Magallánicas en Buenos Aires

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Paulina Ruiz Fernández
Corresponsal de FEM en Buenos Aires

Muchos jóvenes magallánicos dejan sus hogares para estudiar, algunos se quedan en el mismo país mientras otros deciden cruzar las fronteras. Este es el caso de Javiera Karel Marín Águila, Stephanie Pilar Andrades Soto y Pamela Vera Sandoval.
Argentina siempre suena cerca para los habitantes de Punta Arenas, con una frontera a sólo 196 km de distancia tenemos bastante en común, vocabulario, folclor, música e incluso familia. Compartimos mucho pero a la vez no deja de ser otro país y una cultura diferente.
La tranquilidad y el paisaje quedan atrás, aparece la multitud, el ruido y el movimiento constante junto a un aprendizaje que nunca termina.

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Javiera Marín en la Ciudad de Buenos Aires

Javiera Marín Águila, tiene 25 años y vive hace 5 y medio en Buenos Aires. Se vino a estudiar Medicina porque en ese momento la carrera no se dictaba en Punta Arenas.
“Yo debía viajar al norte para poder estudiar, lo cual significaba un tremendo gasto de plata. Por esa razón decidí no estudiar en Chile y venir a la Universidad de Buenos Aires (UBA). Averiguamos y nos enteramos que era la mejor universidad de Argentina y que estaba muy bien posicionada a nivel de Latinoamérica y lo más importante es que era pública. Eso terminó de convencerme”.
Estudió 3 años y medio medicina hasta que se dio cuenta que no la hacía del todo feliz, que su camino era otro, dentro de la misma institución ahora sigue la carrera de Licenciatura en Ciencias Biológicas.
Javiera comentó que venir a vivir a Buenos Aires al principio no fue fácil, como todo cambio, pero que tampoco le costó tanto como esperaba, que se sintió cómoda rápidamente porque se vio atraída por la forma de vivir de los porteños que a su parecer es un poco más relajada que la de los chilenos.
“Lo que más me sorprende es la diferencia en la forma de vida de las personas. Acá la gente vive más tranquila, creo que tienen menos preocupaciones que las que se suelen tener en Chile (por supuesto que las tienen pero en general viven más tranquilos). Son capaces de parar en medio de una jornada laboral a tomar mate y comer facturas y está todo bien”.
Lo que más le gusta de Buenos Aires es el estilo de vida, que no paran ni un segundo, todo el tiempo hay algo por hacer. “No puedes aburrirte porque siempre existe algún panorama entretenido, incluso ir a la plaza a tomar mates, va a estar lleno de gente y no sabes lo que puede ocurrir. Es todo muy espontáneo”, asegura Javiera.
Lo que más extraña de Punta Arenas es a su familia, los paisajes y el contacto con la naturaleza. “Cuando finaliza el año me da nostalgia por volver a estar en el campo”, concluye.

 

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Stephanie Andrades en la Catedral Gótica de Plaza Moreno, La Plata

Stephanie Pilar Andrades Soto, está hace menos tiempo en Buenos Aires que Javiera y Pamela, sin embargo llegó por el mismo motivo, para estudiar.
Fue en febrero de 2014 que Stephanie, de 25 años, se trasladó para cursar la Licenciatura y Profesorado en Historia del Arte con orientación en Artes Visuales en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Anteriormente estudió dos años Licenciatura en Arte en la Universidad Católica de Valparaíso.
La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires, se ha convertido en un polo educativo, es conocida como una ciudad universitaria, ya que ahí está ubicada la UNLP que junto a la UBA y Universidad de Córdoba son las instituciones estatales más grandes del país.
La Plata está ubicada a 56 km de la Ciudad de Buenos Aires por lo que la hace una poco más tranquila, pero no deja de ser muy poblada (más de 680 mil habitantes).
“La Plata es una ciudad universitaria, la gente es muy amable al estar acostumbrados a recibir a estudiantes de otras partes de Argentina y del mundo”.
Stephanie asegura que se adaptó rápidamente ya que la cercanía entre Punta Arenas y Argentina hizo que no fuera un gran cambio para ella, pero sí tuvo que acostumbrarse a otros tiempos.
“Acá son más relajados, cosa contraria a la inmediatez y lo acelerado que somos los chilenos. Otra cosa que me sorprendió fue el nivel de lucha social y organizada frente a los cambios que está enfrentando el país, acá la gente se manifiesta de manera responsable, en las marchas no hay disturbios y la presión social que se ejerce frente al poder es muy grande”, aseguró Stephanie.
Comentó también que La Plata es una ciudad tranquila en comparación con la Ciudad de Buenos Aires, que hay plazas cada 6 ó 10 cuadras y que en ellas se pueden encontrar ferias, música y amigos o familias compartiendo. “La movida cultural es gigante, festivales al aire libre, exposiciones, centros culturales, bandas tocando en todos lados. La ciudad está a 40 minutos de Buenos Aires por lo que se puede acceder a todo lo que una de las capitales más importantes de Latinoamérica te puede dar, en mi caso el ambiente artístico es muy rico y puedes encontrar verdaderamente de todo”.
Los modismos, actitudes y formas de vida dice que se van adquiriendo y entendiendo de a poco con el tiempo.
Al igual que Javiera y Pamela, Stephanie dice extrañar sobre todo a su familia y amigos de siempre, los paisajes, los días eternos de verano e incluso los casi sin sol de invierno. La nieve, amaneceres y el mar.
Suma a esto algunas comidas en particular como “la cazuela y carne a la olla de mamá, los porotos con rienda y chupe de ostiones de papá, los milcaos y kuchen de ruibarbo de la abuela, la palta y pescados en general”, concluyó Stephanie.

 

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Pamela Vera, una de las imágenes que es parte de su book artístico

Pamela Vera Sandoval, tiene 25 años y lleva 7 viviendo en Buenos Aires, la decisión de dejar Punta Arenas la tomó junto a sus padres que dice la apoyaron desde siempre con su vocación artística. Buscaron universidades que pudieran avalar un título académico y profesional para estudiar teatro.
“Estoy en el último año, próxima a graduarme de la carrera de Licenciatura en Actuación en la Universidad Nacional de las Artes ex IUNA, actual UNA”.
Sus comienzos tampoco fueron fáciles, dice que le costó acostumbrarse a la personalidad de los argentinos y la forma de relacionarse que tienen tan distinta a la de los chilenos.
En este caso Pamela se siente más introspectiva que extrovertida como lo es el resto de sus compañeros.
“Después de los 2 años ya me afirmé y ahora me siento una más, tuve que aprender a sostener un nivel de energía que sólo los argentinos tienen y con mayor razón con la gente que me rodeo, muchos artistas, académicos y actores efusivos, unos más que otros”.
Como muchos de los estudiantes que se vienen a vivir a Buenos Aires disfruta de la diversidad cultural, de los miles de panoramas que ofrece la ciudad y sobre todo el  continuar potenciando su lado artístico.
“Es una ciudad donde está legitimada toda actividad que involucre a las artes, desde sus distintas aristas”, comenta.
Si bien ya está acostumbrada a la ciudad siempre está presente su familia. “Lo que más extraño de Magallanes son las personas que viven ahí, dormir con mi mamá (risas), el kiosco Roca,  la tranquilidad, sus calles. ¡El verano! ¡La luz del verano! En realidad, el extrañar Punta Arenas siempre se reduce a eso, a la familia, mi mamá y su linda casa.”

 

¿Piensan volver a Chile?

Javiera: De momento mis planes son quedarme acá, obvio uno no sabe qué sucederá en el futuro pero por ahora no tengo intenciones de volver a vivir en Chile.
Pamela: Si me preguntas hoy y ahora por supuesto que pienso volver a Chile,  son 7 años fuera, si bien viajo seguido a Chile no es lo mismo. No sé si a vivir pero al menos volver por un tiempo y descansar de ser extranjera. Sólo por un tiempo, porque siempre me ha gustado esa condición.
Stephanie: Aún no he pensado si volver o no a Chile, siempre está la nostalgia de volver, pero por ahora, que quiero comenzar el próximo año la carrera de Antropología en paralelo con la que estudio ahora, está muy lejana la posibilidad de regresar.
Estas tres magallánicas tienen más en común de lo que se imaginan,  coinciden con que todo cambio es difícil pero sin embargo se adaptaron muy bien a una ciudad totalmente distinta a su tierra natal.
Todas vinieron a estudiar y por ahora no tienen planes de moverse. Hay algo de Buenos Aires que atrapa y aun cuando se piensa comúnmente que es una locura total por sus más de 16 millones de habitantes, las tres dicen que el ritmo de la gente es distinto, que hay cierto relajo en el ambiente en el que se encuentran.   Por ahora sus raíces comienzan a crecer acá pero siempre con un dejo de nostalgia por la familia que tanto quieren y que está a más de 2700 km de distancia.