Paola Acuña, directora del Cequa: “Mi mayor aporte es demostrar cómo una región se potencia basando sus decisiones en la ciencia”

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“Entre mis satisfacciones, está el tener un equipo de funcionarios tan tremendamente compacto y que confían en mi gestión, siendo personas muy cercanas a la comunidad y que hacen de su actividad científica algo natural. Eso no es fácil”, destaca.

 

Elia Simeone R./ Revista@fempatagonia.cl / Fotografías: José Miguel Cárdenas

Con título en mano, recorrió desde Arica a Punta Arenas tocando puertas para poder trabajar y le respondieron con un “¡No!” rotundo. Así vivió en carne propia la discriminación por ser mujer y haber incursionado en un ámbito que se creía reservado, en ese entonces, sólo para los hombres.

En Chiloé, incluso, llegó a solicitar trabajo y fue recibida por un ejecutivo que, de espaldas a ella, la atendió o, mejor dicho, no la atendió cuando se dio cuenta de que era mujer.

“Yo, de niña, quise ser científico”, declara esta biólogo marino, cuyo empeño y tenacidad la han llevado a ser reconocida entre las 100 mujeres más influyentes de Chile.

Es que la Doctora Paola Acuña, directora delv Centro de Estudios del Cuaternario de Fuego-Patagonia (Cequa), ha hecho de su vida un constante bregar por incidir en su entorno, con un solo y claro mensaje: “La ciencia, en todos sus aspectos, es vital, fundamental para el desarrollo de los países y éste es un país que tiene mucho qué dar y está trabando su desarrollo”.

Acota de inmediato: “Y digo trabando porque los problemas que hay no son problemas, sino que obstáculos que nosotros mismos generamos”.

De los campos de Parral a la ciencia antártica

Paola Acuña recuerda su niñez en Parral, junto a sus padres que eran profesores, y explica cómo dicha experiencia fue formando lo que es hoy, como investigadora y gestora.

“Siempre mi vida ha estado relacionada con el campo, a la actividad agrícola. Mi papá compatibiliza su actividad de escuela con la del campo y yo estoy pegadita a mi papá toda mi vida. Entonces, era mi mundo y podría haber sido agrónomo. Pero, no. Mi inclinación siempre había sido a la biología y las matemáticas y quería ser médico.  En el verano, mi fascinación era ir a las playas de Dichato a ver ballenas y empezaron mis inclinaciones hacia la biología, la medicina y el mundo de los mamíferos marinos”, relata algo de su vida.

La curiosidad fue, así, una de sus características, pues siempre buscó entender cómo se hacen las cosas, para qué sirven y cuál puede ser su otra aplicación.

Todo esto la llevó, al momento de tener que postular a los estudios superiores, a estudiar Biología Marina en la Universidad Católica del Norte, ya que, en ese tiempo, justamente había instalado el primer centro de acuicultura.

Hoy, admite que fue una “muy buena decisión” y recuerda cómo siempre quiso estudiar mastología, campo que se aboca a los mamíferos marinos, pero que entonces no era una rama que se dictaba en la carrera de Biología Marina, pese a que “¡Chile es todo mar!”, exclama con tono perplejo.

“Cada vez, mi fascinación hacia los mamíferos marinos y hacia la Biología Marina fue creciente, porque tú empiezas a pensar en la generación que viene y en este país que es tan maravilloso en ecosistemas y biodiversidad”, apunta.

En septiembre de 2010, asumió la dirección del Cequa. En 2014, fue distinguida por su aporte al desarrollo científico de Magallanes y en 2016, integró la lista de 100 mujeres influyentes que elabora El Mercurio.

“En Cequa, la equidad de género se desequilibró porque somos más mujeres. Somos el 57% y esto no sólo es un logro por los números, sino por el respeto de los hombres Cequa en todos los cargos hacia sus mujeres en todos los cargos. Aquí se trabaja por igual y eso se vive muy grato internamente”.

Rechazada por ser mujer

Como muchas otras mujeres adelantadas a su tiempo, Paola sufrió lo que es estudiar una carrera que era vista como un campo de “hombres”, lo que después comprobó dramáticamente al momento de egresar y buscar trabajo.

“Yo no tuve oportunidad como mujer y fui rechazada por muchos trabajos por ser mujer”, confiesa.

Así, tras recorrer, literalmente, todo Chile buscando trabajo, el constante rechazo que sufrió, en vez de derrumbarla, la llevó a buscar nuevos horizontes y apostar por su especialización, eso sí, en tierras lejanas.

Llegó primero su maestría y, luego, su doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México, comenzando por estudiar genética de la ballena jorobada y especializándose, finalmente, en genética molecular de organismos acuáticos.

En este derrotero, agradece el apoyo del reconocido biólogo marino y profesor Anelio Aguayo.

Recuerda cómo formó parte de un grupo de investigadores jóvenes que apoyó decididamente aquella campaña, iniciada durante el gobierno de Ricardo Lagos, para hacer efectivo el traslado del Instituto Antártico Chile (Inach) a Magallanes, como un paso efectivo para la descentralización de la ciencia en Chile, así como todo lo relativo a la creación de los centros regionales de investigación. De esta última iniciativa, nació el Cequa.

Paola Acuña siempre pensó en regresar a Chile y afincarse en Magallanes, para aportar a la actividad científica, “en lo que para mí era y sigue siendo la región con mayores bondades en ecosistemas y naturaleza y es una región que tiene mucho qué decir en ese aspecto”.

Pero, su inserción no fue fácil, pues de un mes a otro las condiciones para ella habían cambiado.

“Yo ya no iba a ser un investigador del centro titular como todos. Por ser mujer, estaba a prueba un año, porque no le había ganado a nadie. Eso me dijo el director en ese tiempo”, se ríe, además se me advirtió que no podía trabajar en mamíferos porque había otro investigador que iba a seguir esa línea. “Parece ser que -esto es muy chileno- la gente no puede colaborar. Siempre ven competencia y eso es una cosa tan absurda”, apunta.

“¡Imagínate lo duro que fue escuchar esto con dos niños chicos!”, plantea. “Mi respuesta fue: ‘No se preocupe, doctor. Estoy titulada en genética y voy a trabajar en lo más icónico de la región: la centolla, sin dejar de mirar los mamíferos, pero ya no las ballenas, sino los elefantes marinos’”, explica.

Lo primero que tuvo que admitir fue que “el Cequa no era el que habíamos imaginado”, sin sede, con un laboratorio ubicado en otras dependencias, sin ser conocido por la comunidad.

Nuevamente, en vez de desanimarse, Paola Acuña siguió trabajando, buscando que la labor de Cequa se desarrollara teniendo estos dos objetivos: vincular la ciencia con la educación y, en forma simultánea, con el sistema productivo.

Más tarde, vendría su elección para ser la directora de este centro, paso que no hubiera sido posible sin el apoyo que le brindó el entonces rector de la Universidad de Magallanes, Víctor Fajardo.

Cansada de los discursos

“Más que escribir papers, a poco andar me di cuenta que mi aporte a la ciencia iba por la gestión, que mi tiempo tenía que ser destinado a la gestión”, puntualiza.

Fue así como bregó y bregó para que el Cequa tuviera un edificio propio, recibiendo el apoyo de la Umag que le cedió un terreno en comodato. Luego, vino la aprobación de recursos por parte del Consejo Regional para construir la sede, pero en un paño independiente a la universidad.

“El proyecto tiene un RS (resolución favorable) de construcción, pero, lamentablemente, en esta arquitectura de región científica no fuimos prioridad”, señala, puntualizando que eso es así desde 2014.

Al ser consultada cómo fue eso posible si esta obra pudo haber sido imputada al Plan Especial de Desarrollo de Zonas Extremas, Paola Acuña indicó: “No lo sé, es una pregunta que yo hice igual que tú. Parece que los destinos del centro de investigación son otros para la autoridad regional, pero los desconozco”.

Esta incansable luchadora estaba esperanzada de que la política de descentralización de la ciencia, que comenzó con el gobierno de Ricardo Lagos y fue implementada en la primera administración de Michelle Bachelet, iba a tener como corolario la construcción del edificio del Cequa en su segundo período presidencial. “No se dio. La autoridad no lo vio de esa manera. ¡Qué pena! Pero, seguimos trabajando y seguimos aportando como centro de investigación”.

No se podría esperar otra respuesta de Paola Acuña, cuya mayor virtud –según quienes la conocen y trabajan con ella– es el optimismo y su defecto, su exceso de optimismo.

En el único momento en que la directora del Cequa deja entrever alguna cuota de desánimo es cuando afirma que está cansada de los discursos. “Siempre se valoran las intenciones, pero siempre voy a seguir echando de menos las decisiones que nos integran”, plantea.

¿Cuál es el legado de esta biólogo marino que llegó un día de Parral? “Mi mayor aporte es mostrar a los diferentes actores sociales y económicos del país que su potencial se incrementa con la actividad científica, es decir, cómo una región se potencia basando sus decisiones en la actividad científica”.

De izquierdaa derecha Rafael Sánchez Acuña, Paola Acuña Gómez y Camilo Sánchez Acuña. Celebración Mujeres Líderes 2016