Un recorrido con aroma a té por Punta Arenas

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Sol en la Patagonia y una semana de septiembre post Fiestas Patrias con un clima maravilloso en estas latitudes y que transforma un día en un millón de postales hermosas.

Con Mary Mac Donald en Amaranta Tea House

Con Mary Mac Donald en Amaranta Tea House

 

Por Claudia Pérez

Recorrer las calles magallánicas cuando uno vive fuera es añoranza y es también parte de un viaje al pasado –por los recuerdos propios, un viaje al presente –sorprendiéndome en cada rincón nuevo de esta bella ciudad, que emerge de lugares con historia como es el local de la Mesita Grande, donde funcionara alguna vez los Seguros La Austral y La Regional, donde también trabajó mi abuelo.  Sé que hoy se está reconstruyendo post incendio, pero no dudo mantendrá el carisma y la calidad en su servicio.  Y también me permito vislumbrar el futuro, de una ciudad que no muere, que se reinventa, que pese a estar en el confín, con su identidad propia, sus costumbres, su gente y su apego tiene esa magia que la hace única en el mundo entero.
Gocé sentada un buen rato en la Plaza de Armas, con una gran amiga de infancia, ambas ahora de paso por esta zona, pero con los recuerdos palpables en cada brisa que nos arremolina el pelo mientras veíamos a la gente pasar y reíamos recordando vivencias, sucumbiendo a la foto típica y a tocar el pie del indio, esperando siempre volver.  Ambas emocionadas.

PORCION DE GALLETAS RUIBARBO Y CALAFATE AMARANTA TEA HOUSE

Porción de galletas Ruibarboy Calafate, Amaranta Tea House

Picarones en La Yegua Loca

Picarones en la Yegua Loca

CHAI MASALA EN LA YEGUA LOCA

Chai Masala en La Yegua Loca

Kiosko Roca que no decepciona, disfruté como niña comiendo los pancitos añorados e invitando  a una querida familia de Rancagua, amigos del “norte” para quienes somos magallánicos. Compartí esa especie de aperitivo típico y les hice un pequeño tour que partió por la que fuera mi casa, en el Loteo Montes, para luego pasar por Norweisser por unos ricos chocolates regionales, para subir por Zenteno: Cervecería Polar y el Pudeto, atisbando a lo lejos el Andino para luego bajar por Arauco terminando en el Cerro de la Cruz y su hermoso mirador que domina la ciudad en un día que nos permitió verla en esplendor.  Recuerdo que en época escolar llegábamos subiendo por Colón… e internándonos en esa escalera que nos parecía tan larga y ahora se siente tan pequeña.
Sotito’s con su vista hermosa al Estrecho desde un segundo piso lleno de magallánicos celebrando algún acontecimiento nos acogió con su comida siempre perfecta y les recuerdo a mis amigos la generosidad de este hombre en mis años escolares cuando los fines de semana después de cerrado el local invitaba a jóvenes universitarios a comer un rico plato de comida casera.  Cuando se da con generosidad, la vida es buena y retribuye.
El Museo Regional precioso, con el tiempo detenido allí, con una historia familiar de los Braun y Menéndez para contar y con la mirada de una época auspiciosa, donde un puñado de inmigrantes hicieron de esta ciudad un lugar hermoso y particular.  Leyendas aparte, sin ellos no habría historia.
Llega la hora del Té, donde convido a uno de mis lugares favoritos: Amaranta Tea House.  Allí tengo siempre que voy mi encuentro con una tetera de un té que ellos llaman Burbujas y que es detallado en la carta como un té negro con Burbujas de Champaña ¿Podríamos hablar de un Darjeeling? Es delicioso y claramente bien preparado. No es –a mi parecer- para acompañar con nada pesado y aunque su torta de chocolate es irresistible, me inclino una vez más por la porción de galletas de mantequilla que incluyen dulce de ruibarbo o de calafate. ¡Acompañamiento ideal para este té!  Lugar acogedor, lleno de rincones con detalles, mandalas pintadas por clientes, banderitas tibetanas, lámparas antiguas, mesas que recuerdan las de una cocina magallánica de abuelitas. Su joven dueño siempre solícito a las inquietudes de sus visitantes y con una sonrisa permanente que llama a quedarse un rato más charlando mientras cae la tarde.
Saliendo de allí mi colegio sigue siendo imponente con ese campanario donde María Auxiliadora mira la ciudad desde un lugar privilegiado.  Recuerdos asoman de tiempos escolares, donde risas y llantos o secretos quedaron bien guardados dentro de sus paredes.  Hoy otras son las generaciones, pero el legado es infinito.
Calle Bories sigue siendo la columna vertebral de la ciudad, en su paso obligado para llegar a la Plaza de Armas y a la Catedral, pasando por el Hotel que fuera la casa de Sara Braun, casada con José Nogueira y en la que resalta su imponente Pérgola, que espero ver pronto con una hermosa hora del Té y eventos temáticos entretenidos, pues lo tiene todo para ello!

monumento al nombre

“Mi marido me viene a buscar porque creo que siempre siente que una parte de mi añora quedarse para siempre…”.

LA MESITA LARGA EN PUNTA ARENAS

La Mesita Grande en Punta Arenas

Museo Regional

Museo Regional

Los días pasan rápidos y ya casi es hora de volver al norte, mi marido me viene a buscar porque creo que siempre siente que una parte de mí añora quedarse para siempre… Así que por si me arrepiento aparece en la ciudad para volver juntos a recorrer calles, inevitable pasada por el cementerio a ver a los míos, a los abuelos, tíos, sobrinos y amigos, es una parte también de estar en casa.  Un rito.
Mediodía en la ciudad y antes de decidir si hoy será el History o El Tapiz los elegidos para un té o un café nos detenemos en Avenida España con la idea de visitar un local que decía vender en saldo productos de repostería… mirando hacia arriba vemos que hemos llegado nuevamente al Cerro de la Cruz, casi.  Y enclavada en el costado del mirador su “Yegua Loca” nos mira como invitándonos a entrar.  ¡Nos decidimos!
Se respira de entrada el olor a cuero característico de campo, sorprende un rincón criollo donde se mezclan recuerdos y souvenirs con motivos regionales: ovejitas de lana, pinchos de madera con formas diversas, alfombras de cuero de vaca, boinas, tejidos y una serie diversa de artículos que impulsan a quererlo todo.
Sorprende su cocina antigua, donde me transporté inmediatamente a la cocina de mi abuela May en calle Quillota (desde donde siempre salía olorcito a dulce), me encantó que no fuera mera  decoración y que funcionara, esas enormes cocinas con puertas de loza blanca o negra eran hechas para toda una vida y ahí estaba, con una tetera hirviendo y por un instante cerré los ojos y sentí el aroma a cáscara de naranja o manzana que ponía mi abuela encima y que al quemarse lentamente nos regalaba su olor dulce.
Su anfitriona nos recibe con una amplia sonrisa, nos deja elegir mesa y nos da el tiempo y espacio para reparar en sus muebles reciclados, en la gran caja registradora, en luces antiguas que caen desde el techo, donde son soportadas por partes de una cocina desarmada.  Los baños identificados para ella o él nos muestran otra forma de reciclaje, una olla negra desfondada sirve de lavamanos y una tetera sin fondo luce la lámpara del techo.  Ideas maravillosas.
Volvemos al menú donde con sorpresa recibo el que tengan la opción de Té en Hebras.  Blends preparados localmente por una magallánica, me hacen decidirme por un Chai Masala.  Lo acompañé con picarones con chancaca que vienen muy bien presentados en una mini olla alargada y de color naranjo. La cuenta llega en una lata de cigarrillos o algo que no alcanzo a distinguir bien, pero que cuadra perfecto para completar la idea de un viaje a una Estancia cualquiera.
Terminamos el momento mirando por la ventana hacia el Estrecho de Magallanes que se ve a lo lejos, mientras el sol se cuela por la ventana.  Salgo con algunos regalos de ese rincón patagónico, unos para llevarme a casa y una oveja negra para la colección de una tía querida que siempre nos recibe y que las colecciona, quizá de alguna forma para no olvidar su propia historia y al Granfa MacDonald –su padre– que dejó una huella en la historia ganadera.
Nos marchamos con el relato de una historia de amor de una Española que llegó al confín del mundo a vivir con su enamorado y a trabajar juntos este Hotel Boutique en que cada pieza es una representación del mundo estanciero y que acoge con calidez apenas se cruza la puerta de entrada.

Pulpería

Pulpería

souvenirs La Yegua Loca

Souvenirs La Yegua Loca

Ya en el avión comienza el recuento: viaje hermoso, encuentros familiares. Disfrutar de un momento juntas con la única hermana de mamá que me queda, que es como tener un pedacito pequeño de ella en este mundo y que bien vale llegar hasta allá sólo para abrazarla.  Felicitar al Hijo Ilustre de Magallanes que enorgullece a la familia por su entrega y generosidad, que junto con una de sus hermanas siguen manteniendo vivo el espíritu de su padre  y su amada imprenta.
Amigos y primos queridos que nos reciben siempre como es allá, con amor y con comida típica, con historias y recuerdos, ¡como suele recibir el magallánico!  Cenar con amigos queridos que nos muestran lugares nuevos como un pequeño restaurant francés llamado La Cuisine, que consta de una carta acotada pero de presentación hermosa y de sabor exquisito.  Encuentro con las amigas del colegio, que muestran una nueva versión de un club social en La Perla del Estrecho, donde las mesas son barcos, donde a la entrada del baño miles de fotos de época recorren la historia social de esa juventud que nos muestra nuestra propia historia y me descubro en medio de la pared en una foto en blanco y negro cuando cursaba primero básico.
Y salen nuevos planes y proyectos.  Esperemos uno de ellos vea la luz en abril del 2016, ya les contaremos, por supuesto. Mientras tanto, les invitamos a participar en nuestro intento de recuperar historias de la región en torno al té.  Sé que en muchas casas magallánicas hay una tetera con historia o un juego de té que pasó de generación en generación.  Les invitamos a compartir con nosotros esa historia, por favor envía tus datos y una foto de la misma al correo eltedemay@gmail.com y allí les contamos el proyecto completo. ¡No dejes de ser parte!
Y mi viaje llega a su fin, esperando por cierto volver pronto.  La familia y el terruño siempre llaman, imposible irme sin la emoción de los días disfrutados al máximo y con el corazón lleno.