Mujeres en Pandemia: La otra crisis.

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Sintia Orellana Yévenes Abogada Directora de Género, Equidad y Diversidad Universidad de Magallanes.

Despierto a las 7 am y pienso en todas las actividades que tengo agendadas para el día. Son demasiadas y, si no tuviera la ayuda de mi madre, no podría realizarlas. Nos cuidamos y apoyamos mutuamente.

Surge en mí una reflexión y pienso en la crisis sanitaria y económica que ha generado el covid-19 y no puedo dejar de pensar en otra crisis, una más oculta, profunda y arraigada en nuestra sociedad y que se vive a diario por las mujeres heterosexuales de nuestro país y me atrevería a decir de la mayoría del mundo, la cual, se ha incrementado, en época de pandemia: la crisis de la falta de corresponsabilidad en los cuidados y labores del hogar.

Actualmente las mujeres nos enfrentamos a múltiples responsabilidades, nuestro trabajo remunerado, el trabajo no remunerado del hogar, las labores de cuidado de niñas/os, adultos/as mayores, enfermos/as y  ahora asumir el rol de profesoras de nuestras hijas e hijos, tareas que excepcionalmente son asumidas por nuestras parejas y que, cuando son asumidas por “ellos”, la mayoría de las veces, se transforman en una “carga mental de género”, es decir, ellos consideran que “ayudan” en el hogar, pero nos preguntan absolutamente todo: ‘¿Cuál es la tarea?’, ‘¿Cómo ingresan al classroom?’, ‘¿Dónde están los materiales? y terminamos preocupándonos nosotras, de una actividad, de la cual, supuestamente, seriamos liberadas.

 

 

“Nada cambiará mientras los hombres no asuman sus responsabilidades en el mundo del hogar y no avancen en una nueva significación de su masculinidad, mientras no entiendan que las labores de cuidado y del hogar generaran un aporte no sólo a la economía del país, sino que grandes ganancias emocionales en ellos, fortaleciendo sus vínculos parentales y sus relaciones de pareja”.

 

 

El origen de esta desigualdad es histórica. Las mujeres culturalmente hemos sido destinadas al espacio privado, se asume de manera natural que las tareas domésticas y de cuidado nos pertenecen, como si intrínsecamente viniéramos con una marca imborrable que nos obliga a hacernos cargo de todo lo relacionado al hogar, cuidados, apoyo emocional, etc, es decir, a las antiguamente denominadas “labores del sexo”.

Al ser el espacio privado, menos valorado, es difícil lograr que los hombres asuman sus responsabilidades en la crianza, cuidado y labores del hogar. No bastó con que muchas de nosotras nos incorporáramos al mundo público, a los trabajos remunerados, a la política, al mundo académico.

Nada cambiará mientras los hombres no asuman sus responsabilidades en el mundo del hogar y no avancen en una nueva significación de su masculinidad, mientras no entiendan que las labores de cuidado y del hogar generaran un aporte no sólo a la economía del país, sino que grandes ganancias emocionales en ellos, fortaleciendo sus vínculos parentales y sus relaciones de pareja.

Si bien hemos conseguido desarrollarnos en nuestros oficios y profesiones, generar ingresos propios, desarrollar nuestra independencia y autoestima, también y, sobre todo ahora en época de pandemia y en situación de cuarentena, estamos especialmente sobrecargadas, cansadas y muchas veces angustiadas, por la gran cantidad de tareas que tenemos que cumplir día a día y en las cuales los hombres históricamente han evadido su responsabilidad.

Esta tensión familia-trabajo tiene un gran impacto en el desarrollo personal y profesional de las mujeres, puesto que, si realizamos triples jornadas de trabajo, nunca estaremos en condiciones de igualdad con los hombres y en palabras de la profesora Ana Buquet: “Nunca existirán condiciones de igualdad si no se soluciona la división sexual del trabajo al interior de los hogares, la división injusta de tareas, pareciera que las mujeres nunca podemos dejar de cuidar y es una actividad maravillosa, fundamental, pero que debe hacerse entre todos, mujeres y hombres debemos compartir las tareas de cuidado”.