Las tres mujeres del Agro: Deméter recupera el poder

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– Etel Latorre, seremi de Agricultura; María Isabel Sánchez, directora regional del Sag; y Alejandra Silva Garay, directora regional de Conaf, forman parte de una generación de profesionales que debieron conjugar, de manera exitosa, el desarrollo de sus carreras con la maternidad.

 

Cuenta la leyenda que los dioses del Olimpo escogieron a Deméter como la madre nutricia que proporcionaba los vegetales y frutos con que se alimentan los humanos y enseñó a los mortales a cultivar la tierra. Profundizar estos mitos en otras culturas permite comprender por qué la pachamama duerme en invierno y despierta en verano y así los ciclos de la vida se van haciendo presentes.

Ha sido el arquetipo femenino el que ha estado asociado al poder, al poder y la fuerza de la vida y de la muerte, numerosas son las evidencias en donde a la mujer se le ha adjudicado poder curativo, como, por ejemplo, el de la machi.

La maravillosa investigación de la escritora norteamericana Jean M. Ahuel ha descrito cómo las mujeres han sido las que, a través de la observación, el ensayo y error, fueron construyendo las farmacopeas de los pueblos originarios y es esta sabiduría que hasta los días de hoy es transmitida de manera oral de madre a hija como de abuelas a sus nietas.

No es casual que las distorsiones hayan condenado a las mujeres sabias a la hoguera bajo el rótulo de brujas y así la historia fue separando a la mujer de los conocimientos de la naturaleza que permitía “escuchar a la tierra”, como lo manifiesta sabiamente el relato mapuche con la serpiente Trentren- vilu.

Así los círculos de mujeres se fueron diluyendo y quedaron reducidos a las conversaciones en torno al lugar de la cocina, ahí donde entre la preparación de alimentos las mujeres se curan el alma al ir revolviendo la olla contándose lo vivido, los secretos, los sueños y la añoranza de que sus hijas vivan otra vida.

Es, en este escenario, que irrumpe con fuerza el poder femenino, ya no en el mundo onírico, sino que en el real, en los espacios de las leyes y hasta en los mismos palacios de gobierno, que otrora cobijaban los sueños de la Cenicienta y el amor de su príncipe azul. Hoy son varias mujeres en el mundo que ocupan puestos de dirigencia política, ejerciendo la soberanía democrática de las primeras magistraturas de sus países, las que han marcado la pauta de la fuerza femenina, una fuerza amorosa que construye y produce cambios y que paso a paso va recuperando terreno.

En nuestra región, ejercer la toma de decisiones se ha dado desde la agricultura, como si Deméter comenzara a recuperar el poder.

 

 

El reino de Agricultura

Estudios realizados con perspectiva de género por el ministerio de Agricultura indican que la mayoría de los puestos administrativos y técnicos son ejercidos por mujeres a diferencia de los cargos directivos que son asumidos por hombres. Con estos antecedentes, no deja de ser novedad que, de cinco cargos directivos en la región, dos han sido asignados a varones, los directores regionales del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia Kampenaike) y del Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario (Indap), siendo en esta oportunidad la mayoría para las mujeres, con dos direcciones regionales que corresponden a la Corporación Nacional Forestal (Conaf) y el Servicio Agrícola y Ganadero (Sag), a los cuales se suma la jefatura de la secretaría regional ministerial de Agricultura.

Tres son las mujeres que coincidentemente son madres y veterinarias de profesión, cada una con tres hijos e historias que las han llevado a reiniciar una segunda vida de pareja. En los testimonios de estas maravillosas profesionales que ostentan los cargos de jefaturas en el ministerio de Agricultura y, aunque ninguna de ellas se imaginó alguna vez asumiendo dichas responsabilidades, la vida se ha encargado de presentarles desafíos que las han llevado a forjar talento y carácter para guiar una de las carteras más significativas para la Región de Magallanes y Antártica Chilena.

 

María Isabel Sánchez

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María Isabel Sánchez López estudió en la Universidad Austral de Valdivia y participa en política desde los 18 años de edad. Desde pequeña, asumió el cargo de presidenta de curso y tuvo una activa vida política en la década de los ochenta. Sus recuerdos la llevan a la memorable cruzada por recuperar la democracia en la “campaña del No”, época universitaria donde tuvo la oportunidad de compartir con figuras políticas de la talla de Gabriel Valdés, a quien admira hasta los días de hoy por su consecuencia de vida.

Próxima a cumplir 50 años, declara sentirse “orgullosa” de lo que ha logrado. “Laboralmente he alcanzado todas las metas que me he propuesto y en los cargos que he desempeñado. Lo que me deja más satisfecha es poder resolverle los problemas a las personas. A veces, hay problemas que para alguien es un mundo y uno con una gestión les resuelve prácticamente la vida”.

Confiesa que siempre quería entrar a trabajar en el Sag, el cómo no lo sabía, pero tampoco se imaginó alguna vez llegar a ser la directora de un servicio que admiraba por el alto compromiso de sus funcionarios con su organización. “Hay profesionales valiosos, comprometidos, informados y proactivos y que te exigen estar a la altura”.

María Isabel ha sido pionera en materias de liderazgo y, aun cuando no buscó figurar al integrarse como voluntaria al cuerpo de bomberos de la 1era Compañía de Puerto Natales, en el año 1995 llegó a ser la primera mujer con el cargo de directora de bomberos en el país, acontecimiento que significó un amplio reportaje en el diario El Mercurio de la época.

Con el transcurrir del tiempo, asumió como la primera gobernadora de la provincia de Última Esperanza entre los años 2006 y 2009 y, actualmente, la primera directora del Sag en la Región de Magallanes. “Así como voy – dice entre risas-, capaz que sea la primera directora nacional mujer del Sag”.

Tiene tres hijas: Gabriela que cursa primero medio; Javiera en primer año de gastronomía; y Monserrat que cursa cuarto año de derecho en la Universidad de Concepción. Respecto del cómo hace para compatibilizar el hogar y su desarrollo profesional, expresa animadamente que las mujeres “nacemos con esa habilidad, la llevamos en nuestro ADN y compatibilizamos perfectamente el espacio profesional”. Sagradamente hace una hora diaria de ejercicios y cocina sólo cuando está inspirada.

De manera regular llega en bicicleta al trabajo, dándole un estilo chic al estacionamiento del edificio del agro cuando aparca su bicicleta color pink metálica. Actualmente, custodia el patrimonio sanitario de la región y tiene jurisdicción en todos los pasos fronterizos de la comarca.

“Mi desafío está en responder a la confianza que se ha depositado al nombrarme como directora, pues hay expectativas tanto de las personas que me seleccionaron como de los subordinados y mi anhelo es cumplirle a todos”, incluso a sus compañeros y profesores virtuales de universidad, pues se encuentra actualmente cursando un magíster en la Universidad Atlántico de España.

 

Alejandra Silva Garay

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El caso de Alejandra Silva Garay, directora regional de Conaf, es distinto. Fue la fuerza de su convicción por defender la voz regional para conservar el paisaje y la tranquilidad del lago Nordenskjöld la que la llevó hasta la Cámara de Diputados a presentar sus razones, pues permitir la navegación comercial contravenía el plan de manejo y la zonificación del Parque Nacional Torres del Paine. No fue fácil para una funcionaria de 17 años de carrera en la administración pública contravenir las decisiones de las autoridades políticas de turno, pero su formación y profundo conocimiento técnico en materia de conservación y protección del patrimonio natural de las Áreas Silvestres Protegidas del Estado, sumado al apoyo del equipo técnico de la región, le permitieron hablar con fuerza y claridad a los parlamentarios, regresando con los laureles de la victoria al hogar.

Así, al poco tiempo, fue reconocida como una mujer perseverante que, ante un problema, no descansa hasta encontrar la solución disfrutando de resolver las disyuntivas para avanzar.

“Hay un momento especial para tomar decisiones y hacer los cambios. Como mujer, asumo que cada problema puede ser una oportunidad, por lo que no hay que dejarlo pasar, sino que abordarlo de manera inmediata”, dijo.

Médico veterinaria de la Universidad de Chile, a sus 43 años nunca se imaginó llegar a la dirección de Conaf. Como desafío, se planteaba ser jefe de departamento alguna vez, pero no se imaginaba encabezando el equipo regional. Con tres hijas de 6, 13 y 15 años, gusta de ver películas y hacer trekking. En el plano familiar, cuenta que ha resultado clave el apoyo de su familia para asumir este nuevo desafío, “en especial de mis suegros, mis hijas mayores y mi pareja”. A punto de cumplir un año en el cargo, confiesa que el tiempo se le ha pasado volando y para ella asumir la responsabilidad de encabezar la Corporación Nacional Forestal en la región representa la posibilidad cierta de aportar y generar cambios, siendo su mayor anhelo fortalecer el clima laboral y lograr “que todos vengan a trabajar en un ambiente grato”.

El reto es grande, pues su comarca es extensa. Bajo su dirección está la responsabilidad de administrar más de 6 millones de hectáreas entre las que se encuentra el Parque Nacional Torres del Paine, Reserva de la Biósfera, reconocida a nivel mundial por su belleza escénica y biodiversidad. “Estamos trabajando para abordar el tema de protección de los parques y evitar los permisos de acuicultura en sus aguas. Debemos compatibilizar el uso público con la conservación del patrimonio natural, considerando las distintas miradas de los actores involucrados, así es que es un interesante desafío”.

 

Etel Latorre Varas

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Para Etel Latorre Varas, también médico veterinaria de la Universidad de Chile, llegar a la secretaría regional ministerial de Agricultura es prácticamente un reconocimiento a la responsabilidad y la dedicación con la que ha desempeñado su profesión.

“Saber que uno es útil para otros es muy importante y, sentir que mi oficio es necesario para el desarrollo del sector, me llena de energía”.

Con más de 40 años recorriendo toda la región, no hay duda, es una mujer de terreno; dejó el laboratorio, los corrales y los múltiples proyectos que estaba desarrollando y aceptó un nuevo desafío que implica quehaceres como la coordinación con diversas personas y actores de la economía regional y nacional.

Aun cuando ostenta un cargo de confianza, reconoce que no participa de la política partidista. Sin embargo, en su época universitaria asistió a las discusiones asociadas al cambio político de la Universidad de Chile, lo que se llamaba para ese entonces la reforma universitaria, que buscaba una mayor participación del estudiantado en el desarrollo de la universidad y mejores mecanismos de participación para lograr la excelencia académica. “Buscábamos una mejor y mayor formación profesional para los distintas disciplinas que requería el país para su desarrollo y existía el debate de ideas”, recordó.

Con tres hijos en plena edad escolar, tuvo que enfrentar una segunda separación. “Es muy doloroso conjugar el desarrollo profesional y de madre. No fue fácil, pero no quedaba otra opción más que dejar a los hijos para traer el sustento familiar a casa. Esto fue posible gracias a una red de buenas amigas, muchas estaban en la misma situación y fueron ellas las que se quedaron con mis hijos y en mi hogar asistiéndolos mientras mi trabajo profesional me llevaba a recorrer cientos de kilómetros para desarrollar la actividad profesional en muchas estancias, presentar mis investigaciones a congresos, seminarios y exposiciones en distintas regiones ya sea en Chile o el extranjero”, indicó.

Siendo sus padres profesores, para ella la transmisión de conocimientos es prioritaria. “Trabajé con energías y fuerza los temas de capacitación de ovinos y bovinos formalizando cursos que se dictaron a partir de los años 90, colaborando como docente en la Universidad de Magallanes guiando tesis de pre y post grado de alumnos para diferentes universidades del país y el extranjero”.

Conocida como “la doctora” después de haber dirigido varios proyectos y programas, asumió la dirección regional del INIA Kampenaike luego de su regreso del Master en ciencias que realizó en Suecia en la Universidad de Uppsala. Desempeñó el cargo por un período de seis años. Su carrera profesional está avalada en términos académicos por múltiples publicaciones técnicas, científicas, así como su participación en libros, boletines y manuales divulgativos, en sus 40 años de desempeño profesional.

“Me emociona ver cómo nacen las crías de diferentes especies domésticas, a las cuales he asistido a través de mis conocimientos. Lo digo con la mayor humildad posible, es impresionante, me conmueve ver un parto donde tuve algo que ver”, señala.

Le fascina la lectura y le gusta cocinar. “Creo que es lo único creativo en una casa, porque uno inventa platos; lo demás es todo rutinario”. Hoy se encuentra disfrutando a su primer nieto Tomás, que la acompaña desde una fotografía en su computador, que guarda gran parte de los proyectos y programas de desarrollo del sector silvoagropecuario de la Patagonia.

Ahora con la sabiduría de la vida y el conocimiento acabado de la ganadería regional, es voz autorizada para opinar, pero, por sobre todo, respetada por moros y cristianos porque los conoce y la conocen, ha trabajado codo a codo con todos ellos y espera poder servir al sector hasta que la vida lo permita.