Karoline Mayer: “Piensan que los trabajadores calificados caen del cielo”

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Bajo el lema “Entregamos Dignidad, no limosnas” la hermana Karoline Mayer lidera la Fundación Cristo Vive, que levantó en Chile hace más de 40 años cuando llegó de su país natal, Alemania. Conversó con La Prensa Austral sobre el proyecto de país, igualdad social, y su historia personal en la Alemania Nazi.

Por Analía Vázquez – revista@fempatagonia.cl

Karoline es de estatura media y muy delgada, su cabello blanco atado por detrás deja al descubierto sus ojos claros y brillantes que con esa sonrisa amplia dibujada en su rostro, dan cuenta de que todo es posible, que la convicción y las ganas de hacer algo por los demás, mueve montañas.

Enfermera de profesión, ha dedicado su vida entera a los más necesitados con una obra ejemplar que abarca el cuidado y educación de los niños, la creación de casa cunas y jardines de infantes; centros de formación profesional en oficios con especialidades en metalmecánica, automotriz, electricidad, construcción, jardinería y gastronomía, además de tres centros de salud y rehabilitación en donde se atienden a más de 35.000 personas al año.

Con un marcado acento alemán, que guarda de su lengua natal, Karoline refuerza con tenacidad que: “Nosotros en todo el desarrollo de nuestro país y desde antes de los años 70 venimos trabajando para erradicar la pobreza y estamos convencidos que la única posibilidad de que las personas se inserten en el mundo, el eje de la vida, es la educación. Si no, uno se queda siempre marginado ‘siempre debajo del tren’”.

¿Usted considera que esta capacitación de oficios puede dar un crecimiento a la capacidad productiva de Chile, teniendo en cuenta que la mayor parte de productos se importan?

Una capacidad enorme, yo pienso por un lado en construir ciudadanía a través de la capacitación, la dignidad, una persona valorada, que tenga su título, y no sea un “ninguno”. Esta cosa se descarta porque la formación tiene una capacitación. Ya no va a ser maestro chasquilla.

(…) “Estamos convencidos que la única posibilidad de insertarse en el mundo, el eje de la vida, es la educación. Si no, uno se queda siempre marginado ‘siempre debajo del tren’”.

Por otro, el uso de un país de personas que tienen un oficio, crea un crecimiento entre la habilidad manual del trabajo, esto está científicamente probado, desarrolla una creatividad, porque las neuronas a través de la experiencia se adaptan y buscan conocimientos insospechables. La mitad de la industria alemana se funda sobre los profesionales en oficios. Porque ellos son los que ven en las empresas cómo funcionan las cosas mejor. Yo estoy convencida que con 100.000 profesionales capacitados en oficios en Chile, podemos cambiar la economía del país.

 

Recordando un poco su historia, cuando la destinaron a venir a vivir a Chile ¿le gustó la propuesta?

Hace 46 años estoy en esta linda tierra como misionera, fui enviada por una congregación “Las Hermanas del Verbo Divino”. Yo no quería venir a Chile, mi sueño era ir a la India o a China, porque pensaba que allá iba a ser más útil. Pero mi vocación y mi misión ha sido anunciar la dignidad al pobre de ser hijo de Dios, así que allí donde me necesitaran yo iba a estar.

Para mí el dolor más grande es que los jóvenes pobres no tienen lugar en el país porque no tienen una formación digna, adecuada a sus necesidades. Y en eso hay que seguir trabajando para disminuir la inaceptable desigualdad social. Mi vocación es en realidad compartir la vida de los pobres, aprender de la vida de ellos, cómo enfrentan la vida y apoyarlos en transformar lo que no es tan bueno en positivo y reforzar las fortalezas que ellos tienen. La ayuda fraterna, para que decir, es la riqueza más grande que hay en la vida de los pobres.

 “Con la venida de la democracia en los años 90 nosotros volvimos a la carga, en condiciones distintas, esperando que nuestro gobierno democrático lo apoye, ha costado muchísimo, un vía crucis para que el Estado entienda la necesidad de educar”.

Usted nació en el año 43 en Alemania en plena guerra. ¿Cómo fue trabajar con la fundación en Chile en el contexto de la dictadura con el background que ya traía de la Alemania Nazi?

En la dictadura, había que fortalecer a los pobres, ellos eran los más perseguidos, a mí me han detenido, unos 4 meses por nada, solamente por trabajar para los pobres. A mí no me importaba nada porque yo ya era grande, pero padres de familia… la incomprensión en la misma sociedad ha sido intolerable. Una vergüenza también que parte de la iglesia haya respaldado semejante aberración.

A uno le ayuda la propia biografía, en Alemania, mi familia estaba en la resistencia, yo vivencié el odio a Hitler y a los nazis. A los alemanes no les faltaba heroísmo sino coraje civil, porque muchísimos estaban en contra del régimen. Sin embargo nos quedaba la esperanza de que ningún mal dura mil años, eso iba a terminar.

En la dictadura chilena también tenía esta fuerza interior, esta mirada que en algún momento todo iba a cambiar, aunque nunca pensé que aquí la dictadura iba a durar 17 años.

Desde su experiencia, ya en democracia ¿nota cambios positivos respecto a la educación, es decir, que se pueda estar discutiendo esta reforma?

Con la venida de la democracia en los años 90 nosotros volvimos a la carga, en condiciones distintas, esperando que nuestro gobierno democrático lo apoye, ha costado muchísimo, un vía crucis para que el Estado entienda la necesidad de educar. Piensan que los trabajadores calificados caen del cielo. En el pobre no se invierte, y si bien la formación profesional en oficios tiene alto costo, no es muy prolongado como en una universidad y al invertir en estos alumnos hay menos delincuencia y drogadicción, aumenta la productividad del país, los dotamos con las competencias para un trabajo dignamente remunerado y así ellos pueden tomar su lugar en la sociedad.