Voluntariado Santo Tomás en Puerto Edén con sello de mujer Madres, abuelas, trabajadoras, estudiantes y voluntarias

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Puerto Edén allá vamos

Todo partió desde la Dirección de Asuntos Estudiantiles de Santo Tomás Punta Arenas, a cargo de Claudia Molkembuhr, quien se propuso la difícil tarea de realizar el primer voluntariado organizado en la región. El reto lo quiso hacer en grande y con una meta ambiciosa: llegar no solo a uno de los lugares más aislados de Magallanes, sino que de todo el país. Para ello, buscó apoyo en instituciones, empresas y privados, logrando sumar las voluntades suficientes para efectuar esta noble labor que se concretó en actividades sociales de peluquería y podología, un juego para el colegio, una once para la comunidad, arreglo en pasarelas y la más significativa: una vivienda social para un adulto mayor.

 

Voluntarias e imparables

Katherine Mansilla, estudiante de Ingeniería en Gestión Pública, fue una de las voluntarias. Madre de 2 hijos, debió dejarlos a cuidado de otros, acomodar los horarios en sus dos trabajos  y olvidarse de sus vacaciones, todo para ser voluntaria de Santo Tomás en Puerto Edén, lugar donde le correspondió realizar una labor fundamental para que todos los trabajos resultaran exitosos: cocinar.

Mujeres del Edén

Usar un par de tacones, ir a la peluquería, salir a pasear, o ir a la panadería a comprar el pan o algo rico, no es posible en Puerto Edén; un lugar sin calles ni veredas, donde el tránsito se realiza por pasarelas de madera con un clima adverso y muy lluvioso, donde la posiblidad de caídas está siempre presente.

“Muchas de las mujeres pasan encerradas en sus casas, de hecho me tocó vivir la experiencia con una de ellas que fui a visitar, donde me decía que hace un año que no sale de su casa”, comenta Kathy y agrega que “nosotros tenemos una vida totalmente diferente y la vivimos personalmente porque para poder tener agua caliente,  limitados de luz, tienes que levantarte a las 6 de la mañana, picar la leña, prender el fuego, y hacer que esa estufa prendiera para poder tener agua caliente y preparar el desayuno a las 8 de la mañana”.

 

La estudiante de Santo Tomás continúa relatando su experiencia señalando que “preparar algo allá puede tardar horas, porque la electricidad no estaba, la estufa no te acompañaba, por lo tanto todo se realiza lento, por eso cuando ellas nos decían que pasan las 24 horas haciendo cosas, realmente tú las entiendes, porque es verdad. Su realidad, su vida se les va de esa manera, todo el día tienen que estar haciendo cosas, porque mínimo 3 horas antes calentar el agua, 4 horas antes montar la olla para que esté listo el almuerzo, son diferentes realidades, son cosas que realmente te tocan”, asegura Mansilla.

El caso de Claudia Cárdenas, estudiante de Servicio Social de 51 años posee características propias. Volvió a estudiar después de 30 años,  con 2 hijos, Fabiana de 28 y Juan Manuel de 20, quienes a su vez también tienen hijos, es decir que Claudia es abuela de dos pequeños, Fabián (12) e Ian (3 años).

Durante el viaje como voluntaria tuvo la misión de ir casa por casa recopilando información de los hogares de la comunidad, con lo que logró tener una radiografía de la vida en este paraíso magallánico.

 

 

Dejaron absolutamente todo de lado para ir en ayuda de quienes más lo necesitan. En total, 11 de los 23 voluntarios de Santo Tomás que viajaron hasta la apartada localidad para ser parte de las acciones sociales fueron mujeres.

 

 

“Para cumplir sueños no existen edades. El estudiar a mí me ha hecho muy bien, en la parte de salud también, el mantenerme ocupada, el llenarme de energía de mis compañeros de curso que son casi todos lolos”, acota esta “abuela de espíritu joven” como ella misma señala.

Para Cárdenas, el voluntariado “es algo que uno hace desde el corazón” y agradece tanto a la institución por brindarle esta posibilidad, como también a quien ha sido su compañero por más de 29 años, su esposo- “El me acompaña y ha participado en muchas de mis actividades” por lo que la estudiante de Servicio Social invita a los esposos, pololos y parejas a que “acompañen a sus mujeres a realizar sus sueños”.

Estas voluntarias sin duda continuarán realizando sus sueños y apoyando el de los demás, porque llevan en su interior no sólo el espíritu de la acción social hacia el prójimo, sino también el de líderes, que es parte del sello con que Santo Tomás busca identificarse en la comunidad.