Miss Susan y su eterna vocación por enseñar

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La Grani es maestra de generaciones y es recordada por sus alumnos con cariño. Por 45 años, fue profesora de inglés y de enseñanza básica en The British School, continuando en el Instituto Británico.

 

Macarena Núñez – revista@fempatagonia.cl

 

Dicen por ahí que los homenajes se hacen en vida. Más aún cuando personas queridas destacan la existencia de alguien que ha marcado a muchas generaciones y por muchos años.

Susan Margaret Stewart Booth, más conocida como la Miss Susan – o la Grani para su familia – es una encantadora mujer y fue una destacada profesora de inglés y de enseñanza básica de The British School por 45 años, continuando su carrera en el Instituto Británico donde hace clases y toma exámenes internacionales, esta vez a adultos. Hasta el día de hoy, demuestra su vocación eterna por enseñar.

Pasaron muchos directores, desfiles, cambios, comidas memorables, colegas y muchos alumnos, pero Susan aún recuerda cada momento importante que vivió en el conocido colegio inglés y no quiere olvidarlo jamás. Nació en Punta Arenas en 1936 y los años no han pasado en vano para esta profesora a la antigua, llena de vocación y amor por los niños y jóvenes y, por sobre todo, por entregar conocimiento y pasión por el inglés. Tuvo un maravilloso matrimonio de 52 años, algo difícil de contar ahora, explica ella.

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Su carrera comenzó en 1956 en el mismo colegio que la vio crecer y donde impartió clases toda su vida. Empezó trabajando como profesora de inglés de enseñanza básica con cursos de 30 alumnos, luego se casó, y se fue a Buenos Aires, Argentina, porque su esposo vivía y trabajaba en esa ciudad como marino mercante.

Trabajó por dos o tres años allá, pero sintió la necesidad de volver a su lugar y retomar la labor que tanto amaba: enseñar en The British School.

Recuerda con cariño a quienes la acompañaron durante años en su desarrollo como profesora, especialmente a Kathy Coop, su gran amiga. Además, destaca a Miss Harper, Miss Gloria Ruiz, Priscila Lizondo, Lupe, Cristina, Robertino, entre otros.

A sus alumnos los rememora con más afecto aún, pero con tantas generaciones y tantos estudiantes, recordar sus nombres se vuelve una tarea difícil. Susan relata que cada vez que alguno de quienes fueron sus alumnos la encuentra en algún lugar, la saluda con cariño y le indica su nombre y la generación a la que pertenecieron y, al saludarlo, las imágenes y el afecto vuelven a ella.

Para Susan, saber inglés siempre fue obligación muy apreciada, porque sus abuelos, que llegaron a Punta Arenas de Inglaterra y Escocia, le dieron la tarea de hablar inglés en todo momento, por lo que se le hizo una costumbre natural y divertida. De ahí en adelante, el idioma se volvió parte de su vida y, al descubrir su amor por la enseñanza y los niños, decidió que aquella sería la vocación, por la cual sigue trabajando cada día.

Durante toda su carrera ha vivido en la misma casa de calle Mejicana, donde vio crecer a sus hijos y a sus nietos. Ahí sigue trabajando en su preciado y bello jardín al que le dedica tiempo, paciencia y amor. Es una amante de las flores y su esposo lo fue también, por lo que un ramo de flores era el infaltable regalo de cada fecha importante.

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El amor de su vida

Su exitoso matrimonio con Francisco Avilez duró 52 años. Ella se describe como una persona afortunada por haber encontrado a alguien que la ayudó, acompañó y apoyó incondicionalmente y, gracias a su buen humor, nunca se molestó por pequeñeces. Susan estaba paseando por la Plaza de Armas de Punta Arenas la tarde del 31 de diciembre de 1956 y él se le acercó para preguntarle la dirección de un hotel, y ella se la dio. Luego, sintió mucha pena porque pasaría solo la víspera de Año Nuevo y, después de consultar con su madre, lo llamó para invitarlo a casa a pasar las fiestas. Después de eso, se comunicaron por carta – porque en ese tiempo el romance se demostraba de puño y letra a través de la correspondencia – porque él seguía navegando. Después de cuatro años de comunicarse por carta, Francisco se radicó en la ciudad y se casaron muy enamorados. Aún recuerda la batidora que le entregaron casi todos los alumnos del colegio cuando se casó.

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Su familia

Sus hijos y nietos han sido sus grandes amores. Si bien sus hijos no aprendieron inglés a la perfección, sus nietos sí demostraron mayor interés, por lo que intenta cada día reforzárselos y comunicarse en ese idioma con ellos. La Grani, para ellos, es una abuela regalona, llena de amor. Mantiene una relación muy estrecha con ellos, quienes la visitan cada vez que pueden y la llaman muy seguido por teléfono.

“Soy una abuela muy regalona, y me encanta ir a visitarlos a Santiago. Siempre me sorprenden con paseos e invitaciones a comer, a cafés, y lindos parques. Pero también me encanta ir al mall. Aún regaloneamos los domingos en la cama y nos llevamos muy bien”.

Sus queridos alumnos

La relación de Susan con sus estudiantes siempre fue buena. Ella se consideraba una profesora-mamá, porque los cuidaba como si fueran sus propios hijos, dándole sus antibióticos a las horas exactas y esperando que sus papás los fueran a recoger después de clases. Hasta hoy, los alumnos la reconocen y saludan con tanto aprecio que ella se emociona al relatarlo. Con frases como “Miss Susan, yo fui alumno suyo en el ’64, así es que quiero darle un gran abrazo a mi querida profesora”, ella sigue recordando la forma en que cuidaba y defendía a los suyos. “Yo no era estricta, los cuidaba más de lo que los retaba. Los llamaba a la casa cuando se enfermaban y los rescataba de los castigos, diciendo que las embarradas no eran tan graves, hasta que lograba salvarlos”, comenta con alegría.

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A Miss Susan le gusta enseñar y no hay nada en el mundo que ame más que eso. A pesar de que más de alguna vez le ofrecieron otro puesto en el colegio, ella siempre quiso impartir clases y estar siempre en contacto con sus alumnos, porque aquello era lo que le llenaba el alma cada día. Como toda profesora, tuvo sus preferidos, pero nunca le gustó hacer tanta diferencia entre los alumnos. A pesar de eso, recuerda a Beatriz Neracher, Macarena Alanaro, Gabriela Román, Carla Maigri, Benjamín Morales y Monserrat Ballarín, una de las integrantes del elenco de la teleserie “Pituca sin lucas”. Ellos fueron parte de su grupo de regalones, aunque recuerda haber tenido muchos más.

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Un mensaje y una huella

La Miss Susan quiere decirle a cada uno de los que fueron sus alumnos que siempre los recuerda con mucho cariño, a todos. Cree que para educar hay que tener vocación y, más que todo, mucho amor. “Es complicado a veces trabajar en el colegio y también en la casa, pero siempre hay que tener las ganas de enseñar. El trabajo no termina en el aula. No cuando se acabó la hora, se cerró el libro de clases y te vas a casa. Hay que continuar porque eres parte de todo. Eres una segunda mamá para ellos, sinceramente lo eres”.

No hay duda alguna de que Miss Susan ha sido realmente querida. No todos recordamos a nuestros profesores de colegio, de hecho, hay algunos cuyos nombres ni siquiera retenemos aún. Pero siempre hay uno especial, ese que nos enseñó más de lo que debía y entregó más de lo que le correspondía. Ese profesor inolvidable que te ayudó muchas veces y si lo ves en la calle, quieres acercarte a saludar. Así es Miss Susan, una profe para recordar…

 

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