El arte que rescata la luz que traspasa las hojas de los árboles

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La joven artista que estudió en Buenos Aires está complementando su obra en óleo e ilustraciones, con esta nueva técnica, más bien, minimalista y comercialmente atractiva para artículos de decoración. 

 

Pamela Seoane ha irrumpido en el escenario magallánico con su proyecto artístico denominado Komorebi, palabra japonesa sin traducción exacta al español, pero que, en esencia, busca rescatar la luz que traspasa las hojas de los árboles.

Por ello, en sus obras usa papel, le da diferentes formas, que resultan en cuadros atractivos para decorar el hogar o la oficina. Esto vino a complementar el trabajo de pintura e ilustraciones que venía haciendo hace siete años.

Nacida el 9 de octubre de 1987, estudió licenciatura en Artes Visuales en la Universidad Nacional de Artes en Buenos aires. De regreso en Punta Arenas, hace menos de un año que dio vida al proyecto Komorebi, cuyos trabajos están inspirados en la naturaleza magallánica.

Para conocer más de Pamela y su obra, Fem Patagonia conversó con esta joven artista:

¿Cómo fueron los inicios? ¿Enfrentaste alguna dificultad?

“Han sido un poco difíciles. Enfrentarme a la inestabilidad económica que significa intentar vivir de lo que amo y en lo que me he desarrollado no ha sido fácil, pero tengo claro que debo diversificar mi trabajo, dar clases, vender mis productos en ferias y aparte, realizar mis ilustraciones y pinturas.

“Otras de las dificultades es la presión externa, que es muy grande, el hacer lo que se debe, lo que está establecido, tener un trabajo estable, una casa, una familia, un auto. Todo eso externo que socialmente te hace ser “exitoso”, si te sales de ese común denominador, más encima siendo mujer, te transformas para ojos del resto en una persona que no produce, que tiene problemas, que no sirve para nada y, en lo personal, uno inevitablemente se disgrega; te angustias por no hacer lo que le da sentido a tu vida, independiente de si te va bien o mal, simplemente hacer lo que amas, lo que piensas  y darle un giro a tu vida”.

Admite que lo que más le satisface es poder dar clases, transfiriendo todo el conocimiento que ha adquirido. “Compartirlo me da una gran satisfacción”, apuntó.

¿En qué te inspiras para crear tus obras?

“Mis trabajos de arte en papel están muy relacionados con la naturaleza, siempre realizo paisajes que veo aquí en Magallanes. En mis pinturas e ilustraciones, proyecto mi mundo interno, todo ese mundo que, por un lado, es muy caótico y por otro es tranquilidad. Por más que he intentado forzar mi trabajo hacia cierta dirección, siempre termino volviendo a lo mismo, supongo que es un escape egoísta y autoindulgente a la neurosis que vivo y vivimos en esta sociedad tan extraña, violenta y retorcida pero no exenta de belleza. Ha sido una necesidad hacer arte para superar mis procesos internos, aunque tengo claro que, aunque hablo de mi individualidad, también estoy hablando de algo universal. Creo que lo universal puede estar en lo más cotidiano delante de ti todo el tiempo, convirtiendo eso cotidiano, eso tan ordinario como tu día a día en algo hermoso, lleno de poesía”. 

 

“Todo eso externo que socialmente te hace ser “exitoso”, si te sales de ese común denominador, más encima siendo mujer, te transformas para ojos del resto en una persona que no produce, que tiene problemas, que no sirve para nada y, en lo personal, uno inevitablemente se disgrega, te angustias por no hacer lo que le da sentido a tu vida, independiente de si te va bien o mal, simplemente hacer lo que amas, lo que piensas  y darle un giro a tu vida”.

 

 

¿Qué rol juega tu familia en torno a tu trabajo?

“Han sido un gran apoyo, en especial mi madre. En mi familia no hay nadie que se haya dedicado al arte, por lo cual yo creo que ha sido difícil para ellos aceptar mi decisión desde un principio y los entiendo. Por un lado, quieren lo mejor para mí, y vivir del arte me puede y me traerá muchas frustraciones.  Aunque me sienta feliz de estar donde estoy, no puedo negar que hay que mantenerse fuerte constantemente. En esos momentos, mi madre ha sido mi apoyo, ella siempre ha creído en mi como artista”.

“Me gustaría enseñar el valor del arte”

Pamela Seoane tiene claridad en que, más allá del mensaje de sus obras, le gustaría enseñar el valor del arte, al dar clases o mostrar su trabajo.

“Me gustaría que se valore el arte, que no solo entrega un valor social sino también un valor espiritual al ser humano. Nos ayuda a crear un mundo propio, a sacar eso interno que no puede ser expresado en palabras”, indicó.

¿Cuáles son las temáticas que ha escogido o que son más recurrentes en sus trabajos?

“En los trabajos de Komorebi, las temáticas son los paisajes que veo acá y he visto en otros lugares, retratos de mujeres rodeadas de colores y simbolismos, mostrando su fortaleza y libertad y, por otro lado, en mi modo más personal hablo de mi mundo interno, mis procesos de superación”.

¿Qué es el arte para ti?

“Creo que el arte nos hace ser quienes somos, el arte es cultura y la cultura somos nosotros. Esa es la definición más amplia, pero en realidad es tan complejo definir qué es y que no es arte, los límites que la definen están tan borrosos hoy en día, entre tantos estilos, artistas, discursos. No sé bien cómo definir algo que se redefine constantemente. Aparte, las concepciones y las categorías antiguas ya no nos sirven para explicar los fenómenos estéticos contemporáneos, por lo mismo ya es imposible definir o encasillar algo, aunque sé que a la mayoría les facilita poner etiquetas y encasillar así quizás es más fácil manejar la realidad”.

 

 

“En mis pinturas e ilustraciones, proyecto mi mundo interno, todo ese mundo que, por un lado, es muy caótico y por otro es tranquilidad. Por más que he intentado forzar mi trabajo hacia cierta dirección, siempre termino volviendo a lo mismo, supongo que es un escape egoísta y autoindulgente a la neurosis que vivo y vivimos en esta sociedad tan extraña, violenta y retorcida, pero no exenta de belleza”.

 

 

Mujer y arte

Pamela Seoane valora que las concepciones culturales y la relación mujer-arte estén transformándose. “Están cambiando, por fin, después de taaantos años, aunque hay mucho por hacer, teniendo en cuenta que la cultura, en general, ha estado configurada en un patrón patriarcal, el que define qué es bueno, qué es arte, qué tiene calidad y qué no, estableciendo un canon de genialidad totalmente masculino”, señaló.

Agregó que, si uno considera la historia del arte, allí se ve que “las mujeres fueron relegadas a simple objeto de inspiración dejando de lado que muchas de ellas estaban detrás de un atril y no solo en la pintura, también en literatura, escultura, cine. Nombres como Germaine Dulac en el cine surrealista o Alice Gay en cine de ciencia ficción, son totalmente desconocidos. En la pintura, por ejemplo, sólo se conoce a Frida Kalho por el hecho de convertirse en un mero producto comercial, independiente de su obra, que, en mi opinión, no es comparable con la obra de otras artista de la talla de Leonora Carrington, Louise Bourgeois, Lluisa Vidal, Juana Pacheco, Lois Mailou Jones, nombro solo algunas que no están en los libros de texto, donde  la historia escrita por hombres ha anulado a esas mujeres y tomando el protagonismo, dejando claro que la historia debe ser reescrita urgentemente”,

¿Ha sentido discriminación o que en el ambiente en que se desenvuelve haya demasiados estereotipos de género?

“Sí, por supuesto. Todas tenemos que lidear con estereotipos, creyendo que nuestro valor reside en lo estético, que el no ser lo suficientemente linda nos afectará laboralmente, en nuestras relaciones, entrevistas, dejando totalmente de lado nuestro discurso, nuestro trabajo, nuestro valor humano. Esto no se vive solo en un ambiente laboral, también lo vives en el entorno familiar que espera que tu realización sea casándote, siendo buena esposa y madre y, si  no cumples con estos objetivos, serás denominada como la oveja negra, la descarriada, el tiro al aire. En fin, he tenido muchos más problemas que beneficios por el hecho de ser mujer, tanto por tener menos posibilidades siendo menospreciada. Muchas veces no se nos reconoce, hay una infantilización de la mujer en muchos ámbitos de la vida, donde se duda de tus capacidades”.

¿Existe un arte femenino?

“Más que un arte femenino es un arte feminista. Se debe diferenciar por su discurso y compromiso, a partir de los 60 o los 70 se empieza a tener una concepción feminista y en ese momento comienza a incorporarse a la historia del arte, pero no como un arte solo hecho por mujeres sino un arte con un discurso de lucha; aunque hoy en día lamentablemente se está capitalizado el feminismo publicitariamente, bueno no solo el feminismo, también con la lucha LGBT y muchas más, aprovechándose oportunistamente de la opresión que sufre un colectivo, vaciando su simbología del valor reivindicativo”.

¿Cómo se ve de aquí a cinco o diez años más con su trabajo?

“Me veo exponiendo mi trabajo y viviendo de esto que amo. Realmente no me veo en Punta arenas, aunque me encantaría quedarme a vivir acá por mucho tiempo, veo lo difícil que es sobrevivir del arte en esta ciudad”.