La Yegua Loca, un nuevo Hotel Boutique, que recupera los sitios más bonitos de las estancias de la Patagonia Chilena.

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En una casona construida en el año 1929 anclada en la ladera del Cerro La Cruz, se inauguró en marzo de este año el hotel boutique La Yegua Loca, para destacarse dentro de la propuesta turística de Punta Arenas, como un oasis que rescata en su interior tradiciones de la Patagonia de antaño. Al atravesar la puerta de madera crujiente, los aromas delicados y profundos como el cuero de oveja, la esencia de canela y el perfume que sale desde la cocina suave y tentador, realzan el ambiente familiar, sin descuidar ningún detalle.

Es el dueto integrado por Paola Milosevic y Sergio Solar, ambos gerentes del Hotel Las Torres, quienes cumplieron el sueño de mostrar la esencia y los oficios de estas tierras australes y de la vida en las estancias. “Hace un año y medio comenzamos a trabajar en el concepto de un hotel temático, fuimos madurando la idea y dándole un enfoque un poco más profundo pero entretenido. La idea era trasladarse un poco en el tiempo y recuperar los oficios del campo, y los personajes”, explica Paola.

Además de contar con un amplio expertis en la industria del turismo, los creadores del hotel boutique La Yegua Loca tienen en claro que lo que más desean es que el pasajero se vaya con una experiencia memorable, que involucre todos los sentidos. Por eso han cuidado cada detalle tanto de la decoración, como los servicios y la carta de cocina. En tan sólo tres meses, desde su inauguración, han logrado captar a un público bien exigente con reservas diarias en la cafetería como almuerzo o cena.

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“El turismo va en evolución y esta es una industria muy cambiante, por otro lado, el exceso de tecnología en las distintas facetas de la vida ha hecho que el mundo vaya muy apresurado y ya no tengamos tiempo para disfrutar y compartir de nuestra escencia, orígenes y tradiciones con nuestra propia familia”, comenta Paola.

Por eso el concepto de la Yegua Loca no es sólo el rescate de productos antiguos, sino también el cuidado del medio ambiente, y la posibilidad de reinventar, de reciclar y dar vida a por ejemplo una fragua, o una mesa de madera construida hace cincuenta años o el pie de una máquina de coser a pedal que hace las veces de escritorio.

“A mi papá le gustan mucho las antigüedades, nos han regalado y hemos comprado cosas en distintas partes de la región”, remarca Sergio, quien con sus propias manos se ha encargado de construir uno de los respaldos de las camas con tientos de cuero o las lámparas de la pesebrera, entre otros. También cabe destacar la genialidad de la creación de las mesas del restaurante que fueron hechas por el restaurador Pedro Muñoz, a partir de los tablones de pisos y paredes del tercer piso. Todo fue recuperado y reutilizado, para transformarlo en un lugar acogedor, confortable y exclusivo.

Habitaciones con vista panorámica y hacia la ciudad

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Las habitaciones son temáticas y la decoración de cada una tiene relación con un oficio, en las que se incluyen antigüedades y lugares de las estancias. Las de vista panorámica sorprenden con grandes ventanales a través de los cuales se observa una verdadera postal del fin del mundo. El Estrecho de Magallanes y la columna montañosa de la Isla de Tierra del Fuego, deleitan a cualquier visitante que quiera conocer la historia y los paisajes de la región.

El Carrero es uno de los oficios destacados que da título a la habitación de la que cuelga una enorme rueda decorando una de las paredes. El Carrero conocía los recónditos caminos que cruzaban la Patagonia. Sabía sus secretos y quiénes eran los personajes de las estancias y puestos.

La Pesebrera es sin dudas el lugar más característico de las estancias, aquí se mezcla la tradición e historia entre el gaucho, su caballo y el campo. Al amparo de una fogata y una ronda de mate nacen las leyendas. Uno de los grandes orgullos de la gente de campo es tener hermosos lazos, riendas y prendas de cuero bien elaboradas.

En la habitación llamada “La Quinta”, hay elementos como una regadera antigua de metal que hace las veces de macetero, y todo en ese ambiente es calidez, con aromas frescos.

El Lechero recuerda los quesos frescos del campo, o la leche tibia recién ordeñada. En este espacio se han utilizado tarros de lechero como veladores.

La habitación que hace honor al oficio del Herrero, cuenta con espectaculares trabajos en fierro, como el respaldo de la cama y la lámpara que cuelga del techo, que están realizados con hierro negro con diseños a medida.

El Carpintero con maderas nobles como la lenga acudían a su imaginación y experiencia para construir casas de gran firmeza, capaces de soportar las inclemencias climáticas, con vientos de más de 100 Km. por hora.

El Galpón de Esquila testigo de los gloriosos tiempos que vivió la ganadería en Magallanes y fuente de trabajo para muchos de los pioneros que llegaron a estas tierras.

La Pulpería

Un rincón imperdible de este hotel es la Pulpería, en donde se pueden conseguir artesanías, antigüedades, así como carteras, botas y cinturones de cuero. “Uno de los objetivos es estimular el desarrollo socioeconómico de Punta Arenas, y poder difundir en ese espacio todos los productos de artesanos locales”, comenta Sergio, quien ya comenzó a hacer todas las gestiones para contar próximamente con productos realizados por artesanos de la zona.

Propuesta culinaria

La cafetería está abierta desde las 10 de la mañana hasta las 21 horas, y ofrece suculentos desayunos con tortas artesanales como la tarta tibia de manzanas o el cheesecake. En la hora del almuerzo o cena, “La cocina de la nona” conquistó el paladar tanto de magallánicos como extranjeros, con propuestas como Ñoquis a la Croata, Canelones de Centolla, Garrón de Cordero acompañado de risotto de champignones, Chupe de Ostiones o Calamares rellenos. “Tienen un toque muy hogareño, muy de la nona pero gourmet”, advierte Paola. Además los jugos, como el de frambuesas con menta o el de piña con albahaca y también menta, son exquisitos.

Ir a La Yegua Loca es toda una experiencia que cualquier persona que llegue a Punta Arenas, ya sea que la elija para su estadía o para pasar un momento grato, está obligado a ir, distenderse y simplemente dejarse conquistar por los aromas, los sabores y la calidez de su gente.