Educar en equidad de género

0 Comments

Hace un par de semanas, portales de noticias de todo el mundo dieron a conocer el caso de un padre estadounidense que tomó clases para aprender a peinar a su hija de tres años, luego de separarse de la madre y hacerse cargo de la crianza. La iniciativa causó “furor” en las redes sociales, sumando miles de seguidores que aplaudieron la dedicación y el amor de este papá.

Pero, ¿por qué este hecho es noticia? “Esta historia rompe el estereotipo de género de ser papá que hemos construido como sociedad y que nos hace asociar las tareas domésticas y de crianza de los hijos e hijas al rol de la mujer, por eso nos llama tanto la atención”, afirma la encargada de Protección de Derechos de la Infancia de Fundación Integra, Valentina Vukusic.

Según el planteamiento de la psicóloga, aun cuando sabemos que el desarrollo cerebral de niños y niñas tiene el mismo potencial, desde temprana edad la sociedad inculca ciertos estereotipos de género que restringen el ser y hacer de las mujeres y los hombres, conduciendo su desarrollo a la adquisición de ciertas características y habilidades esperadas y consideradas más adecuadas para un sexo u otro. Así, simplificamos la complejidad de todos los seres humanos, pensando que sólo por el hecho de pertenecer biológicamente a un sexo, hay que ser de una determinada manera.

Los hombres son firmes, decididos, tranquilos. Las mujeres son emotivas, sensibles, cambiantes. Ellos son independientes, seguros, competitivos. Ellas sumisas, débiles, astutas. La feminidad se sustenta en lo maternal y la disposición de servicio, mientras que la masculinidad en responder a modelos de éxito y obligaciones de protección y de proveer económicamente.

La profesional de Fundación Integra explica que “estos estereotipos de género son dañinos para la sociedad en general. No se trata de que seamos todos iguales e indiferenciados, sino de que se nos permita explorar todo aquello que nos interese. El estereotipo encasilla y restringe a hombres y mujeres, y en vez de ampliar la oferta de experiencias corremos el riesgo de limitar nuestro desarrollo como seres humanos”.

Tomando de ejemplo el mismo video del padre que aprende a peinar a su hija, el estereotipo implica que los hombres se vean alejados de labores que son gratificantes en lo emocional y que les permite vincularse con los hijos. “El quiebre familiar hace que descubra este placer en labores que tradicionalmente están asociadas con la madre, pero, probablemente, sin la separación no hubiese gozado de la experiencia de peinar a su hija”, afirma Valentina Vukusic.

La encargada de Protección de Derechos de la Infancia de Fundación Integra expone que es importante estar conscientes de los estereotipos y reflexionar sobre qué tipo de educación queremos para nuestros hijos e hijas. “Es fundamental que desde la primera infancia eduquemos en equidad. Tanto niños como niñas deben tener la posibilidad de explorar y jugar libremente para descubrir el mundo sin prejuicios ni limitaciones de lo que ‘pueden o no pueden’ hacer según el género”, asegura, señalando que cada persona es un ser único y el estereotipo no debe condicionar el desarrollo de sus habilidades.

En esta tarea, como sociedad todos y todas somos responsables.

doll

Consideraciones para una crianza en equidad:

– Utilizar lenguaje inclusivo tanto en la casa como en el jardín infantil: “Los niños y las niñas”, “hijos e hijas”, “amigos y amigas”.

– Evitar expresiones despectivas relacionadas al género. Por ejemplo, si un niño tiene miedo, no decirle que “es niñita”.

– Estimular la búsqueda de diferentes experiencias, ofreciendo amplias posibilidades. Por ejemplo, en la pieza de una niña puede haber una autopista, un carro de bomberos y un microscopio. Y en la pieza de un niño también puede haber un bebé, una cocina y una plancha de juguete.

– Fomentar la expresión emocional, sin reducirla al mundo femenino. Es importante que los niños y los hombres puedan buscar apoyo cuando lo necesitan y que eso no sea sancionado o mal visto.

– Erradicar expresiones como “Sé valiente como hombre” o “Compórtate como una señorita en la mesa”. La valentía no es característica exclusiva de los varones; y los buenos modales no son una enseñanza sólo para mujeres.

– Evitar decir “los hombres no lloran”. Esta frase produce un tremendo daño en la posibilidad de expresar emociones por parte de los hombres, limitándolos desde una perspectiva de género y privándolos de la experiencia de compartir los pesares.

– Tratar de manera igualitaria tanto a hijos como hijas en las tareas domésticas, esto los ayuda a hacerse responsables y fomenta su autonomía, independiente de su sexo.

– Poner en práctica juegos donde niños y niñas participen de la misma forma, evitando clasificar los juegos como “de niños” o “de niñas”.

– Las niñas no siempre tienen que ser princesas y los niños superhéroes, es importante ampliar la oferta para que puedan jugar a ser distintos personajes y enriquecer sus posibilidades para identificarse con modelos diversos.

– Tener las mismas expectativas tanto en niños como niñas. Ellos pueden ser lo que quieran ser y tienen las mismas herramientas para lograr lo que