¿Es bueno que los hijos sepan cuánto ganan los padres?

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Educar conlleva un montón de aristas y una de ellas es el dinero, ítem que a muchas familias incomoda explicitar abiertamente con sus hijos. Una psicóloga de la Universidad del Pacífico explica cuándo se hace o no necesario compartir esta información.

Son muchas las circunstancias de la vida en las cuales se debe conversar de dinero al interior de las familias. Hoy es un tema que se ha puesto sobre la mesa en muchos hogares a propósito de la gratuidad universitaria, pero es un asunto que sale a menudo, ya sea al hablar de vacaciones, posibles estudios, entretención y mesadas, entre otros.

Sin embargo, no siempre es fácil hablar de platas y muchos padres no están seguros de cuánto profundizar en el tema o cuándo hacerlo. Al respecto, la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Carmen Gutiérrez, señala que en general no es necesario ni saludable que los hijos sepan cuánto ganan los padres. “Ese conocimiento sólo tiene sentido si es para otro fin, como por ejemplo para educar a los hijos en el manejo y valoración del dinero”, asegura.
Incluso, ante circunstancias como las que viven los jóvenes en etapa universitaria, donde muchos de ellos deben informar a sus casas de estudio su situación socioeconómica, señala que el tema se debe resolver aludiendo a lo estrictamente necesario e indispensable. “¿Cumple con los requisitos para postular a la beca de gratuidad u otro beneficio? La respuesta es sí, no y por qué, sin necesidad de abrir nuevos temas que no le competen a los hijos”, aclara.

Para la especialista, este tipo de acción se explica por el hecho de que las familias pueden ser vistas y analizadas como un sistema compuesto por partes o subsistemas. “Así, se pueden diferenciar el subsistema parental, subsistema hijos y hermanos, por nombrar los más tradicionales. A cada uno de ellos le corresponde distintas tareas, funciones y responsabilidades. Estos límites tienen también un sentido de cuidado y protección de sus miembros. En otras palabras, es sano y es deseable que algunas cosas que acontecen o preocupan a los padres, por ejemplo, no sean compartidas o conocidas por los hijos. Como también es saludable que ciertas preocupaciones de los hijos sean compartidas a nivel de detalle entre los hermanos, más que entre los hijos y los padres”, indica.
La psicóloga agrega que la diferenciación clara de responsabilidades y tareas, permite que cada uno de los integrantes de la familia tome aquellas que le corresponde, lo que favorece su proceso de crecimiento y maduración. “En otras palabras, la familia cumple un importante rol de cuidado y protección de sus integrantes, pero al mismo tiempo, debe dejar ir para que cada uno cumpla su proyecto de vida. En esta línea, se parece a la analogía de un árbol o una planta, que para favorecer que sus semillas den lugar a un nuevo árbol, envían a través del viento, lo más lejos posible, a sus semillas”, concluye la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Carmen Gutiérrez.