“Circle Time”, La mágica experiencia del diálogo

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Marianela Mansilla Barría – Psicóloga The British School

¿Cuántas veces nos hemos detenido a pensar en la inagotable fuente de creatividad que hay en cada niño, y en la incalculable riqueza que se puede descubrir en un grupo de ellos? Día a día, a cada instante, niños y adolescentes, nos sorprenden con su manera de razonar, con sus ingeniosas y conciliadoras soluciones a conflictos que muchas veces agobian las preocupaciones y ocupaciones de los adultos.Seguramente como padres, madres, educadores y educadoras hemos tenido acceso a dichas experiencias. Posiblemente las hemos destacado y reforzado pero, ¿hemos tenido la audacia de estimularlas, transformarlas en un hábito, o incluso transformarlas en una necesidad?

Circle Time es un recurso, un hábito y una experiencia que se utiliza en la educación desde un marco constructivista, que invita a convertir el acto de dialogar en una instancia de aprendizaje, crecimiento personal y grupal, que estimula la integración entre pares, la confianza entre sus integrantes, el desarrollo de una serie de valores y el constante desarrollo de perspectivas.

La Hora del Círculo, o el Tiempo del Círculo es el momento para obsequiarnos uno de los más valiosos intangibles, el tiempo. Es el instante en el cual podemos compartir saludos, canciones, lecturas, creaciones, sensaciones, juegos de movimiento, relajación, una oración, resolver un conflicto, analizar una historia, entre otros.

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En la medida que es constante, se van alcanzando los dos aprendizajes básicos, aprender a escucharnos, y expresar nuestras ideas y emociones. De ellos derivarán el valorizar y tolerar la opinión de otros, respetar turnos, encontrar soluciones consensuadas, inspirar y complementar nuestras opiniones en ideas entregadas por otros, empatizar, desarrollar diálogos verbales y no verbales cada vez más profundos y nutritivos, reconocer que nuestros actos tienen siempre una solución, y que de lo vivido siempre es posible aprender, etc.

Este acto de diálogo permite que cada uno se conecte con su mundo interno y con el de los otros, incluso podría facilitar el diálogo que luego tendremos con los libros y el mundo de realidad o ficción que nos ofrece un autor.

No hay edad específica para iniciarlo, incluso mientras antes, mejor. Al aplicarlo no olvidemos su forma, el círculo, pues en él físicamente construimos la integración, todos tenemos la posibilidad de mirarnos a los ojos y a nuestros cuerpos, y desarrollar el sentido de unidad y de pertenencia. No olvidemos contar con el tiempo.

La presencia de un adulto que medie este diálogo facilitará la conducción del diálogo, la participación de todos, y la confianza entre los niños y sus adultos. Con el pasar del tiempo serán ellos mismos, los niños, quienes espontáneamente estén sentados formando su propio círculo, e invitándote a participar de una nueva necesidad. No dudemos en practicarlo. Regalémonos tiempo.