“La montaña enseña que se necesita muy poco para ser feliz”

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Angela Cárdenas Ortega, empoderamiento femenino en la cima

 

Angela Cárdenas Ortega.

Hasta en la montaña podemos descubrir a mujeres magallánicas que se empoderan y abren espacios en actividades tradicionalmente masculinas. Es el caso de la magallánica Ángela Cárdenas Ortega, técnico en turismo, pistera, socorrista y rescatista. Ella  ha hecho del montañismo no sólo una práctica deportiva y su actividad laboral, sino que también un estilo de vida que la conecta profundamente con la naturaleza. Es en las alturas, bajo las condiciones extremas que se dan en esos ambientes, que en su calidad de guía del Encuentro Pieles,  hace ya dos años contribuye a que otras mujeres logren su independencia, convirtiendo las características y capacidades femeninas en grandes aportes para una disciplina que requiere de una buena planificación, fortaleza física y entereza mental.

El  evento de 5 días, reúne a una veintena de damas amantes del splitboard y el ski de randonneé, dos disciplinas invernales, cuyo denominador común es que utilizan piel sintética bajo la tabla de snowboard o bajo los ski, respectivamente, cuyos pelos al generar fricción con la nieve, permiten el ascenso por la montaña sin necesidad de elevaciones mecánicas.

El encuentro de este año, se realizó los primeros días de septiembre en el Parque Guaiquivilo en la Región del Maule y desde que se integró a este grupo de aguerridas féminas, la puntarenense comparte la experiencia que ha ganado desde los 22 años, y también aprende de sus congéneres. Se trata de una instancia definida por sus gestoras como un espacio consciente de inclusión para las mujeres, en el que se entregan las herramientas y los conocimientos necesarios para desenvolverse en forma segura y respetuosa en áreas naturales de montaña. “Con esto del empoderamiento femenino, Marcela González, Alejandra Fuentes y  Roberta Sbaragllini se dieron cuenta de que existían pocas instancias para las mujeres en torno a la montaña o que siempre debían practicar sus deportes acompañadas de un hombre. Para revertir esta situación, en el año 2015 organizaron el primer encuentro y, desde entonces, en distintos puntos del país nos reunimos entre 17 a 20 mujeres que trabajamos en centros de ski, para aprender una de la otra. Ojalá algún día encuentre el apoyo para realizarlo en Magallanes”, señaló la joven patagona.

Trayectoria en subida

Tras concluir sus estudios de Técnico en Turismo en la Universidad de Magallanes, quien fuera la virreina del Carnaval de Invierno el 2006 y atleta representante de la región en los Juegos de la Araucanía,  inició su vida laboral como porteadora en las Torres del Paine, tarea que significa trasladar cerro arriba hasta 32 kilos de las mochilas y otras cargas de los turistas que realizan las expediciones, además de adelantarse para levantar el campamento y preparar las comidas. “Me di cuenta que tenía la fuerza y la capacidad para hacer este trabajo y que me gustó mucho el ski y la escalada. Pero como había trabajo sólo por la temporada estival, me iba los inviernos a trabajar en el Centro de Ski Valle Nevado donde me formé como rescatista. Así fue como conocí el Cajón del Maipo y descubrí el ski de randonneé y las grandes cosas que podía hacer para los turistas”, contó.

Ski de Randonneé en el Cajón del Maipo. Con esta práctica no se requiere de un sistema mecánico como las telesillas para subir a la montaña y bajar deslizándose.

Decidida, se fue a vivir a un pequeño pueblo llamado Baños Morales, ubicado a 1800 metros sobre el nivel del mar hacia el este del Cajón del Maipo en la Región Metropolitana, distante a unos 12 kilómetros del límite con Argentina, donde gerenció un exclusivo hotel. Luego se dedicó a trabajar como guía en el cerro Aconcagua, el más alto de Sudamérica con 6962 metros de altura, lo que complementa con su emprendimiento de expediciones, especialmente orientada al público femenino.

“Me ha costado mucho insertarme como guía de montaña. Además de que en otoño y primavera no se puede desarrollar este trabajo, hay cierta discriminación porque a nosotras nos falta la fuerza física que tienen los hombres pero, por otra parte, las mujeres somos más detallistas y meticulosas en la planificación. Para mi fortuna, el dueño de la empresa donde trabajo para los ascensos al Aconcagua, prefiere trabajar con mujeres, porque somos más ordenadas, cuidamos nuestra presencia y somos más empáticas con los clientes”, contó.

Añadió que “el tema de la montaña es bien machista. Casi todos los montañistas son hombres y salen con hombres y de vez en cuando con una “pajarita” que sale con ellos. Yo aprendí el montañismo con hombres y fue de la forma más dura. Por eso la opción de aprender con mujeres, abre las oportunidades para que se integren más mujeres, porque somos más solidarias entre nosotras, siempre estamos pendiente de la compañera y por una cuestión fisiológica, debemos prepararnos de forma diferente ya que, por ejemplo, somos más friolentas que los hombres porque tenemos menos irrigación en las extremidades, por lo tanto, debemos protegernos con especial cuidado los pies y las manos.  Y como tenemos otra visión de las cosas, nuestros temas de conversación son muy distintos y más diversos. Eso se valora mucho en las expediciones donde durante varios días compartes hasta la carpa y conversas de todo”, contó.

Ski en Araucarias del Llaima, Región de la Araucanía.

Para realizar el esfuerzo físico que demandan estas prácticas, Ángela desarrolla una estricta disciplina de entrenamiento, que considera ejercicios diarios de estiramiento y yoga, entrenamiento cardiovascular al menos 4 veces a la semana y el complemento de una dieta con alimentos saludables. A ello se suma que constantemente está capacitando o actualizando su conocimientos, sobre todo en lo relacionado a primeros auxilios o manejo en situaciones de riesgo.

El llamado de la montaña

“En la montaña uno ve tanta belleza y todo eso te llena visual y energéticamente, hasta te sientes más fuerte. Eso le da sentido a mi vida, porque cuando te vas con tu campamento con lo básico para subsistir, valoras las cosas simples de la vida y te das cuenta que para ser feliz necesitas muy pocas cosas y comodidades. Y como al subir debes estar pendiente de tus necesidades como cuidar tus manos, tus ojos, tu piel, medir tu presión, medir tu pulso, ver donde pisas, etc., aprendes a conocerte y a encontrarte a ti misma”, resaltó.

Agregó que el aprendizaje de la montaña no está en hacer cumbre, sino que en el proceso que significa el subir. “He aprendido más en las montañas donde no logré la  cumbre, porque he tenido que volver abajo desmoralizada y frustrada por hacer un gran esfuerzo que no resultó. Y ese regreso significa hacer un trabajo de revisión de lo que hice mal o de lo que faltó pero, por sobre todo, de darte cuenta que no eres tú la que manda, sino que es la montaña y que una es una simple y pequeña humana que está tratando de subir”.

Esa es la vida de Angela Cárdenas Ortega, una hija orgullosa de estas tierras que creció leyendo las historias de las mujeres que forjaron Magallanes, cuyas fuerzas y valores se impregnaron en su espíritu aventurero. Hoy, ella no tiene pareja, sin embargo se proyecta como madre y quiere darle a sus hijos lo que ella vivenció en la realidad de la Patagonia. “Quiero que mi familia mantenga ese contacto con la naturaleza. No sé qué va a pasar, pero aquí o allá seguro que mi vida estará en la ruralidad”, concluyó.