada esa mirada, esa sonrisa y ese abrazo que cada día recibo de él”.

Fundamental ha sido el apoyo incondicional del entorno más cercano a la familia de Luz, a quienes ella agradece infinitamente. “Quiero hacer un agradecimiento especial a alguien que cada vez que fue necesario puso toda su fe en oración a Dios para pedir por el bienestar tanto de Fernando como de toda su familia, mi amada madre, María Díaz, quien fue un pilar fundamental en nuestras vidas y hoy nos cuida desde el cielo”.