KOSPI El origen de las flores

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Cuenta la mitología tehuelche que hace muchos años, en los tiempos que las plantas no tenían flores, vivía en la Patagonia Sur una hermosa y jovial muchachita llamada Kospi. Todo su pueblo admiraba la belleza de su suave cabellera y la dulzura de sus ojos negros.
Una tarde de tormenta, cuando el fulgor del relámpago iluminaba todos los rincones de la Tierra, Karut, el trueno, la contempló extasiado cuando se asomaba taciturna  en el toldo de sus padres. El amor que sintió por esta bella niña fue fulminante y quiso acercarse a ella, pero rápidamente cambió su parecer al pensar: ”Soy un trueno hosco, rústico y bruto, sin duda ella me rechazará”. Sin meditarlo más, la envolvió con un fuerte estruendo y la raptó para esconderla en lo más profundo de un enorme glaciar.
Al darse cuenta de lo ocurrido, Kospi se sintió desolada, muy triste, comenzó a decaer y, lentamente, a congelarse hasta convertirse en un témpano de hielo más, hasta confundirse con el gélido paisaje.
Y así permaneció todo,  en el agreste silencio glaciar hasta que un día volvió Karut con la intención de ver a su amada, pero grande fue su sorpresa al comprobar que ella ya no estaba. Los gritos de dolor que emitió fueron tan potentes que las nubes atormentadas comenzaron a llorar, lo que produjo una lluvia torrencial que derritió todos los hielos del lugar, incluida Kospi que corrió de prisa montaña abajo en forma de torrente impetuoso; y así continuó su largo camino por los verdes valles empapando toda la Tierra, que sentía ya el calor de una Primavera naciente.
El corazón de la niña-agua sintió muchas ansias de ver la luz, de sentir la cálida caricia del viento y de extasiarse contemplando el cielo estrellado del anochecer. Entonces, trepó despacio por las raíces y los  tallos de las plantas; y allí asomó su preciosa cabecita en la punta de cada rama, convertida en pétalos tan suaves como su cabellera. Desde entonces, el mundo entero se repletó de colores y alegrías: habían nacido las flores. Y es, tal vez, en recuerdo de esto que los tehuelches llamaron Kospi a los pétalos de una flor.

Texto: Mario Isidro Moreno,
Historiador e Investigador Costumbrista
Adaptación literaria: Lorena A. Paredes C., Profesora de lenguaje y Comunicación
Ilustración: Patricio Paretti, Artista Visual, Licenciado en Artes Universidad de Chile

 

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