BOTOX: Tratamientos médicos y cosméticos, parte II

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Dr. Mauricio Vargas Zec – Cirujano Máxilo Facial – mvargas@drmvargasz.cl

El enorme crecimiento en el uso de la toxina botulínica (botox, dysport) es algo que los especialistas que la empleamos hemos observado en los últimos años. La ampliación en las indicaciones de este medicamento por el aumento en su uso para indicaciones cosméticas explican esto, como tratamos en el número anterior de su revista FEM.

Se describe que, para el uso estético, el 50% de los pacientes que se aplican Botox se encuentra entre los 35 y 55 años. Sin embargo, su aplicación puede comenzar ya a los 19 años, siendo hoy frecuente recibir consultas y realizar los tratamientos desde esa edad, siguiendo la tendencia mundial y también chilena. El aumento de las consultas y de los tratamientos en hombres es también un hecho en notable crecimiento. Ya hemos observado cómo se produce este cambio también a nivel local, porque hace pocos años el mayor porcentaje de consultas era de mujeres sobre 50 años, motivadas por hacer menos notorio “el paso de los años”, pero actualmente la consulta es más precoz y sin tantas diferencias entre los sexos.

Este uso precoz se explica por el carácter preventivo que a la toxina botulínica se le puede asignar. Al inmovilizar cuidadosamente ciertos músculos se evita la aparición de líneas en el rostro que pronto se convertirán en arrugas. Los resultados preventivos en personas jóvenes son tan espectaculares como los tratamientos en las arrugas ya instaladas, como por ejemplo en la zona del entrecejo, para evitar gestos duros y antiestéticos, o para las arrugas de la frente, para la prevención de la caída de las cejas y las patas de gallo.

En cualquier caso lo conveniente y apropiado es reaplicar la toxina botulínica cuando sus efectos ya se han ido. Es responsabilidad de su especialista idóneo hacer esto y no aplicarla con frecuencias inapropiadas, poniendo los límites del tratamiento y así evitar “adicción” a un tratamiento espectacular en sí mismo. Esto se realiza con el acabado conocimiento científico y estético, con guías clínicas y teniendo un plan único para cada paciente de acuerdo a sus características, a su edad, a sus condiciones anatómicas y sus requerimientos.