Simone de Beauvoir: No se nace mujer, se llega a serlo.

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Por Claudia Espinoza U.

 

Escandaloso fue uno de los calificativos que recibió en su época el ensayo titulado “El segundo sexo”, escrito por la filósofa y novelista francesa Simone de Beauvoir y publicado en 1949. Empezaba diciendo “durante mucho tiempo dudé en escribir un libro sobre la mujer. El tema es irritante, sobre todo para las mujeres; pero no es nuevo (…) Por otra parte, ¿es que existe un problema? ¿En qué consiste?”.  Desde el célebre texto de Betty Friedan “La mística de la feminidad”, nadie se había abocado seriamente a escribir sobre el tema. El trabajo de Simone es el primer y más completo estudio de todo cuanto se ha escrito sobre las mujeres.  Por lo mismo, es considerado una obra fundamental en el estudio del feminismo en el mundo.

El segundo sexo es un libro que impacta por su volumen (la edición de bolsillo tiene 725 páginas), que a veces indigna por su título pues recuerda el viejo e injusto cliché que dicta que las mujeres son el sexo débil, que abruma por su contenido denso y estricto, pero que apetece leer por muchas razones.  Una de ellas es la impresionante amplitud de autoras y también de autores que lo citan, otra es el cartel inamovible que se le cuelga de ser una obra clave del pensamiento del siglo XX.  Ojo, que no sólo del pensamiento feminista, sino del pensamiento en general.  Pero principalmente porque Simone, más allá de su posición como intelectual, se embarcó en su redacción tras hacerse una pregunta que cualquiera de nosotras podría hacerse: “¿Qué ha supuesto para mi el hecho de ser mujer?”.

“Siempre habrá entre el hombre y la mujer ciertas diferencias; al tener una figura singular, su erotismo, y por tanto su mundo sexual, no podrían dejar de engendrar en la mujer una sensualidad y una sensibilidad singulares: sus relaciones con su propio cuerpo, con el cuerpo masculino, con el hijo, no serán jamás idénticas a las que el hombre sostiene con su propio cuerpo, con el cuerpo femenino y con el hijo (…) Por otra parte, son las instituciones las que crean la monotonía: jóvenes y bonitas, las esclavas del serrallo son siempre las mismas entre los brazos del sultán; el cristianismo ha dado al erotismo su sabor a pecado y leyenda al dotar de un alma a la hembra del hombre”.

Leer a Simone en su profunda reflexión y acabada investigación sobre la historia de la mujer en su relación con su entorno y con el hombre, su destino, los mitos en torno a ella, su situación, las justificaciones y finalmente su liberación, me conmovió profundamente. Alguna crítica, alguna vez, dijo que leer “El segundo sexo” fue como cambiarse de lentes y ver el mundo con un filtro de profundidad que jamás había imaginado.  Quizás muchas cosas, especialmente situaciones o conductas de sumisión o posiciones relegadas a un segundo plano, generalmente detrás de un hombre, podrían entenderse mejor o al menos encontrar su origen en el texto de Simone.

De Beauvoir dice que “liberar a la mujer es negarse a encerrarla en las relaciones que sostiene con el hombre, pero no negarlas”. Esta última frase es fundamental. “no negarlas”. Y podríamos agregar “y disfrutarlas”, si tenemos la suerte de convivir en una sana relación con una pareja.

Es dificil intentar resumir todas sus ideas o expresar las sensaciones que despierta leerla, pero esta frase que forma parte de las conclusiones del libro, me parece esclarecedora: “En los dos sexos se desarrolla el mismo drama de la carne y el espíritu, de la finitud y la trascendencia; a ambos los roe el tiempo, los acecha la muerte; ambos tienen la misma necesidad esencial uno del otro; y pueden extraer de su libertad la misma gloria: si supiesen saborearla, no sentirían la tentación de disputarse falaces privilegios; y entonces podría nacer la fraternidad entre ellos”.

 

 

Simone de Beauvoir nació en Francia, en enero de 1908. Falleció en abril de 1986. Durante su vida fue una activa defensora de la igualdad de derechos, de todo tipo, entre hombres y mujeres. Escritora y filósofa, autora de numerosos y diversos textos, tuvo su consagración literaria con la publicación del ensayo “El segundo sexo”, en 1949. Su publicación provocó escandalosos comentarios y animados debates literarios y filosóficos. Sólo en la primera semana se vendieron más de veintidós mil ejemplares sólo en Francia. Actualmente, este libro es considerado como una de las obras fundamentales del feminismo.